viernes, 27 de julio de 2012

Costa Rica!



Después de muchas horas y muchos kilómetros andados ese día, llegamos a la frontera de Costa Rica a las 5:30pm. Debido al cambio de hora, ahí eran las 4:30pm lo cual nos alegró ya que nos regalaba un día más largo para llegar a nuestro destino con luz de día... pero tan demoroso fueron los trámites fronterizos que nos pudimos ir de ahí recién a las 7:30pm, y ya de noche con oscuridad plena. 


Durante nuestra tediosa espera, preguntamos a un par de personas si tenían algún dato para hospedar en la playa Golfito. Nosotros habíamos averiguado por internet que esa supuestamente era una de las playas más lindas de Costa Rica, pero al preguntarle a la gente de ahí nos miraban raro ya que decían que no había nada bonito en ese lugar... sino que más bien era un puerto pequeño. Nos recomendaron que cambiáramos nuestro destino, pero la siguiente playa estaba a varios kilómetros de distancia y a esa hora ya no queríamos andar más. Nos dio pena, ya que el día siguiente era el cumpleaños de Roberto... pero decidimos mantener nuestros planes y llegar a Golfito a probar suerte. Desde la frontera hasta Golfito son muy pocos kilómetros en un angosto camino rural y en ese momento había una oscuridad del 100%, por lo que ambos íbamos con nuestros ojos bien abiertos para esquivar cualquier obstáculo que apareciera y aún así arrasamos con un hoyo inmenso del camino (que jamás vimos). Nos llegó a doler hasta el alma! Pero ya que no se sintió pinchada, seguimos andando. En la entrada del pueblo encontramos inmediatamente 3 hoteles que se veían bien (a todo esto, no estábamos en busca de un hotel básico como siempre sino de uno con comodidades para descansar y festejar el día especial). Al descender de la moto, nos encontramos con la sorpresita de que el neumático no estaba pinchado, pero la llanta trasera estaba completamente abollada! Esto fue una muy mala noticia, ya que la goma podría desmontarse de la llanta en cualquier momento. 


Descartamos los hoteles por su relación "precio-calidad" y con mucho cuidado seguimos andando. Ingresamos al pueblo, el cual es muy pequeño y sencillo, y lo cruzamos completamente hasta que las calles se tornaron de tierra. Ahí encontramos un cuarto hotel. Éste era mucho más lindo y tenía todas las comodidades. Entré a consultar el precio y era más alto de lo que planeábamos... pero la recepcionista se apiadó de nosotros y nos hizo una buena rebaja. Así que después de un día muy largo, cansador y muy caluroso, llegó nuestro merecido descanso.

La mañana siguiente, nos informaron en el hotel que nos darían un "up-grade" a una habitación mejor ya que fumigarían el piso en el que nos quedamos la primera noche. Inmediatamente mudamos nuestras cosas y luego tuvimos que dejar en pausa el relajo cumpleañero, para solucionar la situación de la llanta doblada. Llevamos la moto a primera hora a un taller mecánico para ver si nos podían ayudar, pero no podían. Sin embargo tuvimos la grandísima suerte de que muy cerca había un local de repuestos de moto, quienes trabajaban con un taller que tenía una máquina para reparar llantas, en otra ciudad cercana. Entonces desmontamos la rueda en el taller (dejando la moto ahí) y llevamos la llanta al local de repuestos para que ellos la enviaran en taxi a la otra ciudad, la arreglaran, y la mandaran de vuelta en otro taxi la mañana siguiente. Tuvimos que confiar en que la llanta llegaría de regreso y en buen estado (así funcionan las cosas en los pequeños pueblos), pero la gente se veía confiable así que no lo dudamos. 

Luego de terminar con ese trámite, pudo comenzar el cumpleaños... pero se largó a llover! Y no es una exageración, la lluvia fue escandalosa (en un principio fue agradable ya que el calor del lugar estaba insoportable). Intentamos caminar de regreso al hotel, pero ni veíamos de tanta agua y era casi imposible caminar sin caerse, así que nos refugiamos un ratito debajo de unos techos. Cuando pareció disminuir un poco, continuamos hacia el hotel. Sin embargo, nada sirvió y llegamos completa y totalmente mojados de regreso. Se podría decir que conocimos la lluvia tropical, tan característica de este país. Lo bueno es que todo esto es con calor, por lo que la lluvia es mucho más soportable. 




