martes, 27 de marzo de 2012

de pasadita por Uruguay


Esa mañana nos despertamos temprano, empacamos todo como siempre y seguimos nuestro rumbo. Desde la ciudad de Buenos Aires, se puede cruzar a Uruguay en barco cruzando el Río de la Plata. La empresa que hace esto se llama Buquebus y el trayecto clase turista demora 3 horas. Nosotros decidimos tomar esta opción, ya que era mucho más rápido que ir por tierra en la moto. 

La noche anterior, habíamos pedido instrucciones para llegar al puerto desde la casa de Nicolás (donde estábamos alojando) por lo que salimos confiados de llegar bien a la hora, o incluso más temprano. Pero, como era de suponer, aparecieron mil obstáculos... la carretera urbana estaba cortada por arreglos y los desvíos nos llevaron a otra parte y nos perdimos harto rato. Cuando finalmente pudimos llegar al lugar de embarque nos hicieron correr, porque sino nos dejaban abajo. Fue bien caótico, pero lo logramos! Y de este modo nos despedimos de Argentina, el maravilloso país que nos acogió por 40 días. Adiós Argentina... y hola Uruguay! 


Una vez instalados en nuestros asientos y luego de zarpar, nos pareció reconocer a dos pasajeros que estaban sentados en la hilera de al lado. En la entrada "El Calafate y las despedidas..." les comentamos que conocimos a una pareja de motoviajeros franceses quienes llevan un año viajando y en ese momento iban al sur hacia Ushuaia, con su amortiguador  malo. Comprobando que el mundo es muy pequeño, ahí estaban Carole y Laurant, sentados al lado nuestro en la misma barcaza -el mismo día, a la misma hora y con el mismo destino. Es increíble como cosas así nos van pasando en tantas ocasiones en este viaje. Así se nos hizo cortísimo el trayecto, el cual lo conversamos completo. 
Si quieren conocerlos a ellos un poco más y saber su historia de viaje, les dejo el link de su página: transam2011.fr Está en francés, pero está la opción de leerlo en español.


Al llegar al puerto de Colonia de Sacramento, Uruguay, nos separamos de nuestros nuevos amigos viajeros, ellos se quedarían ahí esa noche y luego seguirían al norte, hacia Iguazú. Nosotros, en cambio, seguimos viaje hacia el este para llegar a Montevideo.


Colonia de Sacramento es bonito, pero es muy pequeño por lo que lo recorrimos rápidamente en la moto. Para el almuerzo pedimos algo llamado "Chivito al plato" y nos asombramos cuando la garzona nos llevó el plato con el montón gigante de comida, ya que lo pedimos sin entender bien qué era. Después nos dimos cuenta que justamente es plato era uno de los más típicos de Uruguay. El plato consistía de: lechuga, tomate, ensalada rusa, papas fritas, carne, jamón, tocino, queso y huevo frito!!! Una bomba! 



Con las guatitas bien llenas y los corazones bien contentos, nos subimos a la moto con dirección a Montevideo -capital de Uruguay. 
Apenas llegamos a la ciudad nos dirigimos al centro de informaciones turísticas para buscar alojamiento, pero se había cerrado un par de minutos antes. Tuvimos que partir a buscar por nuestra cuenta y ya se estaba poniendo de noche... así que tratamos de darnos prisa. Nos costó mucho encontrar algo decente y barato, ya que todo era más caro (ya nos habían dicho que en Uruguay sería así). Finalmente encontramos un "hotel" no tan bueno, pero la recepcionista nos permitió guardar la moto adentro y era buena onda. También nos dejó pedir comida por teléfono, lo que fue muy agradable ya que estábamos cansados.


Al día siguiente, recorrimos hartas horas a pie y en micro. Es una ciudad completa, tiene de todo. Había mucha artesanía uruguaya y muchísimos lugares para comer. Nosotros lo analizamos como un Santiago pero más chico, y con harta playa bonita. Mientras nos devolvíamos al hotel, se largó a llover... con tormenta eléctrica y todo, así que llegamos empapados.





