miércoles, 29 de febrero de 2012

Carretera Austral, o no?


A lo fugitivo, salimos lo más rápido posible de Perito Moreno. Fue algo entretenido jeje, llenamos de nafta (como se le dice aquí a la bencina) y arrancamos hacia la frontera con Chile. A los pocos kilómetros pasamos Los Antiguos, que se veía muy lindo pero no paramos. 


Hicimos aduana en el paso fronterizo de Jeinimeni y cruzamos a Chile Chico. Es un pueblo sencillo y lindo, pero no hay mucho para hacer ahí. Nosotros planeamos quedarnos una noche y luego seguir por la Carretera Austral. 
Hace un buen tiempo que los habitantes de la zona están descontentos con las injusticias que se le presentan por vivir tan aislados, y finalmente estalló la crisis y comenzaron las manifestaciones y huelgas unos cinco días antes de que nosotros llegáramos a la región. Debido a no tener mucho acceso a internet y menos a televisión nacional no teníamos modo de enterarnos bien de la situación real, por lo que decidimos llegar a Chile Chico y averiguar en persona si podíamos seguir o no nuestro camino por ahí.
Llegamos y buscamos donde alojar... habían hartas opciones pero todos sin estacionamiento, lo que es fundamental para nosotros con la moto. Finalmente encontramos un camping que además tenía hostería y cabañas. Yo estaba algo resfriada hace rato, y con todo el viento y los cambios climáticos de los últimos días, me agarró definitivamente. Estando así, el camping no era buena opción así que logramos regatear un poco el precio y nos quedamos en una pequeña cabañita para dos personas, que tenía una pequeña cocina y un pequeño baño... todo muy justo. 


Nos instalamos y salimos a conocer el lugar... recorrimos todo en un par de minutos. Buscamos algo para almorzar, y estaban todos los locales de comida cerrados. No lo entendemos, pero así es en toda la patagonia, todo cierra a la hora de almuerzo y las ciudades se tornan fantasmas. Pillamos un pequeño local dentro de una galería, que vendía pastas frescas y sandwiches y decidimos comer ahí. Estaba totalmente desabastecido y la dueña nos explicó bien la situación. La bencina es carísima, el costo de vida en general y los sueldos son los mismos que en el resto del país. Tienen muchos problemas por vivir tan incomunicados del país, tienen que viajar largas horas y pagar altos costos por atenderse por salud u otro motivo y no perciben beneficio alguno. 

Todo lo que piden al gobierno ahora nos parece absolutamente justificado, y lamentamos mucho esta situación. En esos momentos, las cosas comenzaban a agravarse y los caminos estaban cortados con barricadas por manifestantes. No tenían nada contra los turistas, así que probablemente a nosotros no nos generarían problemas al pasar por los sectores conflictivos, sin embargo lo que nos dificultó principalmente fue que no permitían el paso de los camiones (por lo que había desabastecimiento absoluto de bencina en toda la extensión de la carretera austral). Nos alcanzaría ir hasta Villa O'Higgins o Coihaique en la moto, pero luego no podríamos cargar bencina para seguir andando y quedaríamos atrapados al medio del conflicto. Fue una muy difícil decisión de tomar, ya que esta era la parte del viaje que más ansiábamos de la patagonia Chilena. Hace dos años habíamos intentado hacer el mismo viaje y no pudimos por malas condiciones climáticas, ésta sería la segunda vez que la Carretera Austral nos haría la desconocida. Pensamos que podríamos esperar unos días para ver como avanzaba la situación, y si se abrían los caminos podíamos seguir.


Así que nos quedamos una noche más en Chile Chico, aguardando. Mi gripe empeoró y decidimos que sería mejor que hiciera reposo, por lo que me quedé dos días en cama. Roberto consiguió que el dueño del camping nos prestara una tele, y así pudimos ver noticias. Cuando vimos la gravedad del asunto, decidimos dejar la Carretera Austral para nuestras siguientes vacaciones (y así tendríamos una escusa para seguir viajando) y devolvernos a Argentina, cambiando un poco la ruta propuesta.


Después de tres noches, montamos la moto y retornamos a Argentina. Esta fue nuestra real despedida de Chile, ya que no volveremos hasta que concluyamos este viaje en harto tiempo más. El paso por la aduana se sintió diferente, y timbré mi pasaporte por primera vez... marcando nuestra salida definitiva del país. Ahora nos sentimos todos unos viajeros, siendo la moto nuestro hogar y los lugares a conocer nuestro patio.