Independiente de la lluvia, nos pusimos en modo celebración y decidimos disfrutar de la hermosa piscina del hotel. Quizás fue por el mal clima, pero éramos los únicos huéspedes en la piscina. Fue el momento de relax máximo. Además del entorno: hermosos pájaros volando y cantando por doquier, nubes formándose entre los cerros tupidos y palmeras tropicales rodeando la piscina. No pudimos evitarlo, y nos dimos el gusto de comer unos ricos calamares rebosados en el restaurant de la piscina. Siguiendo con la celebración, comimos una rica cena en el restaurant del hotel y, con un poco de ayuda del garzón, el cumpleañero finalmente sopló sus velitas. Consideramos que nuestra corta estadía en Golfito fueron unas minivacaciones dentro de nuestro gran viaje, y un lujo totalmente merecido. Nos da pena no haber conocido las fantásticas playas tan recomendadas de este país, pero Golfito con su pequeño puerto y grandes hoteles no se queda atrás.













































Al otro día, Roberto fue en busca de la llanta arreglada y ya estaba de regreso y arreglado perfectamente. Volvió al taller para montarla en la moto y quedamos listos para seguir andando. Ese día planeamos llegar hasta San José, la capital de Costa Rica. El comienzo del camino fue costero y muy hermoso, luego comenzó a abrir camino entre los cerros y la temperatura bajó muchísimo, excelente para nosotros. 

A pesar de que había quedado arreglada la llanta, sentimos mucho movimiento en la rueda y Roberto dedujo que los rayos habían quedado sueltos (ya que era imposible que la llanta quedara 100% redonda de nuevo). Así que en la primera oportunidad que tuvimos, paramos en un taller para ajustar los rayos. Mientras estábamos ahí detenidos, vimos como el cielo se puso negro y una nube amenazadora venía en nuestra dirección. Así que tan pronto quedó lista la moto salimos arrancando. 


El camino siguió entre los cerros, muy bonito. A los pocos kilómetros andados pasamos un viajero en bicicleta (hacía mucho que no nos habíamos encontrado con uno), lo saludamos con un bocinazo y seguimos andando. Un poco más allá nos detuvimos a almorzar, y el ciclista llegó al ratito preguntándonos si éramos chilenos (viajamos con una bandera en la parte de atrás del equipaje) porque él también lo es! Está fue una tremenda coincidencia, ya que no es muy común que un chileno viaje lejos en bicicleta, ni tampoco en motocicleta. Así que ahí, en un local de comidas a la mitad de la carretera en Costa Rica, nos quedamos conversando tres chilenos poco comunes. Mayor fue la sorpresa cuando entre conversaciones descubrimos que teníamos muchos amigos en común, incluso es amigo del hermano de Roberto!. Fue muy agradable. Esperamos que Ignacio también logre su meta de llegar hasta Alaska! 


Nos quedamos conversando y se nos pasó la hora... no nos dimos ni cuenta y ya eran las 4:30pm y nos faltaba mucho por andar. Además, estaba comenzando a llover. Así que nos despedimos de nuestro nuevo amigo del camino y seguimos hacia San José. La lluvia siguió en aumento y cuando entramos a la ciudad de San Isidro (a unos 100km de la capital), ya estaba peligroso para manejar. Nos refugiamos bajo un techo en una estación de gasolina, con la esperanza de que disminuyera pero esto no pasó. Decidimos quedarnos en esa ciudad y no seguir camino. Ni alcanzamos a colocarnos los trajes de goma, en menos de 5 minutos nos encontramos absolutamente mojados y goteando. Nuestro equipaje estaba totalmente mojado por dentro del bolso, situación más que anecdótica ya que San Isidro paradójicamente es el santo de la lluvia! Encontramos un pequeño hotel, donde arrendamos una habitación y esparcimos todas nuestras cosas con la esperanza de que se secaran para el día siguiente. 

Luego de esto, decidimos no ir a hospedarnos al día siguiente a San José ya que avanzaríamos muy pocos kilómetros y nos atrasaríamos una noche más. Así que decidimos seguir camino directamente hasta Nicaragua y cruzar la frontera ese día. Saliendo de San Isidro por el camino montañoso se llega al llamado "Cerro de la Muerte". Este cerro no se llama así por tener caminos malos ni por peligroso, sino porque hace muchos años atrás la gente se moría ahí al cruzarlo a pie con temperaturas tan bajas... es decir que ahí hace mucho frío. Nosotros lo subimos y lo bajamos, llegando al punto más alto que hemos llegado en este viaje con la moto: 3.360km de altura. Hacía bastante frío, pero totalmente soportable con la ropa correcta. Nosotros no íbamos bien abrigados, así que nos detuvimos en un lindo puesto de artesanías a tomarnos un chocolate caliente y entibiar nuestros cuerpos. Luego nos colocamos los trajes de goma, preveniendo la siguiente lluvia. 




Dejando atrás el cerro de la muerte, el camino se hizo mucho más recto y común. De todos modos cruzamos San José (pero sólo de pasadita) y luego la ruta se llenó de muchos vendedores de cosas naturales y artesanías a orillas del camino hasta la frontera con Nicaragua, frontera a la cual llegamos casi de noche. Sentimos que no conocimos Costa Rica como deberíamos... es sabido que es un país maravilloso, y por lo que vimos si lo es. Así que queda anotado en nuestra lista de lugares a los cuales retornar. =)

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