En la mañana, volvimos a armar todo en la moto. Llovía despacio, así que decidimos ponernos los trajes de goma y partir igual, escapando del mal tiempo. Ese día llegamos a Punta del Este. Nos llovió a intervalos... pero nada serio. En Punta del Este los precios se elevaron más aún, es increíble lo caro que es todo. Gracias a la ayuda de informaciones turísticas, llegamos a una casa donde se arrendaba una habitación exterior (con baño y una mini cocina) a un precio elevado, pero aceptable. La cabañita estaba impecable y la atención de sus dueños maravillosa. Nos tenían un chocolate de bienvenida, música y buen ambiente. Esa tarde fuimos a la península (que es el sector turístico) a conocer un poco y a cenar.





El día siguiente fue de más paseo y más recorrer. Dimos toda la vuelta a la península... nos tomamos la típica foto con "la Mano" de Punta del Este (que a todo esto, resulta ser obra de un escultor chileno), recorrimos el puerto y compramos pescado fresco para hacer ceviche. Después nos adentramos en la ciudad de Maldonado (que está adosada a Punta del Este) y pasamos por el "Puente Ondulado" que, a mi parecer fue una locura de su creador, pero que es una entretención cada vez que se cruza. A la noche hicimos nuestro primer ceviche... y quedó increíble!


La mañana siguiente debíamos partir a Brasil y estábamos ansiosos! Pero llovió toda la noche y todo el día... y aplazamos nuestra partida. Así que nos quedamos otra noche más en esa ciudad maravillosa.

Uruguay es un país muy lindo, tiene paisajes hermosos... mucho follaje, muchas palmeras y ya nos sentimos en un ambiente más tropical. La gente es muy parecida a los Argentinos por lo que pudimos apreciar, además de que hablan casi igual y toman mucho mate. Pero manejan respetando la señalética... lo que se agradece! Hay muchísimas motos, pero casi todas chinas y muy mal cuidadas... y las motos no pagan peaje en las carreteras!

Nosotros estuvimos muy pocos días en ese país, pero de igual forma nos cautivó. Esperamos regresar alguna vez, para unas vacaciones de ensueño. Pero por lo pronto, ahora se viene lo novedoso y diferente de nuestro viaje actual... siguiente parada: Brasil! eh eh eh!

jueves, 22 de marzo de 2012

Capitales


Camino a La Plata volvió a llover y de nuevo nos mojamos, pero mucho menos que en ocasiones anteriores. Paramos a almorzar a mitad de camino en un parador (que le dicen a los restaurantes de camino) y también paramos para cargar la moto. Llegamos a la ciudad de La Plata a las 17:30 e hicimos hora hasta las 18:00, hora en la que mi amiga llegaría a su casa después de clases. 

Fue muy rico que nos recibieran mis amigos. La Nato es mi amiga hace años (aunque nunca hablamos, siempre le he tenido cariño) y hace algunos años se mudó a Argentina a estudiar en la universidad. Su pololo, Andrés (a quien conocí como Kb y antes que a la Nato) se mudó poco después a hacer lo mismo y ahora viven juntos. Ambos nos acogieron en su departamento recién estrenado, ya que se mudaron desde el otro extremo de la ciudad sólo 3 días antes de nuestra llegada. Se pasaron en acogernos entre tanto agetreo! Ademas da la casualidad que Andrés es amigo del hermano de Roberto y se conocían de antes.
Nos instalamos con nuestros sacos de dormir y nuestros colchones inflables a un costado de su cama, en su habitación. Esa noche nos invitaron a unas pizzas y conversamos hasta tarde. Nos sentimos muy cómodos con ellos, su perro Guacho y su gatita Nina... toda una familia. 


La mañana siguiente salimos a conocer el centro de la ciudad y, como se ha hecho costumbre últimamente, caminamos por horas. La Plata es capital de la provincia de Buenos Aires, y fue diseñada antes de ser construida... por lo que es muy ordenada. El eje central de la Ciudad se conforma por edificios de importancia histórica y todos muy lindos, por lo que nos entretuvimos por un buen rato sacando fotos. 