Ese día cruzamos Argentina, de cordillera a costa, y llegamos a Caleta Olivia. Paramos a almorzar en las Heras, ciudad petrolera, y desde ahí el paisaje monótono de la inmensa pampa Argentina se tornó en máquinas petroleras y tendidos eléctricos. Fue novedoso para nosotros, y bastante impresionante. Caleta Olivia es una pequeña ciudad costera de carácter industrial pero a la vez agradable. Nos quedamos ahí sólo una noche.




Al día siguiente partimos temprano y llegamos a Comodoro Rivadavia, ciudad también industrial y petrolera, pero grande y está como a 80km de Caleta Olivia. A penas llegamos, me dieron ganas de seguir el viaje ya que la ciudad me generó algo de rechazo. Sin embargo, nos quedamos ahí para conocerla. También nos quedamos sólo una noche ahí. 


Después nos enteramos que era la ciudad con mayor delincuencia de Argentina, con merecida razón que no nos agradó. Pero nosotros no tuvimos problemas. Nos quedamos en un hospedaje con un dueño muy amable, quien nos aconsejó dejar la moto en un estacionamiento pagado y no en la calle. A la mañana siguiente tocó lluvia, pero decidimos emprender viaje de todos modos ya que eran gotas suaves y nos queríamos ir de ahí... próxima parada: Punta Tombo, a ver la colonia de pinguinos magallánicos más grande del mundo!

martes, 28 de febrero de 2012

Mítica Ruta 40


Hola a todos. Para variar un poco las cosas esta entrada la escribiré yo, Roberto.
El último día que estuvimos en Gobernador Gregores fue también el día que nos despedimos de nuestros compañeros de viaje: Koala y Fita. Fué una mañana triste. Nos despedimos de ellos y también de nuestro amigo de Rio Gallegos: Cacho. La noche anterior habíamos ido a comer una parrillada los cinco y en el restaurant conocimos a dos argentinos que venían de norte a sur por el camino que tendríamos que hacer nosotros de sur a norte, el tramo mas difícil de la ya afamada y temida Ruta 40. Los dos tipos estaban embarrados hasta el cuello y exhaustos. Nos contaron que la ruta estaba dificilísima, con piscinas de barro, que se habían caído varias veces y que ya no daban mas de cansados. Dani y yo nos asustamos más aún y al día siguiente decidimos hacerle frente al problema: nos pusimos nuestros trajes para la lluvia y salimos de todas formas, a pesar que el clima estaba amenazador.
Los primeros kilómetros fueron tranquilos, en una carretera de asfalto que están recién terminando, había que pasar de una pista a otra tratando de buscar la mayor cantidad de asfalto posible, hasta que en un punto el asfalto se acabó y empezó el ripio, el ripio pasó a tierra, la tierra a barro y el barro a piscinas de barro que parecían de chocolate derretido. Todo lo que nos habían contado el día anterior era verdad.


Seguimos adelante y por culpa del barro tuvimos nuestra primera caída... muy lenta, sobre el barro. Nos dió un ataque de risa porque quedamos embarradísimos. Levantamos la moto, tratamos de seguir y a los pocos metros nos fuimos al suelo nuevamente. El camino nos lanzó hacia una orilla y quedamos metidos en un montículo de donde nos costó salir, pero después de un rato lo logramos. A esas alturas más encima nos empezó a atacar la lluvia y los granizos.




Después de tantos inconvenientes, decidí que sería mas fácil andar por fuera del camino, entre las plantas... CUEEEENNK!!! ERROR!!! Avancé unos metros y quedé enterradísimo, tanto que entre los dos no podíamos ni mover la moto. Mientras descansábamos de hacer tanta fuerza en vano, apareció Antonio, un gaucho a caballo de como 70 años, quizas más, con sus botas de goma, unos binoculares al hombro y por supuesto su boina, y nos ofreció su ayuda. Entre los tres pudimos sacar la moto del hoyo en el que estaba y pudimos seguir por unos cientos de metros más, hasta que nos pegamos nuestro tercer porrazo, el que fue más fuerte ya que se salió la maleta del lado de la caída, lo que nos desprotegió las piernas. Ambos quedamos atrapados con nuestras piernas izquierdas bajo la moto... pero comprobamos que la adrenalina te hace más fuerte porque de un envión levanté la moto para zafar a Daniella. Revisión rápida, nada había pasado. Teníamos una maleta en el suelo y ya no podíamos más de barro, por lo que decidimos hacer parar a alguna camioneta (a todo esto en el camino no pasaba NADIE salvo el gaucho, un auto que se quedó atrapado en el barro también y un par de vehículos 4x4) para que nos ayudara llevándose nuestra maleta caída y a Daniella, ya que la conducción sin copiloto en el barro es mucho más fácil. Para nuestra suerte a los pocos minutos pasó una camioneta 4x4 y además era de chilenos! La hicimos parar y nos ayudó de inmediato. Daniella se subió atrás, en el pick up, ya que estaba muy embarrada. Y así seguimos: yo en la moto con una maleta menos y Daniella en la camioneta. A los pocos kilómetros comenzó de nuevo el asfalto, y con nuestros nuevos amigos de la camioneta decidimos seguir hasta Perito Moreno, donde debía haber combustible, hotel, y cualquier otra cosa que pudiéramos necesitar. Quedaba harto por andar hasta la ciudad y estábamos agotados, hambreados y a esas alturas con muchas ganas de ir al baño, pero no paramos para no perder la ayuda de los chilenos.





