lunes, 30 de julio de 2012

Paso por Nicaragua y Honduras.


Llegamos a la frontera con Nicaragua cuando ya se hacía de noche. Por el lado de Costa Rica los trámites fueron extremadamente lentos. De partida, las calles eran de tierra haciendo todo más incómodo para andar de noche. En migración conseguimos los timbres en los pasaportes y de ahí faltaba tramitar el ingreso de la moto... pero ahí surgió el problema. Nadie sabía donde teníamos que hacer ese trámite! Primero nos mandaron a unas casetas que estaban unos 300m más atrás (o sea tuvimos que devolvernos), llegamos ahí y no era pero tampoco sabían donde. Luego seguimos un cartel que decía "aduana" y llevaba a un estacionamiento de camiones que no tenía ninguna oficina. Tuvimos que preguntar mucho y adivinar, y finalmente llegamos a unas oficinas que no tenían cartel alguno y preguntamos en una ventanilla, donde por casualidad resultó ser el lugar correcto. Para variar, para hacer ese trámite había que sacar varias fotocopias y no las sacaban ahí, sino que teníamos que ir a una fotocopiadora para sacarlas. Otra falla, la fotocopiadora estaba cerrada. Roberto tuvo que caminar mucho para encontrar otra (todo esto de noche) y cuando finalmente volvió a la ventanilla, le dijeron que no era ahí, sino por dentro de las oficinas! Aaaaah nunca nos habían tramitado tanto para SALIR de un país. 

Cuando logramos salir de ahí, se terminó el camino y se transformó en un barrial (era de tierra pero había llovido hace poco entonces era netamente barro) con muchísimas imperfecciones y hoyos hasta las oficinas de Nicaragua. Luego, al estacionarnos fuera del edificio de migraciones nos comenzaron a invadir los "tramitadores" (personas que supuestamente ayudan a agilizar los trámites, cobrando una "propina voluntaria" pero que realmente no hacen nada que uno no pueda hacer por sí solo). Hicimos todo perfectamente solos, pero al entrar nos enteramos de que cobran mucho dinero por ingresar al país: $1USD para la alcaldía + $10USD como impuesto de ingreso + $2USD por tramitación, es decir $13USD cada uno! Por tan solo ingresar, ni siquiera contando la moto. Bueno, no nos quedó otra opción y pagamos todo lo que se nos exigía y conseguimos las estampas en nuestros pasaportes. Después de esto, otra vez con lo de la moto y hubo que comprar un seguro obligatorio de $12USD... entonces, resumiendo, entrar a este país nos costó $38USD ($19.000 pesos chilenos).

Debido a que nos desocupamos muy tarde, quisimos alojar en el primer lugar disponible. La ciudad más cercana a la frontera se llama Rivas, y afortunadamente conseguimos un hotel descente muy cerca de la entrada. Se me olvidó mencionar que además había llovido durante casi todo el trámite... así que a penas llegamos a la habitación del hotel desarmamos todo el equipaje para colgar las cosas mojadas. 

Nosotros teníamos el dato de una amiga de Arturo (el novio de la hermana de Roberto) quien vive en Nicaragua y que quizás nos podía recibir, entonces lo primero que hicimos la mañana siguiente fue llamarla. Resultó que Keila vive en una localidad llamada Tola, que queda a una media hora desde donde estábamos nosotros. Nos invitó a pasarla a ver, así que fuimos de inmediato. Nos hicimos amigos al instante, ya que ella es una persona totalmente sociable y nos sentimos muy cómodos con ella y su familia. Conversamos un par de horas y su mamá nos atendió con deliciosa comida: limonada casera, un rico almuerzo de sopa de cangrejo (si les gustan los mariscos, les recomiendo que la prueben), y de postre helado casero de pasas. Hacía muchísimo calor así que fue muy agradable escaparnos un ratito del exterior. Tipo 3pm decidimos que debíamos retomar nuestro camino, ya que sino llegaríamos muy tarde a Managua (la capital de Nicaragua y nuestra próxima parada). Así que nos despedimos rápidamente y seguimos el viaje. Al parecer lo más bonito de Nicaragua son sus campos y playas (que son muy buenas para el surf). Nosotros no conocimos sus playas, pero todas las carreteras que tomamos cruzan los campos y es realmente lindo y natural. Habían más animales sueltos en el camino de lo que jamás habíamos visto hasta ese momento, caballos, vacas, toros, burros y chanchos.



Llegamos a Managua en la tarde y nos dirigimos específicamente a un hotelito que nos recomendó Keila, ya que el dueño es papá de uno de sus amigos. Nos hicieron precio especial y además nos dejaron estacionar la moto en la recepción. Entre que nos acomodamos y salimos, ya era hora de cenar así que preguntamos por ahí y encontramos una pequeña picada de comida típica Nicaragüense. Nos gustó mucho la comida, el plato tenía una brocheta con carne (de res, cerdo, o pollo), gallo pinto (arroz preparado con frijoles negros), ensalada de repollo y plátano (frito o cocido). Además, era muy barato.


No alcanzamos a conocer la ciudad ese día por lo que la mañana siguiente, antes de continuar viajando, dimos algunas vueltas en la moto. Hacía demasiado calor así que no aguantamos y nos salimos rápido a la carretera en busca de viento. 