Lo que más nos cautivó fue la catedral, realmente hermosa. Es la catedral Neo-Gótica más grande de latinoamérica del siglo XX. Nos intrigaron tantas estatuillas y esculturas plasmadas en las frontis y en los interiores... la iluminación natural y la amplitud. 

Al otro día fuimos en la moto a conocer la ciudad de Buenos Aires, capital de Argentina. El primer lugar al que nos dirigimos fue el Mall Alto Palermo, ya que teníamos que ir a retirar una encomienda a DHL. No lo había mencionado antes en este blog, pero a Roberto se le quedó el pasaporte en su casa (en Santiago de Chile) y nos dimos cuenta de esto cuando estábamos en Ushuaia... el extremo del mundo! Lo que pasa es que él tiene dos pasaportes: uno antiguo y uno nuevo... y trajo el antiguo por error. Esto no nos afectó hasta Argentina debido a que el tratado de Mercosur nos permite viajar entre ambos países con la Cédula de Identidad en vez del pasaporte, pero para el resto de nuestro viaje era claramente un documento imprescindible. En todo caso, era fácil solucionar el problema pidiéndole a la mamá de Roberto que nos lo enviara como encomienda. Así que fuimos al DHL a retirarlo... y cuando llegamos surgió otra complicación, lo habían retenido en la oficina central. Así que tramitamos que lo redireccionaran a otra oficina más cercana para retirarlo otro día.


Dejamos la moto estacionada por ahí y fuimos en Subte (Metro) a conocer el sector llamado Microcentro donde queda la Plaza de Mayo y todos los hitos más característicos de la capital argentina. Caminamos bastante... conocimos el Obelisco, la Casa Rosada, el Museo de Bicentenario, entre otros. Todo lindo, mucha gente y mucho turista sacando fotos. 

A las 18:00 tuvimos que correr de vuelta a buscar la moto y luego cruzar la ciudad hasta el barrio Belgrano, para comprar un nuevo neumático trasero para la moto. El anterior estaba totalmente liso y no queríamos arriesgar un pinchazo innecesario. Roberto fue muy astuto y lo compró por Mercadilibre, lo que nos ahorró al menos $20.000 pesos chilenos... muy bien!
Después de eso ya era casi de noche y teníamos mucha hambre ya que prácticamente no habíamos almorzado... así que paramos a cenar. Encontramos un lugar que nos pareció bien y comimos unas tortillas españolas que estaban muy ricas. De ahí nos devolvimos a La Plata, que está como a 60km desde el centro de Buenos Aires.
A la mitad de la noche ambos nos despertamos intoxicados... malditas tortillas!! Tan ricas, pero tan dañinas! Dormimos muy mal y la mitad del día siguiente no pudimos hacer nada. 

A la tarde, cuando ya nos sentimos algo mejor, salimos a dar algunas vueltas en la moto. Nuestros amigos nos habían dicho que fuéramos al Bosque... es un parque dentro de La Plata, así que lo fuimos a conocer y nos agradó bastante. Por ahí están las facultades universitarias, un museo, un observatorio, un anfiteatro medio abandonado, una laguna... esculturas y por supuesto que muchos árboles.


Habíamos acordado hacer algo todos juntos esa noche, ya que era nuestra última noche con ellos... y decidimos armar un picoteo en la casa. Como habíamos estado mal del estómago, lo hicimos simple. Conversamos mucho y lo pasamos muy bien hasta tarde. Les agradecemos de corazón el hacernos sentir tan bienvenidos en su hogar! 


Nos dio pena irnos, pero había que seguir... y, luego de 5 días, empacamos todo y nos fuimos a quedar a Buenos Aires. Ese día finalmente logramos recuperar el tan deseado pasaporte!!!


Esa noche nos acogió en su hogar Nicolás, amigo del papá de Roberto, quien vive en uno de los extremos de la ciudad junto a su papá, hermana y 2 gatitas. Debido a que nos fuimos a quedar ahí, la hermana se quedó en casa de su novio y Daniel (el papá) se cambió a su pieza, dejándonos la suya! Nos sorprendió este gesto tan de confianza, siendo que no nos conocían. De esta forma nos recibieron a penas llegamos... y nos sentimos en casa inmediatamente. Incluso la moto (quien durmió en el living) estaba a gusto.