El camino hasta Perito Moreno fue de lo mas extraño: la Ruta 40 en esa zona está siendo pavimentada, por lo que se estaban realizando muchos trabajos. Había zonas de ripio, otras asfaltadas, otras a medio asfaltar... era como un laberinto, había que buscar y analizar cual era la mejor opción, si subirse a la zona asfaltada, si meterse al ripio (habían aún zonas con barro). En las porciones asfaltadas nos cruzábamos con zanjas gigantes que había que hacerles el quite por un lado, yo en moto exploraba y le avisaba a la camioneta que podíamos cruzar.
Una vez en Perito Moreno nos despedimos de nuestros salvadores, y en ese mismo lugar nos encontramos con un motociclista viajero, quien nos dice que ya ha preguntado en todos los hoteles, hostales, hospedajes, cabañas y no queda cupo para nadie. Daniella entró a un hotel que tenia un letrero "todo ocupado" para pedir prestado un baño y preguntó si tenía espacio para tres personas. El dueño dijo que si, que una reserva no se presentó y tenía una habitación para dos y una para una persona (y que su acento chileno la salvó ya que no le arrendaba a argentinos jaja)... perfecto!!! 
A la mañana siguiente, mientras empacábamos la moto, nos encontramos con el colega canadiense. Venía viajando desde Alaska y quería llegar a Ushuaia, y llevaba viajando apenas tres meses y medio... muy poco!!! Viajaba muchos kilómetros diarios y su ruta era algo recta, pero de todas maneras nos impresionó. Viajaba en la misma moto que nosotros pero modificada a su gusto.



Juntos los tres, buscamos al dueño para pagarle. No lo encontramos. Lo esperamos, no llegaba. Llegó, entró apurado, salió apurado, no nos tomó en cuenta. El canadiense dijo "lo siento, no voy a andar persiguiéndolo para pagar, por lo menos lo intenté" se subió a su moto y se fué. Con Daniella nos miramos, lo pensamos, nos subimos a la moto y también nos fuimos... Nuestro primer "perro muerto" del viaje. Lo sentimos, pero de verdad la situación fué extraña. Pensamos que el dueño el día anterior estaba medio borracho y esa mañana ya no nos recordaba, ni siquiera saludó cuando pasó a nuestro lado. Además, el hotel estaba totalmente lleno de gente extranjera, estaba ganando dinero de todas formas (era bastante caro!).
Y así sintiéndonos unos fugitivos seguimos nuestro camino. Próxima parada: Chile Chico y luego la Carretera Austral!

miércoles, 22 de febrero de 2012

El Calafate y las despedidas...


Debido a la extensa conversación en la Confitería, ese día partimos muy tarde (alrededor de las 1pm). Así que decidimos parar lo menos posible en el camino y así llegar de día a El Calafate. No respetamos nuestra "ley de los 100km" (nos detenemos cada 100km andados, para estirar las piernas y retomar energías) y por milagro, ese día no nos hizo falta. Al parecer, nos comenzamos a alejar de los vientos extremos del sur y los caminos se hacen cada vez más tolerables. Nos detuvimos los 4 a almorzar en un poblado llamado Esperanza. 



Poco después, seguimos hacia El Calafate. Llegamos de día y nos instalamos en un camping en pleno centro de la ciudad. Luego de armar las carpas y quitarnos la ropa de moto, salimos a recorrer a pie. El Calafate es bonito, tiene un aire a Pucón. Justo en esas fechas estaban celebrando fiestas de la ciudad, por lo que había un gran escenario con shows, artistas nacionales, ferias costumbristas y puestos de comida. Fuimos a verlo la primera noche, y era bien grande el evento. Más tarde, cenamos pastas en un pequeño restaurant, sólos los dos. 


El segundo día en El Calafate, fuimos al Parque Nacional Los Glaciares. Es un lindo parque... donde su principal atracción es el glaciar Perito Moreno. Qué hermoso glaciar!!! 





Imagínense que lo que se ve sobre la superficie es algo así como sólo el 15% del total de su altura!!! Es realmente hermoso. Pudimos apreciar algunos desprendimientos (pedazos de glaciar que se separan y caen al agua)... es realmente sorprendente y maravilloso de observar, y a la vez triste pensar lo que significa esto suceda con tanta frecuencia. 

