Esa mañana llovía poco en Comodoro Rivadavia. La noche completa había llovido, pero en la mañana caían pocas gotas... y, en vista de que esa ciudad no nos atraía, empacamos todo y salimos rumbo a Trelew. En un comienzo teníamos planeados hacer un pequeño desvío e ir a Punta Tombo camino a Trelew, pero con la lluvia decidimos dejarlo para después o simplemente no ir. De Comodoro a Trelew eran unos 350km, por lo que planeamos llegar a almorzar a esa ciudad. Todo bien hasta ahí, pero tomamos una malísima decisión: salir sin los trajes de lluvia. Verán, nuestros trajes de moto resisten agua hasta cierto nivel y cuando las gotas son despacio nos vamos secando con el mismo viento del camino, pero las gotas aumentaron su frecuencia y de la nada nos encontramos en la mitad de la pampa bajo una fuertísima lluvia que más encima venía de lado, junto al viento. Junto a esto, llegó la neblina y los malos conductores que no saben manejar en estas condiciones. Tardamos sólo instantes en empaparnos hasta lo más profundo. A esas alturas de nada servía pararnos bajo la lluvia a colocarnos nuestros trajes de goma así que, empapados y congelados, seguimos andando hasta encontrar una YPF a 150km de nuestra ciudad de orígen.
Jamás había sentido tanto frío sobre la moto. Cuando apareció la bencinera, ambos pensamos inmediatamente quedarnos ahí la noche y continuar al día siguiente. Simplemente no nos sentíamos capaces de seguir andando. Entramos al negocio y nos sacamos los cascos, las chaquetas y los guantes que estilaban. Dejamos todo el piso con posas de agua. Tiritamos y la gente nos observaba con pena. Después de tomarnos unos chocolates calientes, agarramos algo de temperatura y cordura y preguntamos si había algún lugar para hospedar cerca... no había absolutamente nada! El lugar donde estaba la YPF aparecía en el mapa y todo, se llama Garayalde, pero no hay más que la bomba! Que mala suerte. Desarmamos nuestra maleta ahí mismo, dentro del local y en los baños nos pusimos ropa seca, debajo de nuestros trajes de moto empapados.
Jamás había sentido tanto frío sobre la moto. Cuando apareció la bencinera, ambos pensamos inmediatamente quedarnos ahí la noche y continuar al día siguiente. Simplemente no nos sentíamos capaces de seguir andando. Entramos al negocio y nos sacamos los cascos, las chaquetas y los guantes que estilaban. Dejamos todo el piso con posas de agua. Tiritamos y la gente nos observaba con pena. Después de tomarnos unos chocolates calientes, agarramos algo de temperatura y cordura y preguntamos si había algún lugar para hospedar cerca... no había absolutamente nada! El lugar donde estaba la YPF aparecía en el mapa y todo, se llama Garayalde, pero no hay más que la bomba! Que mala suerte. Desarmamos nuestra maleta ahí mismo, dentro del local y en los baños nos pusimos ropa seca, debajo de nuestros trajes de moto empapados.
Cuando pensábamos que éramos los únicos ridículos andando en moto en esa situación, se estacionaron 4 motoqueros de edad y sus BMW. Eran Argentinos, y venían desde Comodoro Rivadavia, mojándose como nosotros. Incluso a uno de ellos, que era más gordito, se le rompió el cierre de la chaqueta de lluvia y se le abrió con el viento quedando como capa y mojándose entero. Conversamos un rato corto con ellos y nos dimos ánimos mutuamente para seguir. Almorzamos para juntar fuerzas y ganas, y varias horas después retomamos el camino. No quedaba otra! Pero esta vez si nos colocamos los trajes de goma sobre nuestros trajes de moto. Claramente no nos secaríamos... pero así evitábamos mojarnos más (si es que eso era posible).