Teníamos ganas de conocer mejor la ciudad, ya que es inmensa y hasta el momento habíamos conocido un porcentaje mínimo, por lo que al otro día tomamos un bus turístico. El circuito dura 3 horas si es que uno nunca se baja, pero tiene 21 paradas en las que uno se puede bajar a conocer y luego subirse al siguiente bus de la empresa. Nosotros nos bajamos sólo en 2 lugares: el barrio típico de Caminito y el barrio Chino. Ambos nos encantaron! Vimos lo demás desde el bus descapotable. Es una bonita experiencia. 




Esa noche llegamos tarde a la casa, donde nuestros anfitriones nos esperaban con una rica cena. Compartimos harto y realmente lamentamos habernos quedado tan poco con ellos ya que nos encariñamos rápidamente, pero a la mañana siguiente teníamos pasajes para un barco a Uruguay. 



Queremos agradecer nuevamente a todos nuestros cariñosos anfitriones... son lo máximo!

miércoles, 21 de marzo de 2012

aMar del Plata


Luego de escapar de la tormenta, llegamos a refugiarnos a Necochea - uno de los balnearios más grandes de Argentina. Al mismo tiempo, dejó de llover y comenzó a salir el sol... la gente paseando en traje de baño y nosotros figurando con los trajes de goma, empapados por dentro y fuera! 
Dimos algunas vueltas por la ciudad, para ubicarnos y nos quedamos en el primer hospedaje que encontramos. Estábamos agotados, y nos hubiéramos conformado con cualquier lugar con una cama, un techo y un estacionamiento... pero tuvimos una tremenda suerte, porque la dueña era muy amorosa y el lugar estaba bien también. Nos instalamos, colgamos una vez más todas nuestras cosas mojadas por toda la habitación y el baño, y descansamos. Esa noche salimos a conocer un poco el centro, y buscamos donde cenar. Ahí nos dimos cuenta de que estábamos en un balneario importante, porque había donde regosijarse en cuanto a locales de comida... desde panchos hasta platos gourmet. Aún así nos costó mucho elegir donde comer, ya que estábamos aburridos de las milanesas, las hamburguesas y las pastas o pizzas. Pero eso es sólo porque siempre buscamos gastar lo menos posible. Encontramos un local llamado Solamente Rico y comimos muy rico y contundente, luego llegamos a dormir como bebés.


El día siguiente hizo un sol maravilloso y bajamos a la playa, la cual es muy extensa en cuanto a su largo y también su ancho. Pero aquí nos encontramos con algo que consideramos extraño: la playa tapizada con techos. Se preguntarán porque hablo de techos en la playa, pero resulta que hay "balnearios privados" que arriendan espacios para cubrirse del sol mientras uno está en la playa... y son mucho más que el típico quitasol ya que parecen casetas y la gente que las usa ni puede ver el mar desde adentro. No entendemos esto, en parte porque si uno va a la playa, es para sentirse en la playa y, por otra parte, se elimina la playa en casi toda su magnitud! La playa considerada pública es mínima. Nosotros pensamos que era alguna moda nueva pero después nos enteramos que es una costumbre en Argentina que viene desde muchos años atrás, ya que vimos una foto de la decada de los '50 donde se pueden ver los mismos techos aunque en menor cantidad... que raro.
Aún así, el balneario es bonito y el agua se veía rica pero no nos bañamos ya que no bajamos con los trajes de baño.

La mañana siguiente volvimos a meter las cosas ya secas a los bolsos y continuamos nuestro viaje -antes interrumpido- a Mar del Plata. Fue un viaje corto y el camino se veía harto más bonito con buen tiempo. 




La ciudad nos gustó desde un comienzo. Apenas llegamos, buscamos la dirección de un hotel que habíamos encontrado por internet pero resultó que la tarifa por habitación que se publicó en Julio del 2011 había subido casi 3 veces! Así que nos tuvimos que dirigir a la oficina de información turística para encontrar otro lugar a nuestro alcance. Tuvimos mucha suerte, ya que nos dieron la información que necesitábamos e incluso llamaron por teléfono para consultar disponibilidad. Llegamos al hotel que nos recomendaron y nos encantó. El recepcionista subió nuestro equipaje a la habitación (cosa que no había pasado antes en todo el viaje) y la habitación estaba linda, tenía ventilador de techo, baño privado, tele, wifi, ventana, desayuno incluido y estacionamiento subterráneo... perfecto! Y todo eso a un muy buen precio. 