El glaciar se aprecia a la vez de recorrer largos senderos que atraviesan el bosque. Durante este recorrido conocimos a Gustavo, un mexicano del DF que lleva 11 meses viajando en su moto. Ha hecho practicamente el mismo recorrido que nosotros 2 planeamos seguir... por lo que a la noche lo pasamos a buscar a su hostal y salimos a cenar los 3. Conversamos harto, nos dimos consejos mutuamente y pasamos un buen rato. Ahí mismo nos despedimos, ya que a la mañana siguiente seguíamos nuestro camino. Así son las amistades del camino... aún no me deja de maravillar lo simple que es conocer gente que anda en las mismas que nosotros, y son todos buena tela!


Una vez más, al día siguiente, desarmamos campamento y volvimos a subir a nuestras motos. Nos cuestionamos el camino a seguir, ya que una opción muy recomendada era ir a El Chaltén. El lugar al parecer es muy lindo, y tiene mucho para recorrer, como el cerro Fitz Roy, cascadas y un glaciar. Sin embargo, todas esas cosas se hacen a pie y nosotros no estamos equipados para hacer trekking, por lo que decidimos no ir. De esta forma, también avanzaríamos más rápido hacia el norte para cumplir los plazos que tienen nuestros amigos para regresar a Santiago y retomar sus responsabilidades. Acordamos llegar esa noche a Gobernador Gregores -ciudad de paso- para luego seguir hacia Chile Chico y comenzar nuestro viaje por la Carretera Austral de Chile. 

Partimos juntos desde el camping, pero nos separamos sin querer y luego no nos pudimos volver a encontrar. Ya que sabíamos que todos íbamos a la misma ciudad, decidimos seguir y estar atentos a ellos y, en última instancia, buscar a nuestros amigos cuando llegásemos.

El inicio del viaje estuvo muy tranquilo y lindo. Cruzamos el río Santa Cruz: precioso, color turquesa y con muchas curvas, por lo que lo veíamos una y otra vez y lo cruzamos en dos oportunidades con puentes. 



Vimos muchos motociclistas y ciclistas viajeros en el camino, es muy entretenido. A la altura del río La Leona, paramos a almorzar una cosa poca en un restaurant antiguo que al parecer tiene mucha historia. Seguimos rápidamente nuestro camino... y llegamos a Tres Lagos, donde nos desviamos a otra ruta por error y nos tuvimos que devolver para encontrar la temida ruta 40. Nos encontramos con una bencinera, donde otra vez no había abastecimiento... unos alemanes que andaban en un auto arrendado nos regalaron un poco. Ellos andaban con una mujer francesa, quien lleva más de un año viajando en moto con su marido y estaban con problemas con su amortiguador trasero. Ya que a nosotros nos lo arreglaron hace poco en Punta Arenas, les dimos algunos datos. Ella nos dio algunos datos también, ya que han pasado por muchos lugares por los que también iremos nosotros. 


A penas seguimos andando, partió el ripio y los trabajos en el camino. La temida Ruta 40 se empezó a dar a conocer. Tuvimos una suerte increible ya que no nos tocó viento y se supone que eso es lo peor de esa ruta, sin embargo nos sorprendió lo malo que está. Es una obra que está en construcción, por lo que uno debe ir constantemente por desvíos que son todos de tierra. Estos desvíos constan de tierra tan mixta que a ratos toca piedrecilla suelta, luego arena, luego tierra compactada, todos los tipos de tierra distinta que se pueden imaginar. Como los desvíos están tan poco mantenidos, para la moto era practicamente imposible avanzar por ahí así que, cada vez que era posible, nos subíamos al camino central que sería la futura carretera pavimentada. A veces era mejor por ahí, a veces peor... era una ruleta rusa. La moto se tambaleó en varias oportunidades. Roberto me asombró con su buen manejo de la moto... y salvamos invictos. No nos caímos ni una vez.



Llegamos a Gobernador Gregores tarde, cuando ya comenzaba a caer la noche y no encontramos a nuestros amigos... así que buscamos donde alojar. El Venezolano nos había dado un buen dato unos días antes: la casa de un ex-policía, quien arrendaba piezas en la parte de atrás. Llegamos ahí, cocinamos unas pastas 3 minutos para pasar el hambre y nos dormimos, que manera de estar agotados!