Durante el trayecto, muchos policías nos pararon para pedirnos los documentos (e intentar sacarnos algo de dinero) pero, en general, cuando veían que éramos chilenos nos hacían pasar. Habíamos escuchado de bastantes viajeros a quienes les habían sacado alguna "coima", y ese tema nos preocupaba... pero pudimos comprobar que buscan turistas que no hablan el idioma para asustarlos (generalmente gringos y brasileños). Qué lamentable nos pareció, pero que bueno para nosotros que no les llamamos la atención!

Eso fue todo lo que conocimos de Nicaragua. Desde ahí seguimos directo hacia la frontera con Honduras, camino por el cual el paisaje constantemente fue campestre y de plantaciones manteniendo la belleza natural que habíamos percibido anteriormente. 


Los trámites de salida de Nicaragua fueron lentos pero mucho menos que los de ingreso. Otra vez nos sorprendieron, cobrándonos $3USD cada uno por salir del país (siendo que ya nos había parecido extraño que nos cobraran por ingresar), como que nos robaron un tanto.

La frontera por el lado Hondureño es muy chiquita y mucho más tranquila. Aquí no hay tramitadores y todas las oficinas están juntas. Este país también cobra un impuesto de ingreso, de $3USD por cada uno. Respecto al vehículo, cobran $35USD por ingresar la moto (ojo: sólo por ingresarla, no por comprar un seguro ni alguna garantía) y esto se cobra cada vez que se ingresa al país. Mientras Roberto tramitaba los papeles de la moto, pude conversar bastante con un señor que trabajaba en las minas de oro. Él me comentó mucho sobre el estado actual del país y de que las personas estaban muy insatisfechas, de que hay mucha pobreza y mucha rabia. 


A penas comenzamos a andar en la moto, sentimos una gran diferencia con el país anterior. En general Centroamérica es de pocos recursos económicos, pero en Honduras se siente muchísimo más. Las carreteras bajaron de calidad, estaban llenas de hoyos. Niños hacían obstáculos a modo de "peajes" para cobrarle a la gente para dejarlos pasar, y también los vimos vendiendo iguanas en la carretera. Muchos tenían ropa sucia y andaban a pie descalzo. Las mujeres, todas trabajadoras con grandes cargas sobre sus cabezas... 

Aquí también nos detuvieron los policías una vez, y había un civil sentado al lado de ellos quien nos preguntó cuánto nos habían cobrado para entrar a Honduras. Nosotros le dijimos el precio y nos dijo que en El Salvador también cobraban lo mismo para entrar, pero que él nos podía conseguir un "trato mas barato" con un contacto suyo. Nosotros le dijimos que no nos interesaba, que nos gustaban las cosas honestas no más. Ojo que todo esto fue con el policía escuchando y no le importó en absoluto (más tarde, al llegar a El Salvador verificamos que nos habían querido estafar, ya que no cobraban NADA en esa frontera!).

Nosotros en un principio planeamos ir a Tegucigalpa, que es la capital. Pero investigamos en internet y pedimos consejos y todos nos aconsejaron no ir. En otras palabras nos dijeron que es un basural, totalmente desorganizado y con ninguna atracción. Yo no sé si es cierto o no y espero no ofender a nadie que esté leyendo esto, pero decidimos saltarnos esa ciudad. Por lo que investigamos de Honduras, la única cosa que realmente nos interesó conocer son las ruinas arqueológicas de Copán. Dicen que es quizás la mayor fuente de información referente a la antigua civilización Maya. Muchas personas visitan este país exclusivamente para conocer estas ruinas, pero nosotros tuvimos que dejarlas fuera del viaje ya que su ubicación nos generó un conflicto en nuestra ruta. Las opciones eran atravesar Honduras para llegar a Copán (pasando por Tegucigalpa y dejando de conocer gran parte de El Salvador ya que era un camino o el otro), o cruzar Honduras por la parte más delgada hacia El Salvador, viajar por dentro de El Salvador y volver a atravesar a Honduras a la altura de Copán (esta opción, que en mapa se veía la mejor, la descartamos debido a que cobran cada vez que ingresa la moto). Después de todo este análisis... decidimos atravesar Honduras por la parte más delgada y simplemente no ir a conocer Copán (a pesar de que nos interesaba bastante), de todos modos podríamos conocer otras ruinas más adelante en México. 



Tomamos la carretera más directa que cruza hacia El Salvador y nos detuvimos una noche a mitad de camino, en una pequeña ciudad llamada San Lorenzo. Encontramos un hotel barato, donde nos pasaron una habitación realmente enorme con 5 camas matrimoniales! Fue extraño. Esa noche aprovechamos de conocer un poco la comida típica del país, ya que a la mañana siguiente nos iríamos de ahí. Para nuestra sorpresa, 2 platos típicos eran los burritos (típico mexicano) y las pupusas (típico Salvadoreño). Igual estaban muy ricos. 


El resto del camino hasta la frontera estuvo algo mejor, tan sólo campos y sencillez. Nuestra pasada por Honduras fue un nuevo récord para nosotros, estuvimos en el país sólo una noche y conocimos tan sólo un pueblo pero sentimos que algo conocimos de su cultura y actual situación. Ojalá el país de a poco se contagie de la alegría que hemos visto en el resto de Centroamérica y de a poco pueda salir adelante, porque en verdad nos dio pena ver todo tan decaído.

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