Luego de instalarnos, salimos a caminar. Fuimos primero a una calle que nos recomendaron, que estaba en un barrio acomodado y que tenía harto comercio. Aquí fue donde nos encontramos por primera vez en Argentina con esa "M" amarilla... y disfrutamos al comernos el primer McDonalds de todo el viaje. No es que sea mi comida favorita, pero luego de tanta "abstinencia", pucha que estaba rico!
Después de eso, seguimos caminando... caminando y caminando. Pensamos en tomar un bus turístico para conocer la ciudad, pero nos dimos cuenta que era mejor hacerlo por nuestra cuenta. Caminamos muchísimo. Recorrimos desde el barrio alto hasta pleno centro y costanera, pasando por barrios residenciales y también de comercio a lo "paseo Ahumada" de Santiago. Dejamos los pies en Mar del Plata. Nos enamoramos del lugar, tiene de todo y muchas cosas para hacer. 
Esa noche llovió.

El día siguiente amaneció despejado y con calor... y fuimos a un parque acuático llamado Aquópolis. Estuvo muy rico. Roberto se tiró como mil veces en los toboganes. Yo no sé nadar ni sumergirme en el agua y aguantar la respiración, así que me tiré sólo 2 veces... pero disfruté mucho de las piscinas y mucho más al mirar a mi novio disfrutando como niño chico con cada tobogán. 



Al otro día salimos a pasear en la moto. Queríamos bajar a la playa y nos dirigimos a la única que vimos libre de esos techos invasivos (también habían techos en los balnearios de Mar del Plata). 




Nos encontramos con un campeonato panamericano de ciclismo de ruta, cuyo circuito estaba justamente en ese trayecto de costanera, así que estacionamos la moto a un par de cuadras y bajamos a pie. Fue entretenido ver tanto movimiento: los cerros estaban repletos de espectadores y se veían muchísimos corredores, además habían parapentes en el cielo, surfistas en el agua, gente jugando con paletas, tomando sol y tomando mate. Nosotros nos tendimos un rato en la playa a dormitar. Más tarde, caminamos por el sector de la costanera que nos faltaba por conocer. Es realmente lindo, hay un paseo por rocas y muchos áreas con pasto. En lo alto está la costanera para autos, con una amplia vereda. 




Todos los espacios públicos en Argentina son muy amplios, tanto que uno se pregunta si realmente se usarán en su plenitud. Bueno, aquí nos dimos cuenta de que si se ocupan. La vereda estaba copadísima de gente, y todos los espacios verdes también. Se acostumbra mucho instalarse en cualquier sitio a tomar mate, con los amigos o la familia... sentados en el suelo, en la baranda, o derechamente con sillas plegables propias. Si vez 2 personas o más, están tomando mate. Además se "rolea" mucho (andar en patines roller), se trota mucho y, al menos en Mar del Plata, se toma mucho sol. Nos encantó ver los espacios públicos tan bien utilizados, ya que nos es así en Chile.





Disfrutamos tanto de Mar del Plata que nos dio algo de pena irnos... pero el viaje debe continuar! Así que volvimos a empacar todo, para seguir a la mañana siguiente hasta La Plata, lugar donde viven 2 amigos míos... quienes nos invitaron a pasar un tiempo por allá.

sábado, 10 de marzo de 2012

Entre playas y tormenta eléctrica

El camino entre Península Valdés y Las Grutas fue extremadamente fome. 310km de sierra, kilómetros eternos de terreno plano con vegetación baja monótona y nada de animales ni poblados para distraer la vista. El camino consistía en largas rectas y debo admitir que cabeceé en varias ocasiones, luchando contra mí misma para no dormir. Menos mal que yo no soy quien maneja, jaja.