A la mañana siguiente nos levantamos para re-armar la moto y seguir. Roberto fue a llenar el estanque y el bidón con bencina y cuando regresó me contó que encontró a Koala con la Fita y que se habían accidentado en la ruta. Menos mal que no fue grave, pero la moto quedó con problemas, y ellos con moretones y bien adoloridos. Para más remate, alojaron en una hostal donde la dueña era una loca que agarró a combos a Koala y tuvieron que salir arrancando de ese lugar. Por suerte quedaban habitaciones en nuestro hostal y se quedaron con nosotros. 


Obvio que nosotros no nos fuimos ese día. Había mucho que conversar. Paseamos un poco y cocinamos para almorzar en nuestra hostal. Cacho, nuestro amigo de Río Gallegos fue a buscarlos para llevarse la moto en camioneta y a ellos a su casa, hasta que tengan bien decidido que harán ahora. Nos da muchísima pena que nuestro viaje en común termine de esta forma. Sabíamos que nos separaríamos en algunas semanas más, cuando ellos regresaran a Santiago y nosotros a seguir nuestro rumbo... pero no nos imaginamos que sería se esta manera. Estoy muy feliz de que no les haya pasado nada grave... y aprovecho esta instancia para decirles que nosotros los extrañaremos mucho! Esperamos que puedan seguir sus vacaciones, aunque éstas tomen otro rumbo. Y al regreso a Santiago nos vemos!


Tierra del Fuego


La mañana que partimos desde Ushuaia -la Ciudad Más Austral del Mundo- nos despertamos temprano para desarmar la carpa y volver a hacer entrar todo nuestro equipaje a la moto (nos demoramos mucho tiempo en hacer eso, como 2 horas al menos, algo a lo que probablemente ya nos acostumbraremos). Esa mañana nos despedimos también de un amigo que nos hicimos en el camping. No les conté de él en la entrada anterior, pero tiene una historia de viaje muy interesante: Se llama Oli y es Alemán. Viajó desde Alemania hasta Pakistán en una moto parecida a la nuestra, para dejarla ahí y comprarse una moto mucho más chica (Yamaha CG 70) sólo porque así le antojó. 


Dice que esta moto es increíble, que rinde mucho más. Lleva viajando 3 años en la moto... y su meta máxima es llegar a la Antártica para luego dar la vuelta y llegar a Alaska. Los viajes comerciales en crucero a la Antártica son increíblemente caros... por lo que se le ocurrió sumarse al staff de trabajo de algún barco que valla hacia allá... y así trabajar mientras navega hacia su objetivo. Incluso dice que lo haría sin paga, sólo quiere llegar. Llevaba 10 días en Ushuaia y hasta el momento ningún barco lo aceptó, todos los días iba al muelle a esperar los barcos que llegarían, para preguntar por disponibilidad, y todos los días volvía sin resultados positivos al camping. Oli es un chico muy alegre y soñador... todos nosotros ansiábamos por verlo llegar con su objetivo logrado. Al irnos, nos indicó que sólo esperaría algunos días más... y si no obtenía resultados, tendría que pagar el alto valor del viaje. Ojalá que haya logrado su meta!!! Aunque nunca lo sabremos.

Ese día anduvimos unas 4 horas en la moto con viento extremo, hasta retornar a Río Grande. Ahí paramos a almorzar y, debido a que ya eran alrededor de las 4pm y estábamos físicamente agotados, decidimos quedarnos ahí esa noche y continuar nuestro viaje hacia Río Gallegos al día siguiente. Nuestros amigos, Koala y Fita, quisieron seguir ya que no les gustó la ciudad y ese mismo día llegaron hasta Gallegos en la madrugada. La vez anterior que estuvimos en Río Grande, tuvimos una muy mala experiencia en cuanto a encontrar alojamiento, así que esta vez nos fuimos a la segura y luego de cotizar un par de lugares, nos quedamos en un hotel. No era barato pero tampoco tan caro y estaba muy limpio, tenía tv con cable, baño privado, incluía desayuno y estacionamiento. Así que bien por esa noche. Fuimos al supermercado y volvimos temprano a la habitación a cenar mientras vimos una película tendidos en la cama. Descanso absoluto.

Al día siguiente desalojamos a las 10am (horario impuesto por el hotel) y seguimos con rumbo a Río Gallegos. Nuestro propósito de ir a esa ciudad, a parte de conocerla, fue reencontrarnos con nuestros amigos Cacho y Sergio a quienes conocimos en el barco de Puerto Montt a Puerto Natales. Ellos nos habían dejado más que invitados, y teníamos muchas ganas de visitarlos en nuestro camino. 

