miércoles, 5 de septiembre de 2012

¡Viva México, cabrones!

Desde la frontera con Guatemala hay que avanzar muchos kilómetros hasta Ciudad Cuauhtémoc, primer pueblo mexicano en nuestro camino, donde se encuentran las oficinas de migración y aduana. Ese trayecto es muy lindo.


Debido a que salir de Guatemala fue tan fácil, esperábamos que los trámites de ingreso a México fueran igual de rápidos pero lamentablemente no fue así. La oficina de migración estaba abierta y nos timbraron los pasaportes con el ingreso al país, pero la aduana (donde debíamos hacer el ingreso de la moto) había cerrado a las 5pm. Con el cambio de hora que hay en ese punto llegamos las 6:30pm (una hora más tarde que Guatemala), así que no nos quisieron atender. Nunca nos habíamos encontrado con una aduana cerrada tan temprano y ese lugar tenía un horario diferente a todas las otras aduanas de México... pura mala suerte. Así que no pudimos seguir viajando ese día y nos tuvimos que quedar ahí, pero lo bueno fue que encontramos un hotel muy barato a sólo una cuadra de la aduana (la ciudad fronteriza es ultra pequeña) y nos instalamos. Esa noche salimos en busca de comida y lo único que había abierto era un pequeño puesto a orillas del camino que vendía tacos, burritos y quesadillas... bienvenidos a México!


A la mañana siguiente a primera hora Roberto fue a hacer los trámites de ingresar la moto al país, mientras yo me quedé en el hotel empacando. Él regresó bastante rápido con los trámites terminados, pero tuvo que hacer varios gastos primero; al ingresar un vehículo extranjero a México hay que pagar una "garantía de salida", es decir asegurar que no lo importarás de forma permanente. En el caso de nuestra moto, nos cobraron $200USD (que se cargan a una tarjeta de crédito) y luego son devueltos al salir del país si todo está en orden. La tarifa varía dependiendo del vehículo. Nos dieron una sticker que se debe colocar en el parabrisas para mostrar que los papeles del vehículo están al día, pero nos indicaron que era muy probable que nos lo robaran de la moto... así que era mejor andarlo trayendo con los papeles y mostrárselo al policía que lo exigiera. Además de pagar por la moto tuvimos que pagar lo que llaman "DNI" que es, según entendí, una identificación personal provisoria que costó $20USD cada uno. Esto se lo cobran a todo turista que permanece más de 7 días en el país. Así que en total, entrar a México nos salió bastante caro, pero estábamos optimistas ya que sabíamos que en todo lo demás este país sería uno de los más baratos de nuestro viaje. 

Al retomar el camino, nos volvimos a asombrar con la belleza del paisaje. Viajamos horas y horas por carreteras rodeadas de cerros y campos, cruzamos pequeños pueblos y ciudades, plantaciones de todo tipo...



Después de varias horas de viaje llegamos a la ciudad de Tuxtla Gutiérrez y comenzamos a buscar un hotel. Pensábamos que podríamos encontrar un hotel con precios similares al que nos habíamos quedado la noche anterior... pero nos asombramos de que la tarifa más baja que encontramos era tres veces mayor (aún así más barato que en Chile y que muchos otros países en los que habíamos estado). Mientras escaneábamos la ciudad buscando hoteles comenzó a llover y a las dos cuadras de andar en moto quedamos empapados, así que volvimos al primer hotel que habíamos preguntado (¿se han fijado como uno siempre vuelve al primer lugar?) y tomamos una habitación ahí. Después de desmontar todo de la moto, subirlo a la habitación y dejar las cosas secando, salimos caminando a conocer un poco la ciudad ya que ya había cesado la lluvia. Comenzamos caminando hasta la plaza más cercana a nosotros, donde había una gran feria artesanal en torno a la catedral. Nos entretuvimos un buen rato mirando tanta cosa que tenían a la venta... desde souvenirs hasta vestimenta típica. Cruzando la avenida, estaba la plaza mayor así que caminamos hacia ella para conocerla y nos encontramos con manifestaciones y muchas personas protestando por los resultados de las elecciones presidenciales (las cuales a todo esto, ocurrieron el mismo día que entramos a méxico).


