martes, 21 de agosto de 2012

El Salvador


Los trámites para salir de Honduras se hacen en el lugar más desordenado que hemos visto. Es una mezcla de feria callejera y lo que parecen edificios abandonados. Hacía un calor tremendo y obviamente no había sombra. Aparecieron los "tramitadores" una vez más, pero haciéndoles el quite averiguamos en qué edificio había que tramitar los pasaportes y conseguí los timbres muy rápido. El hombre de la ventanilla incluso me coqueteó, diciendo que a una mujer como yo no se le debía hacer esperar... jajaja qué risa me dio ya que en estos países aprovechan toda oportunidad de hacerse los lindos con las extranjeras. 


Después de lo de los pasaportes, hubo que tramitar la salida de la moto. Eso debería de haber sido muy rápido, pero justamente llegamos a la hora de almuerzo de la única persona que hacía ese trámite (nos dijeron que estaban cortos de personal) y no quedó otra que esperarlo una hora completa a que volviera a su puesto de trabajo (una pequeña caseta a la entrada de un puente que une Honduras con El Salvador). Cuando finalmente regresó, generó un simple documento escrito a mano y en unos segundos quedamos libres para irnos. 


Por el lado de Salvador era todo mucho más simple, pero había una fila enorme de gente. Así que con paciencia salimos de ahí relativamente rápido. En cada frontera aparece un personaje nuevo tratando de ganarse la vida a cuesta de los turistas, en esta destacó un niño que cobraba por transportar las maletas de los pasajeros de lugar en lugar. 


La aduana (para hacer el ingreso legal de la moto) se encontraba a unos pocos kilómetros del edificio de migración. Estaba vacío cuando llegamos, pero aún así fue estremadamente larga la espera ya que los encargados no tenían ganas de trabajar y hacían todo lo más lento posible. Nosotros mientras tanto esperábamos en un galpón que tenía efecto de invernadero, por lo tanto muertísimos de calor. Salimos de ahí como una hora más tarde y lo primero que hicimos fue almorzar en una estación de gasolina, escapando del calor con el aire acondicionado del local. 


El camino desde la frontera hasta la ciudad de San Salvador fue muy bonito y bastante largo. Llegamos a la ciudad de noche y nos internamos en una de las avenidas principales a la hora de más congestión vehicular. Tanto agetreo y tanta señalización hicieron que nos metiéramos con la moto a un pista equivocada (que era sólo para virar), y al tratar de salir de ese encierro un automovilista nos preguntó si sabíamos para donde ir. Cuando le dijimos que no sabíamos con exactitud, sino que nos dirigíamos a centro de la ciudad, nos dijo que lo siguiéramos a una estación de gasolina para que nos diera indicaciones. Así que así hicimos, y al conversar con la pareja que estaba en el auto resultó que también eran motoqueros y que nos habían seguido para ver de dónde veníamos viajando. Se encantaron con nuestra historia y nos dijeron que tenían un muy buen dato de hotel, que eran amigos del dueño y que era barato. También nos indicaron que meterse al centro de San Salvador de noche a buscar hotel era una locura porque estaba todo bien desordenado y lleno de comercio ambulante. Así que nos fuimos tras ellos al llamado "barrio rosa", donde habían muchos hoteles y restaurantes. Al llegar al hotel notamos que no era nada barato (una pista fue el peculiar automóvil del dueño, que estaba estacionado justo en frente), pero Roberto entró con nuestro guía para preguntar bien. Resultó que era más caro de lo que podíamos pagar, pero Olger (así se llamaba) se sintió responsable por habernos llevado hasta ahí y nos pagó la mitad de la habitación. Una vez más nos asombramos de la generosidad de un total extraño hacia nosotros. Mientras desmontamos nuestras cosas de la moto, conversamos bastante con él y Lili (su esposa) y decidimos que deberíamos salir a cenar juntos. Así que nos instalamos, duchamos y cambiamos de ropa y más tarde nuestros nuevos amigos nos fueron a buscar al hotel. 