El trayecto de Río Grande hasta Río Gallegos fue muy largo. Si bien no eran mucho kilómetros, lo dificultoso, como ya deben de esperarse, fue el viento. En toda la región de Tierra del Fuego es así, y sobretodo para las motos. Otro tema grande en este sector es el desabastecimiento del combustible, o de la nafta como de le dice en Argentina. Nosotros andamos cargando un bidón de más de 5 litros de combustible extra, para usarlo cuando haga falta. Ese día no teníamos el bidón lleno, y andábamos algo cortos. Al llegar al paso fronterizo San Sebastián (para cruzar a Chile) hay una bencinera en la que teníamos planeado cargar, pero no le quedaba nada y conseguimos como 2 litros no más. La siguiente ciudad en nuestro trayecto con bencinera era Cerro Sombrero (Chile), donde planeábamos parar a almorzar y cargar. Como era de esperarse, a mitad de camino, en el medio de la nada... y por una mezcla de factores inoportunos... nos quedamos en pana de bencina. Es decir, parados en la inmensidad de la pampa y en un camino muy poco transitado. 


Eran alrededor de las 3 de la tarde y teníamos mucha hambre así que nos sentamos a la orilla del camino a tomar jugo y comer un poco de maní y alfajores, provisiones que teníamos en el bolso de estanque para estas situaciones. Hacía muchísimo viento y un sol radiante. Al poco rato pasó una camioneta y le pedimos ayuda al conductor. Era un trabajador de Enap para nuestra suerte, y nos ofreció ir en busca de bencina a un pueblo a pocos kilómetros de distancia. Me subí a la camioneta con el bidón vacío en mis manos y fuí con el conductor en busca de bencina... y menos mal que había bencina en esa bomba! Cuando volví, noté que la moto estaba apoyada al lado contrario de la pista... y Roberto me contó que estando estacionada, el viento la había botado!!! 


En mi ausencia dos autos pararon a ayudarlo a levantarla y moverla del camino. Gracias a la buena voluntad de toda esta gente, pudimos volver a continuar nuestro viaje del día. El único problema que seguía en ese instante era el hambre. Unos 50 kilómetros más allá, tipo 5 de la tarde, llegamos al pequeño pueblo llamado Cerro Sombrero, fundado para los trabajadores del petróleo. Era un pueblito bien bizarro... pero conseguimos comida y combustible para seguir.


De Cerro Sombrero había que seguir algunos kilómetros más hasta Bahía Azul, lugar desde el cual se toma un ferry que cruza el Estrecho de Magallanes. La barcaza sale cada 20 minutos en esta época (temporada alta) y se demora unos 15 minutos en cruzar. 


Después de eso, faltaba poco para Río Gallegos. Como el continente está tan desmembrado en la patagonia, tuvimos que volver a hacer aduana, para cruzar nuevamente a Argentina. Llegamos tarde a la ciudad, tipo 9:30pm. Sabíamos que esa noche nuestros amigos alojarían donde Cacho, pero no sabíamos cómo ubicarlos. Mágicamente, a pocas cuadras de haber entrado a la ciudad, nos tocaron una bocina y era el auto de Cacho, con nuestros amigos en su interior. Nos dijeron que los siguiéramos y que estábamos invitados a un asado en casa de Sergio. Qué maravilla ser recibidos así después de tan largo día!!! 

Comimos un exquisito asado con ensaladas, hecho por el dueño de casa... y esa noche alojamos en casa de Sergio. A la mañana siguiente dormimos hasta muy tarde, desayunamos y salimos a recorrer la ciudad a pie. Sergio y Cacho trabajaban a esa hora ya que era día de semana. Nuestros amigos trabajaban en su moto. A la tarde fuimos todos a la "Confitería" (así le dicen a las cafeterías). Cacho, Sergio y varios de sus amigos motoqueros se reúnen en la cafetería del Hotel Santa Cruz, sin falta, todos los días al desayuno y a la once (a las 10am y a las 5pm). Se forma un ambiente muy agradable, se conversan cosas ligeras y se pasa muy bien. 


Mientras estábamos ahí, Roland (un viajero suizo de 50 años que está recorriendo sudamérica en bicicleta y que también conocimos en el barco) llamó a Sergio, contándole que también llegó a Río Gallegos. Lo pasamos a buscar en el auto de Sergio, quien luego nos hizo un city tour bien completo. Entre otras cosas, fuimos a ver un velero Catamarán que estaba dando la vuelta al mundo, a cargo de una sola persona. Es impresionante el tamaño de esa cosa. Tuvo un accidente y ahora está a la espera de ver como arreglar la nave. Lástima, pero que adventura!!!