Aún era temprano y teníamos ganas de ver otra plaza que habíamos visto antes al pasar con la moto, así que seguimos caminando por la misma avenida alejándonos del hotel. No conocíamos las distancias... y resultó ser bastante más lejos de lo que habíamos pensado. Sin embargo, valió la pena porque sin planearlo nos encontramos con música en vivo y bailoteo. A nosotros nos había llamado la atención esa plaza por tener en su centro una pérgola muy bonita, pero resultó más interesante aún: se llama Plaza de las Marimbas y todos los días del año desde las 7pm grupos de "marimberos" tocan música en vivo en la pérgola y la gente va a bailar alrededor de ella. Es una fiesta típica, todos los días! Esto es algo muy turístico y además extremadamente característico de esta ciudad en particular... y nosotros llegamos ahí de casualidad y justo a la hora correcta! Así que nos sentamos en una orilla de jardinera (habían tantos espectadores que no quedaban asientos libres) y nos quedamos unas dos horas disrfutando de la música y del rico ambiente, mientras conversamos con una tierna pareja de abuelitos (que nos explicó todo lo que les acabo de mencionar) quienes van todos los días a observar. 


Ya se había hecho de noche, pero no nos importó porque nos estábamos divirtiendo. Como a las 9pm nos fuimos de la plaza y buscamos donde cenar, nos decidimos por un local de tacos, burritos, quesadillas, gringas, sincronizadas, tlayudas, y todas las combinaciones que se pueden hacer con tortillas... y vamos conociendo las diferentes opciones, ya que para nosotros se veía todo igual pero se llamaban todos diferentes. Con el tiempo aprendimos que las diferencias en realidad eran mínimas (tortilla doblada o estirada, calentada antes o después de ponerle la comida) pero que sea como sea, era todo rico, sabroso y barato. 

Nos despedimos de la ciudad a la mañana siguiente, y nos dirigimos a la ciudad de Oaxaca. Ese día comenzamos a comprender el sistema de carreteras en México. En este país hay muchísimos cobros de peaje en las carreteras principales, y hay carreteras alternas que no tienen cobro pero que en lo general están en peor estado y pasan por muchas ciudades, haciéndolas mucho más lentas. Nuestro problema principal era que el cobro a las motos es el mismo que a los autos, cosa que es muy extraña (en la mayoría de los países cobran menos de la mitad de la tarifa del auto y en muchos países ni siquiera le cobran a las motos al pasar por las casetas de peaje). Por lo que leímos de otros viajeros en moto, esto podría significar un gasto extra de hasta $30USD al día por andar en las carreteras con "cuota". 


Nosotros decidimos que tomaríamos las carreteras "libres" cada vez que fuera posible sin significarnos un gran desvío. Ese día el camino fue muy bonito. Seguimos viendo grandes campos verdes y atravesamos varios pueblos, el trayecto se hizo lento debido a que cada pueblo se protege con numerosos reductores de velocidad y no hay como evitarlos. 


La hermana de Roberto nos había advertido de que esta parte del suroeste de México era muy ventosa, pero nosotros supusimos que no nos afectaría tanto ya que antes habíamos combatido los fuertes vientos de la patagonia y tierra del fuego. Se me había olvidado totalmente que este lugar sería así, pero apenas sentí un poco de viento miré hacia adelante, comencé a ver grandes hélices girando y lo recordé inmediatamente... nos encontramos frente a frente con el parque eólico La Ventosa, el cual tendríamos que atravesar por varios kilómetros. Este parque es por lejos el más grande que he visto en mi vida, las hileras de hélices eran incontables y se perdían en el horizonte. La gran fuerza del viento que se sentía en ese momento era casi intolerable... ya que al viento natural se le sumaba el producido por estas gigantezcas hélices, a modo de ventiladores que buscaban botarnos de la moto sin remordimiento alguno. 




Nos refugiamos en la única estación de gasolina que había en el área, para estirarnos, abrigarnos un poco y almorzar. Nos cayó mal esa estación eso sí, ya que casi no había nada para almorzar (vendían prácticamente sólo galletas y bebidas) y había que pagar por usar los baños... siendo que era la única opción en muchísimos kilómetros. De todos modos, logramos almorzar y retomar energías para seguir andando. Alejándonos de esa "tormenta", el camino volvió a lo hermoso y calmo, atravesando montañas y plantaciones de agave (para la producción de mezcal), hasta llegar a la ciudad de Oaxaca.



