Puerto Madryn queda muy cerca de Trelew, así que llegamos muy temprano a la ciudad. Inmediatemente fuimos al centro de informaciones turísticas y encontramos hospedaje acorde. Aquí los costos son más baratos y las condiciones mejores, esperamos que así siga hacia el norte.
Esta ciudad se nota mucho más que es un balneario, nos gustó mucho y nos sentimos en verano por primera vez en el viaje. Incluso nos tomamos la tarde de playa! Nos robamos las toallas del hospedaje y nos fuimos a tirar a la arena... que rico. Paseamos harto y descansamos. Es un lugar ideal para vacacionar y nos hicieron sentido tantas recomendaciones de venir.
A la tarde llovió un poco, y toda la noche siguió así por lo que decidimos aguardar un día antes de seguir el viaje y nos quedamos 2 noches en vez de una.
Al tercer día ya se veía muy bien el tiempo, y nos dirigimos a la Península Valdés. Es una zona natural protegida, donde se pueden apreciar ballenas, lobos marinos, elefantes marinos, pinguinos, guanacos, aves y quién sabe qué más. En esta época no se ven ballenas, pero si se tiene suerte, uno puede apreciar orcas que se acercan a la orilla a alimentarse de las demás especies que mencioné recién.
Los trayectos a recorrer dentro de la península son largos... y todos de ripio, por lo que consideramos hacerlo en algún tour, pero son todos caros y el valor de la entrada al parque ($70 pesos argentinos para los extranjeros) no está incluido en el precio del tour (ni siquiera incluían almuerzo). Así que, si íbamos, lo haríamos en la moto. Como había llovido, nos indicaron que los caminos podían no estar en las mejores condiciones, así que decidimos verlos en persona y si no nos parecían, devolvernos.
Dentro de la península hay un pueblo llamado Puerto Pirámides, es el único lugar donde se puede alojar en la península y la entrada al parque se paga antes de llegar al pueblo (lo que encontramos una estafa porque no se podía llegar a esa playa sin pagar). El día que llegamos, recorrimos el par de cuadras que conforman el pueblo y nos instalamos en un hospedaje muy humilde que está atrás de un bar-pool-confitería llamado El Español. Esto nos sirvió para ahorrar algo, porque nuestros gastos han sido más elevados que lo presupuestado en las últimas semanas.
Después de dejar nuestras cosas en la habitación, fuimos al mirador de una Lobería (donde se aprecian Lobos Marinos en gran cantidad) y que se encontraba a tan solo 5km del pueblo. Es muy lindo. Nos entretuvimos viendo como caminaban a duras penas sobre las rocas y como se tiraban al agua. Logramos ver 2 pinguinos nadando a gran velocidad, buscando peces. Qué lindo.
Esa noche salimos a cenar y encontramos un local que tenía todo rebajado por término de temporada. Así que cenamos ahí y la verdad es que estaba esquisito. Roberto cenó rabas fritas y yo mejillones a la provenzal. Muy rico!! Y felices de encontrar algún restaurant a nuestro alcance que no vendiera sólo sandwiches, pastas y pizzas (que es lo único que venden en todas las ciudades que hemos estado).
A la mañana siguiente, por suerte, estaba bueno el clima por lo que nos pusimos los trajes de moto y fuimos a recorrer la península. La primera parada fue en una pinguinera, como a 70km de Puerto Pirámides. Era lindo, con muy pocos pinguinos (comparando con Punta Tombo que visitamos pocos días antes) todos parados en la orilla de la costa.
De ahí, avanzamos unos 20km más y llegamos a Caleta Valdés, lugar donde se pueden apreciar elefantes marinos. Había un sendero largo por el cual se llegaba a un mirador para apreciarlos. Pero después de caminar entre la calurosa pampa, muertos de calor con nuestros trajes de moto, llegamos al punto panorámico y vimos una playa linda pero desolada! No había nisiquiera un elefante marino! Nos preguntamos si había valido la pena o no entrar al parque nacional de la península, porque no veíamos nada nuevo para nosotros, además de que la entrada no es gratis. Nos devolvimos hacia el acceso al sendero y encontramos un segundo mirador, donde si vimos algunos elefantes marinos. Eran muy pocos, quizás 10, ya que al parecer los demás ya habían migrado por cambio de estación.
Traíamos unos sandwiches para almorzar en el camino, y en todas partes se prohibía hacer picnic! Pero a esa hora ya teníamos mucha hambre, así que nos devolvimos hasta la penguinera y almorzamos sentados en el suelo, bajos la sombra que nos dejó la moto. Con las energías renovadas, anduvimos 50km más hasta la Punta Norte. En este lugar, en temporada alta, se aprecian las ballenas y las orcas. Ahora es temporada baja, así que no pudimos apreciar eso pero vimos muchos lobos de mar, echados a la orilla de la playa. Había un binocular público para mirarlos más de cerca y ahí realmente nos gustaron porque se veían todos sus detalles, desde sus bigotes hasta su cambio de pelaje. Nos entretuvimos viendo como dos machos se peleaban y como las crías siguen a sus mamás y detalles así.
Pensamos que si esperábamos un buen rato sentados, podríamos ver alguna orca orillarse para almientarse de algún lobo marino. Pero no fue así y nos enteramos de que el avistamiento de orcas más reciente había sido más de un mes antes, por lo que era prácticamente imposible que avistáramos una.
Antes de tomar la moto para regresar a Punta Pirámides, nos tomamos unas gaseosas (como se le dice a las bebidas acá) en la cafetería del lugar. Ahí fue cuando decidimos que valió la pena recorrer este parque: nos encontramos un Armadillo!!! (Quirquincho, o Peludo) Estaba frente a la cafetería y lo perseguimos para sacarle fotos... es hermoso! Nunca pensamos que podríamos estar tan cerca de ese animal. No es algo común, y pasó a unos 10cm de mí. Los armadillos son preciosos, creemos que son como unos pequeños dinosaurios, con su carcasa dura y sus patas gruesas...
Eso nos alegró el día, y regresamos felices a nuestro hospedaje. Esa noche volvimos a cenar al mismo lugar que la noche anterior. Nos quedó gustando. Volvimos a la pieza a empacar y a dormir... y la mañana siguiente nos despedimos de Puerto Pirámides y de la Península Valdés.
valio la pena el relajo.felicidades y abrazos
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