Nos llevaron a la cima de lo que se llama los Planes de Renderos, un sector sobre los cerros que miran toda la ciudad. Ahí comimos la comida típica "pupusas" (tortilla gruesa de harina de maíz, rellena con carne, queso, chicharrón, o lo que se te ocurra) en uno de los locales más típicos de la zona. Habían turistas de muchos países y mariachis cantando. Estuvo muy bueno. Nos llevaron de vuelta al hotel y durante el camino vimos las luces de la ciudad desde lo alto. 

Al día siguiente nos levantamos tarde, aprovechamos de descansar. Escribí un poco para este blog, mientras subía fotos del viaje al facebook y trágicamente se me cayó el netbook al suelo. Dejó de funcionar de inmediato. Este netbook es el único que trajimos al viaje y es de Roberto... no mío, así que la desesperación fue más aún. Intentamos encenderlo de nuevo y nada. Claramente lo siguiente a hacer fue buscar un técnico para que lo reparara, así que gracias a las páginas amarillas llegamos a un local que se veía confiable y lo dejamos encargado. Según nos dijo, podría ser algo tan simple como un cable suelto, o algo tan grave como el disco duro muerto (de ser así saldría muy caro el arreglo y además probablemente perderíamos toda la información: las fotos!!!).


No sacábamos nada con quedarnos ahí a esperar así que, mientras lo revisaban, fuimos a recorrer la ciudad. Dimos algunas vueltas por el centro, y vimos lo mismo que nos dijo Olger: mucho comercio ambulante, bastante desorden y caos... pero igual se veía entretenido. Decidimos seguir andando en la moto, sin destino fijo, y por casualidad llegamos a los planes de renderos (donde nos habían llevado nuestros amigos la noche anterior) y seguimos andando unos kilómetros más hasta llegar a uno de los puntos más turísticos de la ciudad: "la puerta del diablo", un peculiar vacío entre dos formaciones rocosas, que deja entre-ver todo el valle. Es un lugar muy bonito. Hay varios puestos de artesanía y claramente habían muchos turistas. Nos conversó harta gente, debido a la moto... todas personas muy simpáticas. 



Bajamos del cerro en busca de un lugar para almorzar y no encontramos uno que nos llamara la atención, así que nos dirijimos hacia el servicio técnico (donde habíamos dejado el netbook) y almorzamos en un Wendy's que encontramos en el camino. Desde ahí nos fuimos en busca del computador. Ibamos preocupados y el técnico nos alegró el día. Resultó que sólo se había soltado el cable de la pantalla, por lo que el arreglo fue inmediato! Qué alivio! Desde ese momento no pasamos información al netbook sin pasarlo al mismo tiempo al disco duro externo para tener el respaldo. Los netbook son tan frágiles y con tanta vibración con la moto, tenemos suerte que éste aún siga con vida! 

Nos quedaba un poco de tarde aún, así que fuimos a pasear a un mercado bien bonito de artesanías, que quedaba por lo demás muy cerca del barrio rosa. De ahí volvimos al hotel y descansamos viendo tele. 


Al día siguiente nos juntaríamos una vez más con nuestros amigos Olger y Lili, quienes nos invitaron a pasar una noche con ellos en su casa en la playa de San Blas. La ciudad de San Salvador está a muy pocos kilómetros de la costa, así que llegamos a la playa en una hora más o menos. Nos asombramos de la belleza natural de estas playas tan pronto las vimos. Llevamos nuestras cosas a la casa, las dejamos ahí, y siguió el paseo en moto (ellos andaban en su KTM) por unos 20 minutos más ya que nos quisieron llevar a almorzar a su picada favorita de la costa. Recorrimos el inicio de una ruta conocida por sus túneles escavados entre las montañas, un camino con muchas curvas y vista hermosa. En la picada probamos el ceviche salvadoreño y las "conchas", un marisco que se caracteriza por su jugo de tinte negro y por comerse crudo con limón. Disfrutamos de la hermosa vista al mar y de la buena conversa.