Después de un largo día de viaje finalmente llegamos a Oaxaca de noche. Habíamos hecho una reserva de hotel por teléfono, así que llegamos directamente a buscar esa dirección. El barrio no se veía bueno, pero el hotel estaba muy decente y pudimos estacionar la moto en un patio interior así que decidimos quedarnos en vez de comenzar a buscar otra opción. Esa noche le preguntamos al recepcionista dónde podríamos cenar por ahí cerca y nos indicó que a esa hora ya debería estar todo cerrado (eran sólo las 9pm) así que nos conformamos con unos tacos callejeros para Roberto, un "elote" (choclo) -preparado con mayonesa, queso rallado, y picante (aunque lo pedí sin)- para mí, una bebidas y un pop-corn de microondas... no muy sano, pero todo lo que pudimos hallar y teníamos mucha hambre! A mí me encantó el elote y es tan fácil de preparar y tan barato.

Planeamos quedarnos dos noches en Oaxaca, para poderlo conocer un poco más ya que a tan sólo unos 15 minutos desde el centro se encuentran las ruinas arqueológicas de Monte Alban. Al despertar la mañana siguiente, nos dirigimos directamente hacia esas ruinas. 


Nos gustó muchísimo el lugar, es muy hermoso. Los zapotecas se emplazaron originalmente en ese lugar por estar en un lugar estratégico entre tres cordones de cerros, pero en la actualidad lo que se obtiene es la mejor vista de la ciudad! 


Alguna vez en la universidad estudié en "historia de la arquitectura" la organización de este tipo de culturas antiguas, la cual es absolutamente increíble a mi parecer. Fue aún más mágico recorrer el lugar e ir leyendo las explicaciones de lo que es cada lugar... desde el juego de la pelota hasta los templos y ver su estado actual, al mismo tiempo que imaginarse como habría sido en el pasado. Nos demoramos un par de horas en recorrer todo el sitio arqueológico, y el cielo desde bastante antes comenzó a llenarse de nubes negras. Cuando nos fuimos, fue escapando de la lluvia amenazante.


La hermana de Roberto nos había recomendado mucho el Mercado de Oaxaca, así que apenas volvimos a la ciudad fuimos hacia allá para almorzar y pasear. El lugar es increíble, realmente nos encantó. Hasta el momento es el mercado más grande y completo que hemos conocido... tiene comida (para comer ahí y también elementos para cocinar), souvenirs, artesanía por montones y de todos los tipos, disfraces, piñatas, máscaras de lucha libre, cosas de día de los muertos, dulces, semillas, y los tan típicos "chapulines" (saltamontes secos) -que yo no me atreví a probar, pero Roberto si.




Al salir del mercado, nos encontramos con un cielo amenazante, pero la apenas leve llovizna no nos importó para seguir paseando por el centro de esta ciudad que se veía muy entretenido y con mucho movimiento. Llegamos a una de las plazas principales y nos encontramos nuevamente con manifestaciones políticas por el resultado de las elecciones presidenciales de unos días atrás. En general, se notaba un descontento grande entre la gente... y escuchamos rumores de que había habido manipulación electoral (no conocemos mucho respecto a la política actual de este país, pero claramente nos dio la impresión de que está complicada en este momento). 


Luego de recorrer un poco más, volvimos a buscar la moto al estacionamiento pagado en el cual la habíamos guardado para regresarnos al hotel. La hermana de Roberto y su novio (Cote y Arturo) nos habían hablado de una amiga de ellos que vive en Oaxaca y que nos quería conocer. Todo el día tratamos de contactarla y ella a nosotros, pero recién al regresar al hotel pudimos hablar por teléfono. Su intención había sido sacarnos a pasear a las Ruinas y por la ciudad durante el día pero, ya que no resultó, nos invitó a cenar al Zócalo (la plaza mayor). 



Fue muy agradable finalmente lograr juntarnos y conversar. Su nombre es Milka y es chilena residente en México desde el Golpe Militar Chileno de 1973, debido al cual se auto-exilió (parte de la historia que marcó nuestro país por siempre). Compartimos historias y anécdotas y pasamos un momento realmente agradable juntos. Al par de horas nos despedimos y no nos volvimos a ver, ya que la mañana siguiente seguimos viajando. Estos momentos marcan nuestro viaje, personas que conocemos sin esperarlo y nos alegran de la nada. Con Milka somos buenos amigos ahora a través de facebook... y les aprovecho de recordar que nos pueden encontrar en facebook/vamosyvolvemos! Nos vemos!!