Esa noche alojamos en el Hotel Paris, el más económico de la ciudad y excelentemente ubicado. Ahí conocimos a Gabriel, un Venezolano que también anda viajando en moto (destino Ushuaia). Junto a él, Cacho, Sergio, Roland, Koala y Fita, fuimos a cenar a un restaurant de pizzas. Estaban bien ricas. Conversamos mucho, y se nos pasó el rato. A las 1am recién volvimos al hotel. Al otro día hubo que despertar temprano y volver a montar todo en la moto... luego fuimos a desayunar a la confitería como le dicen y para variar conversamos mucho y nos paramos de la mesa tipo 1pm! De ahí a cargar bencina (no quedaba en toda la ciudad, pero uno de los amigos de la mesa es dueño de una bencinera y nos vendió un poco que tenía guardado), y volver a emprender el viaje!!! Nos despedimos de nuestros queridos amigos nuevos... gente como ellos uno no se encuentra todos los días, realmente son algo especial y nos sentimos muy afortunados de haberlos conocido. Ojalá poder regresar a visitarlos algún día!


sábado, 11 de febrero de 2012

Camino al fin del mundo

Luego de despedirnos de tan linda familia, quien nos fue a dejar al barco incluso, nos fuimos hacia Argentina. 
Lo primero fue embarcarnos a un ferry para cruzar hasta Porvenir. El viaje dura 140 minutos y es bastante tranquilo. El barco tiene una cabina que parece bus, en el cual se puede viajar sentados, viendo televisión cómodamente. Incluso tiene una pequeña barra donde venden bebestibles y un poco de comida. El desembarque fue exprés y llegamos rápidamente a Porvenir. Es una ciudad bien pequeña, y no nos llamó la atención para quedarnos ahí... por lo que inmediatamente seguimos nuestro camino hacia Río Grande -ciudad Argentina en la cual dormiríamos esa noche.


A penas nos alejamos de Porvenir, nos sentimos al fin del mundo. Impresiona la inmensidad de la nada... o sea, kilómetros de pampa donde realmente hay nada!!! Es hermoso sin duda, animales viviendo libremente, guanacos, flamencos, ovejas y caballos salvajes... los tonos dorados de la pampa y el hermoso cielo azul que nos tocó (muy distinto a los días lluviosos a los que nos habíamos acostumbrado). Viento a favor en gran parte del camino, pero cuando el camino giraba, volvían a aparecer los vientos laterales tan odiados por todo motociclista sobretodo con el camino de ripio. A pesar de todo, nada nos quitaba el asombro por tan hermosos parajes. 


A mitad de camino hacia Río Grande, llegamos a la primera Aduana de nuestro viaje. El paso San Sebastián, por el cual cruzamos hacia Argentina. Todo el proceso fue muy expedito... y seguimos rápidamente nuestro camino, muy felices de que en ese momento el camino de ripio se transformó en asfalto. A esas alturas ya era bien tarde, y comenzaba a bajar el sol. Nosotros habíamos acordado nunca viajar de noche, o evitarlo al máximo... pero en esta zona tan austral las ciudades están muy separadas, y no hubo donde quedarse entremedio. 


Cuando llegamos a Río Grande, nos sorprendimos ya que pensábamos que era una ciudad pequeña, y realmente era grande. Tardamos al menos una hora en encontrar donde alojar... todo era muy caro para nuestro presupuesto, o estaba repleto. Después de mucho buscar y ya que estábamos todos muertos de cansados, aceptamos quedarnos en una hostal bien malo y caro (350 pesos argentinos para los 4 por una noche, sin desayuno ni estacionamiento... y poco higiénico). Qué pena que el alojamiento más caro hasta el momento fuera también el más feo... pero a veces hay que ceder ante las condiciones. A la mañana siguiente, recorrimos un poco la ciudad y cambiamos nuestra perspectiva ya que es bonita y tiene de todo... con decirles que finalmente encontramos las tan buscadas pilas de litio!!! Almorzamos juntos en una comida rápida y nos separamos momentáneamente. Nuestros amigos partieron hacia Ushuaia en su moto y nosotros 2 nos quedamos un par de horas más para comprar aceite para la moto (al parecer, en Argentina es muy normal que todo el comercio permanezca cerrado a la hora de almuerzo). A las 4pm volvimos a emprender viaje. 

El camino a Ushuaia fue una mezcla de emociones. El primer tramo pensamos que moriríamos por los vientos, luego se fue tornando más amable y disfrutamos de los paisajes. Lo más impresionante de esta parte fue el cambio de tipología paisajística. Ya nos habíamos acostumbrado a sentirnos al fin del mundo, con las planicies y la pampa constante... y repentinamente surgieron montañas y vegetación muy verde. El ingreso a Ushuaia es como volver a sentirse en las Torres del Paine, o nos imaginamos que es como la Carretera Austral de Chile... y raramente ya no nos sentimos tan al sur. Es realmente una maravilla.