La YPF en la que estábamos refugiados no tenía bencina, y un par de kilómetros más al norte nos encontramos con una Shell. Nos detuvimos ahí para cargar la moto y curiosamente nos encontramos con otra moto viajera estacionada. Era una pareja de Brasileños que se nos acercó para conversar y preguntarnos de la ruta. Bien simpáticos ambos, pero hablaban super rápido en portugués y yo no les entendía nada de nada. Roberto conversó con ellos un poco y luego nos despedimos. Nos quedaban 200km aprox para Trelew...
El resto del camino estuvo igual, lluvia constante. Pero se hacía más soportable con los trajes de goma. Llegamos a la ciudad de Trelew por fin a eso de las 7pm y buscamos donde alojar. Encontramos un hospedaje tranquilo con estacionamiento y baño privado, con la calefacción prendida, y no lo dudamos ni un instante. Descargamos la moto, nos duchamos, nos colocamos ropa seca, colgamos todo lo mojado al lado de la estufa y por toda la habitación y descansamos un poco. Que rico fue ese momento!!! Luego salimos a comer algo y encontramos un lugar que vendía de todo y a muy buen precio. Esta ciudad nos enamoró desde el primer instante, todo lo contrario de Comodoro Rivadavia.
La mañana siguiente dormimos hasta tarde y salimos a recorrer el centro de la ciudad a pie. Era un día de sol radiante. Almorzamos en un local llamado Mostaza (es como un McDonalds argentino pero no tan rico), fue la primera cadena de comida rápida que encontramos en todo Argentina. Luego fuimos al Museo Paleontológico Edigio Feruglio a ver a los dinosaurios. De entrada, nos mostraron un video que explica por qué se da tanto la paleontología en Argentina... y es realmente muy interesante. Pecaremos de ñoños, pero a ambos nos encanta todo lo que se refiere a los dinosaurios así que estábamos totalmente motivados. En el museo se aprecian fósiles y esqueletos de dinosaurios de todas las eras. Es muy bonito y tengo entendido que es el único museo de este tipo en Sudamérica.
Saliendo del museo nos contactamos con Mariano, un amigo del papá de Roberto. Él nos llevó a dar un paseo en auto y nos mostró la ciudad y sus alrededores. Tomamos once en su casa, junto a su pequeño hijo Enrico de 2 añitos. Fué muy agradable, nos dio algunas recomendaciones de lugares que visitar y nos dijo que si o si debíamos ir a Punta Tombo, porque es único en el mundo.
Más tarde salimos a caminar con Roberto y nos encontramos con los carnavales de Trelew. Era una especia de carnavales de Río pero en mucho menor escala. Qué entretenido! Se notaba que muchos habían dedicado bastante tiempo en armar todo y algunos trajes eran fascinantes. Esa noche nos sentíamos muy felices... como que se nos impregnó el espíritu festivalero.
Le hicimos caso a Mariano y, a la mañana siguiente, nos devolvimos 105km hasta Punta Tombo: lugar donde se aprecia la colonia más grande del mundo de pinguinos magallánicos.
Realmente valió la pena. En estas fechas se aprecian alrededor de 700.000 ejemplares, ya que las crías están recién aprendiendo a nadar antes de migrar al norte. Los pinguinos son hermosos y nos deleitamos mirandolos simplemente caminar, acicalarse las plumas, o a los más chicos pedirles comida a las mamás. También nos tocó lluvia, pero intermitente. Cuando volvimos a nuestro hospedaje no nos podían creer, porque en Trelew había habido sido un día de pleno verano... así es la patagonia!
Nos quedamos en total 3 noches en Trelew. Nos encantó la ciudad. De ahí nos dirigimos a Puerto Madryn, también ciudad costera, mundialmente conocido por avistamientos de ballenas! Claro que eso no es en esta época, sino en invierno, pero tanto nos han recomendado la ciudad que teníamos que ir! De ahí les cuento como nos fue :)
no hay mal que por bien no venga.a seguir adelante en pos del sueño.los envidio.besos mil y fuerza
ResponderEliminarOyeeee
ResponderEliminarque choro, vi todos los lugares por google maps! jaja
que bkn lo de los pinguinoooosss =) =) =)
Pablito