Llegamos a Las Grutas como a la hora de almuerzo, tipo 2:30pm. El balneario estaba desierto! Nadie en las calles y todos los negocios cerrados. En un comienzo nos sentimos extraños por lo mismo y no nos gustó mucho el lugar. Luego de visitar la oficina de información turística, encontramos un lindo departamento pequeño totalmente equipado, listo para alquilar. Debido a ser fin de temporada de verano, logramos que nos rebajaran un poco el valor. El departamento tenía de todo, incluyendo estacionamiento, aire acondicionado, refrigerador, y una dueña bien simpática llamada Ali. Nos instalamos, nos cambiamos de los trajes calurosos de moto a trajes de baño y hawaianas... y salimos con los ricos 32°C a buscar donde almorzar. Caminamos hasta la playa, y luego varias cuadras hasta poder encontrar algún local abierto (todo volvía a abrir después de las 6pm y eran recién las 5 y claramente estábamos muertos de hambre). Almorzamos unos panchos con fritas (hot-dogs con papas fritas) y luego bajamos a la playa. 



El balneario de Las Grutas es muy visitado en verano, la playa es hermosa y la ciudad está llena de ofertas de alojamiento (desde campings hasta hoteles, casas y deptos). A pesar de que los turistas ya están en retirada, había mucha gente en la playa aprovechando los últimos días de descanso. La playa se llama Las Grutas debido a unas formaciones de roca que con el tiempo se han erosionado, formando unos vacíos que aparentan grutas (obvio jaja). Es muy lindo. Tomamos sol, descansamos, Roberto se metió al agua y yo sólo metí las patitas... pero fue muy relajante. A la noche compramos mercadería en un supermercado de barrio para cocinar algo rico.



El siguiente día fue día de playa, así de simple. Yo desperté con un terrible dolor de cabeza, así que Roberto salió a hacer algunos trámites: llevar la ropa sucia a una lavandería y comprar cosas para el almuerzo y me quedé descansando. Toda la tarde estuvimos en la playa, nos metimos ambos al mar esta vez... pero el agua sólo llegaba a las rodillas por más que nos adentráramos. Después de la playa, recorrimos un poco el centro... y a la noche cenamos en un local de comida rápida llamada La Mamadera, que tenía todo 2x1 por cierre de local (prácticamente todos los locales cierran cuando se termina el verano y no vuelven a abrir hasta la siguiente temporada alta). 

De Las Grutas nos fuimos a Viedma, pero antes hicimos una detención en la playa de San Antonio Este ya que nos lo habían recomendado mucho. Cero brillo el pueblo, pero la playa es de puras conchitas y se ve muy blanco. Es interesante.


En el camino a Viedma me picó una abeja! Algo inimaginable e inesperado... ya que en la moto andamos totalmente tapados, de pies a cabeza y nuestros trajes son muy gruesos. La cosa es que siempre nos "atacan" insectos voladores, por la velocidad en que andamos rebotan en nosotros y quedan muertos en el parabrisas, en las cajas, en nuestros trajes y en los cascos. Esta vez, chocó de lleno en un dedo de mi mano derecha y rebotó directamente a mi muñeca, quedando atrapada entre mi chaqueta y mi guante. Supongo que la abeja se sintió atacada, y la muy desgraciada me picó!! Auch! Eso duele. Al menos la maté jaja. Nunca me había picado una abeja desde que tengo memoria, así que no sabía si era alérgica o no. Menos mal que no. Jaja les cuento esto porque me parece el colmo de la mala cueva y merecía ser contado!

Viedma no es un balneario, pero está al borde de un río, el Río Negro. Nos gustó también esta ciudad, es pequeña pero tiene un poco de todo. Estuvimos sólo una noche ahí y alojamos en un hostel con muy buena atención. No tenía estacionamiento para la moto, pero había una cochera (estacionamiento pagado) a pocas cuadras. 


Al otro lado del río había otra ciudad pequeña, Carmen de Patagones (nosotros en un principio pensamos que era parte de la misma ciudad), y se forma un comunicación bien buena entre ambas partes ya que se hacen diferentes actividades en cada lado, por lo que se complementan. Lo divertido es que, estando tan cerca, son parte de provincias diferentes (muy similar a las regiones en Chile): Viedma es capital de la provincia de Río Negro, y Carmen de Patagones es de la provincia de Buenos Aires. Por lo que tienen diferentes normas, incluso diferentes policías. 