En Ushuaia volvimos a reunirnos con Koala y Fita, quienes llegaron antes y encontraron un camping en la ciudad. Nos instalamos en un sitio dentro del bosque. El camping tiene una hermosa vista, agua caliente, incluso wi-fi (desde donde estoy escribiendo esto ahora).
La ciudad es bella, nos encantó. Para los que conocen un poco Argentina, les cuento que pensamos que Ushuaia es una perfecta mezcla entre Bariloche y San Martín de los Andes. Hay mucho para hacer, pasear, comer y contemplar la vida de la Ciudad más Austral del Mundo. 





viernes, 10 de febrero de 2012

Punta Arenas, amor patagónico!


La primera mañana en Punta Arenas fué un día sábado y despertamos tempranito, con el propósito de ir a la ciudad para encontrar un lugar donde arreglar el problema que tenemos con el amortiguador de la moto. Nos levantamos y mientras nos alistábamos para salir, el tiempo cambió muchas veces. Se vió desde sol hasta granizo en tramos de 10 minutos. No sabíamos como salir, pero finalmente salimos vestidos con ropa de calle con nuestros trajes de lluvia encima. Primera vez que los usamos, parecemos bomberos... y claramente me desfavorece más a mí que a Roberto porque me queda super suelto, sin embargo son muy prácticos así que me da lo mismo.


Llegando al centro, pillamos una tienda de ropa de moto y nos indicaron 2 direcciones donde nos podían hacer el arreglo. Fuimos a ambos lugares, pero no atienden los sábados, así que había que esperar hasta el lunes para ver que se podía hacer. Mientras, paseamos un poco para conocer la ciudad. Fuimos a la plaza de armas... paseamos por una feria artesanal, tomamos desayuno (paila de huevos y jamón)... y fuimos a la Zona Franca. 



Estuvimos casi todo el día ahí, recorriendo. Es grande, pero nos gustó menos que la Zona Franca de Iquique. Hay algunas cosas bien económicas, pero no todo vale la pena. Anduvimos buscando algunas cosas que nos dimos cuenta que nos hacen falta para seguir el viaje, compramos algunos amarracables, unos tie down, y chocolates para golosinear. Necesitamos adquirir unas pilas especiales que son de Litio AA, buscamos en todas las tiendas posibles y no hay (si alguien sabe donde podemos encontrarlas por favor avísennos). Anduve buscando también un cortavientos para mí, pero después de varias horas, me aburrí. Todo es de marca, por ende todo es caro y el más barato que encontramos salía $43.000. Decidimos seguir buscando otro día alguna opción más económica. 


Tipo 8pm volvimos a la casa donde alojamos, y por fin conocimos a los dueños de casa. Tomamos once con ellos y la conversación siguió hasta altas horas de la noche, entre contar nuestras aventuras y las de ellos. Son muy simpáticos, y asombra la facilidad con la que nos acogen en su hogar. La familia se compone del dueño de casa Claudio, su mujer Vane y sus 2 hijos pequeños (el mayor de 1 año y medio Felipe y el menor de 3 semanas Matías). Todo aquí es más tranquilo, dejan las llaves puestas en la puerta de la casa y el auto sin llave. Nos asombra, pero al parecer aquí las cosas son muy distintas.


El domingo fue de flojeo y de compartir con la familia. A Roberto le vino una migraña fulminante que no es anormal en él, así que, luego de medicarse, durmió todo el día. Yo me quedé en la casa y junto a Koala y Fita tuvimos un día de conversación y juego con Felipe. A eso de las 7pm llegaron desde Santiago tres visitas más a la casa: la mamá de Claudio (dueño de casa), su hermana y una amiga. Todas extremadamente cariñosas. Casa llena, con 7 visitas. Siendo que podríamos sentirnos como allegados, nos sentimos totalmente acogidos. Desde esa noche, con Roberto, comenzamos a alojar en la casa del vecino José... quién estaba sólo porque su familia estaba de vacaciones. Otra vez nos asombramos de lo buena persona al acogernos (a 2 completos extraños) en su hogar!


Día lunes, a primera hora, fuimos al taller a dejar la moto. Mientras la revisaban fuimos a recorrer la Ciudad. Hicimos muchas cosas, compramos el seguro internacional para Argentina, me compré por fin un cortavientos y unos guantes, almorzamos un caldillo de pescado en una picada de barrio. A las 4pm retiramos la motito... y el mecánico pudo arreglar el amortiguador! Así que quedamos listos para seguir. El día siguiente fue nuevamente de flojera máxima y de compartir en familia. Es realmente increíble, ya que no esperábamos encontrarnos con tanto cariño de parte de extraños en Chile... nos sentimos como parte de esa familia. Muchas muchas gracias por todo!!! Ese día (como todos los anteriores en esta casa) comimos mucho y muy rico... y tuvimos una pequeña despedida, ya que al día siguiente partíamos a Argentina!