Volvimos a la casa de playa y recorrimos la playa privada del condominio, todo muy hermoso... y a la noche salimos a cenar. Nos llevaron a la playa El Tunco, una playa conocida por sus buenas condiciones para el surf. El lugar tiene mucha vida nocturna, muchos surfistas y turistas y música y buen ambiente. Cenamos en un local que había inagurado hace muy poco y se hacía llamar "Teikirisi", sonaba la música de Gondwana (grupo de reggae chileno), tanto las mesas como las sillas estaban hechas de palettes de madera, y estaban experimentando con los ítemes del menú por lo que había poca variedad: hamburguesa con piña, y burritos de res. Fue un ambiente muy entretenido.


La mañana siguiente Olger debía ir a trabajar muy temprano (es piloto de aviones), así que nos despedimos de nuestro nuevo amigo esa noche. Pudimos levantarnos y empacar todo más relajadamente esa mañana y tipo 11am salimos del condominio. Nos despedimos ahí de nuestra amiga Lili, quien se había quedado por nosotros. Siempre lo digo, pero cada vez nos es más difícil despedirnos de nuestros amigos del camino... este tipo de generosidad sin esperar nada a cambio, hacia personas totalmente desconocidos como lo éramos nosotros, simplemente se puede agradecer con palabras. Esto es lo que ha hecho tan especial nuestro viaje.


Volvimos a tomar la ruta costera del día anterior, pasando esta vez por unos 5 túneles. El camino cada vez se puso más lindo, y luego nos internamos en una ruta que nos fue muy recomendada: la Ruta de las Flores. Es un hermoso paseo que atraviesa varios pueblos y deja ver una gran variedad de artesanías diferentes y mucha cultura. La mayoría de las personas (sobre todo las mujeres) con vestimenta autóctona y personas transportando grandes cargas sobre sus cabezas. En la ruta se veía mucho transporte de leña sobre carritos que usan como skateboards en las bajadas, y buses viejos sobrecargados en sus techos. 




Nos detuvimos a almorzar en un restaurant que parecía sacado de un cuento de duendes, con jardines de ensueño y mesas y sillas pintadas con flores. Hamacas estaban colgadas de los pilares y en todos lados refranes y adivinanzas escritas sobre madera. La comida por lo demás estaba esquisita, aquí ya comenzamos a sentir la influencia Guatamalteca y Mexicana.


El clima se puso un poco incierto, e incluso llovió un poco por lo que salimos arrancando para dejar el mal tiempo atrás y al poco rato llegamos a la frontera con Guatemala. Nuestra experiencia en El Salvador fue increible, llegamos con pocas espectativas y nos sorprendió. Aquí una vez más probamos que no hay que creer todo lo que a uno le dicen, sino que verlo por uno mismo. El país tiene un pasado muy complicado y esto disminuyó muchisimo el turismo que recibe hasta el día de hoy. Pero esos problemas tan mencionados ya no están y la gente está feliz por recibir turistas, por lo que nos trataron mucho mejor que en otros países que son conocidos como "menos peligrosos". Así que no le hagan caso ciego a lo que les digan, y vamos descubriendo lugares nuevos!!!

4 comentarios:

  1. Cuanto me alegra leer que la pasaron super en mi pais... yo creo que son reales testigos que no en vano a El Salvador se le conoce como "El país de la sonrisa".. porque basta conocer a su gente y sentir lo agradable y cordiales que somos con el extranjero... mil gracias por las fotos, me hicieron acordar muchas cosas... saludos!!!
    Dr. Nelson M. Escalante M.
    Salvadoreño residente en Chile...

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    1. Tienen mucho de cierto sus palabras, El Salvador es maravilloso. Gracias por el apoyo ;)

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  2. todo lindo,que lata las panas.besos

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  3. Quiza la proxima vez quiza pasen por un bello pueblo que se llama "Alegria" En El Salvador
    http://www.mipuebloysugente.com/photos/Alegria-Usulutan/DSC05013.JPG
    https://c2.staticflickr.com/4/3094/2919857571_1337a0fc94.jpg
    http://farm5.static.flickr.com/4100/4750596663_5a6c8f5650.jpg

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