En Carmen de Patagones justo estaban en festividades, así que pudimos ir a una feria sobre la costanera donde vendían de todo, desde ropa made in china hasta comida rica y artesanías autóctonas. Estuvo bueno. 

Como me había tomado un antihistamínico para aliviar el dolor de la picadura, caí del sueño muy temprano y luego de ponerme algo de hielo, dormí. Roberto aprovechó el rato para estar en internet y ver algo de tele. A la mañana ya me sentía mucho mejor, y armamos todo para continuar el viaje... pero se largó a llover. Revisamos el estado del tiempo en internet y aparecía que iba a seguir así por varios días, así que no nos quedó de otra, nos colocamos los trajes de goma y salimos al camino. Llovió la mitad del camino, luego paramos a almorzar a una YPF y nos sacamos los trajes para seguir andando con no tanto calor.

Ese día llegamos hasta Bahía Blanca. El día anterior habíamos buscado alojamientos a través de internet y nos dirigimos a un hostel que se veía muy bueno por lo barato y la ubicación. Cuando lo encontramos, era un asco! Así que partimos a buscar una mejor opción. Después de 2 horas de búsqueda nos rendimos y finalmente nos quedamos en un hotel que estaba bueno, pero no tan bueno para justificar su alto valor... pero bueno, no siempre se gana. Estábamos muy cansados y muertos de calor, porque había dejado de llover y hacía un calor infernal. Entramos a la habitación, prendimos el aire acondicionado y morimos un buen rato. A la noche salimos a cenar al centro. Bahía Blanca es una ciudad bien grande, pero no lo conocimos mucho y, lo que alcanzamos a conocer, no nos llamó mucho la atención. 

Temprano al otro día volvimos a partir, nuestro destino era Mar del Plata. El clima estaba súper inestable: hacía muchísimo calor, pero amenazaba con lluvia. No sabíamos si ponernos o no los trajes de goma, pero decidimos dejarlos a fácil acceso y colocárnoslos sólo si se largaba porque esos trajes nos hacen sentir dentro de un sauna cuando hace calor. Nos fuimos de la ciudad, cargamos nafta, y unos 200km más allá paramos en la ciudad de Tres Arroyos a almorzar. Nos gustó esa ciudad, lo recorrimos muy poco en la moto pero nos encontramos con plazas y edificios bonitos. 


A los pocos kilómetros de haber salido de ahí, vimos una gigantesca nube amenazante sobre lo que seguía del camino por lo que nos orillamos y nos colocamos una vez más los trajes de goma. 


Para hacer el cuento un poco más corto, les cuento que nos metimos a un hoyo negro. Era una tormenta eléctrica en pleno campo con relámpagos y truenos. Resistimos un buen rato, unos 150km. Los camiones nos tiraban chorros de agua al pasar y los malos conductores adelantaban sin cuidado ni respeto a las circunstancias, haciendo todo más difícil. Paramos un rato a estirar las piernas en una bomba de bencina en las afueras de Necochea cuando creímos que habíamos pasado la nube y el cielo se comenzaba a aclarar. En un abrir y cerrar de ojos, la lluvia nos alcanzó (parece que la tormenta nos siguió) y decidimos continuar de inmediato, para escapar de lo peor. Pero, a 30km andados, un camión nos hizo cambio de luces y nos encontramos con un árbol caído que cortaba todo el camino. Algunos autos ya le habían hecho el quite saliéndose del camino, avanzando por el barro. Pero nosotros analizamos la situación y no era buena: si pasábamos por el barro nos podíamos quedar enterrados o caernos, pasar por sobre las ramas no era opción y Roberto ya casi no podía ver a través de la mica de su casco. Así que pensando en lo más responsable, nos dimos media vuelta y rehicimos los 30km hasta Necochea... ciudad donde alojamos sanos y salvos esa noche y nos secamos también. ¡Qué bueno que había algo cerca!