Para llegar a Isla de Margarita sólo hay dos medios: aire y agua. Ya que nosotros andamos con la moto, nuestra única opción era por medio de un ferry. Existen unas cuantas empresas que realizan este trayecto, pero sólo unas pocas que transportan vehículos. Roberto averiguó bastante y decidimos irnos con la empresa Naviarca, que tenía los precios más bajos de todos. El viaje se hacía tres veces al día y nos tocó tomar el de las 1pm. Llegamos como una hora antes, para hacer los trámites de comprar los pasajes y asegurar un cupo para el vehículo... había una fila enorme de camiones y autos esperando desde más temprano aún, pero nos aseguraron que las motos siempre lograban subir por el poco espacio que ocupan. El proceso es súper desordenado, nadie sabe donde está el encargado y nos hicieron esperar un montón, hasta que Roberto consiguió perseguirlo para que nos diera la autorización. Luego hubo que esperar a que cargaran todos los vehículos al ferry y subieran los pasajeros. Finalmente zarpamos con una hora y media de retraso... hacia nuestro destino más esperado de Venezuela y el más turístico del país.
El trayecto estuvo bastante bien, excepto por mis mareos típicos y a que no vendieran comida suficiente a bordo. Al ser la opción más económica, también era la más lenta y demoramos casi 6 horas en llegar a la Isla. Arrivamos al puerto de Punta de Piedras alrededor de las 6:30pm y ya estaba de noche. Habíamos hecho una reserva en un pequeño hostal en Playa El Agua... al otro extremo de la Isla así que, luego de desembarcar, nos dirigimos hacia allá. Nos tocó un poco de lluvia, y mucha humedad. Desde un comienzo nos agradó más este ambiente, se notaba más turístico y muy diferente al resto del país que habíamos conocido hasta el momento. Atravesamos algunas ciudades que se veían interesantes, y muchos cerros que nos imaginamos muy hermosos pero que no pudimos apreciar por la oscuridad de la noche.
En menos de una hora llegamos al hostel indicado, que parecía una casita común y tocamos el timbre varias veces... pero nadie salió a recibirnos. Ya era tarde, casi las 10 de la noche y no sabíamos de otro lugar donde quedarnos... así que fue bastante desagradable. Por suerte habían muchos hospedajes en el sector y a la vuelta de la manzana encontramos un lugar maravilloso. Era bueno, bonito, y caro! Pero el dueño era muy comprensivo con nosotros y muy buena persona y nos hizo un tremendo descuento, quedando casi al mismo precio que el hostal malo que no nos abrió. Se llama Posada La Ross y tiene de todo, habitaciones grandes con aire acondicionado, baño con agua caliente (poco común en lugares tropicales), televisor, wifi, pasillos con hamacas, tremenda piscina, estacionamiento... buena atención. Lo recomendamos a full para quien quiera darse unas vacaciones de relajo.
Esa noche dormimos muy bien. Al día siguiente salimos a recorrer el resto de la Isla ya que hay varias ciudades que conocer. Nos entretuvimos bastante, ya que comenzó a aparecer una faceta más turística de Venezuela... ciudades más ordenadas, con gente más amable y felices de recibir extranjeros. En la tarde disfrutamos del relajo de la maravillosa piscina del hotel y el día siguiente lo dedicamos a la playa.
La playa El Agua es el balneario principal de la Isla y se nota que tuvo una época de esplendor... pero en la actualidad está todo muy decaído. En toda su extensión hay locales de comida, pero están muy descuidados y les falta pintura y mantención. La playa en sí es muy bonita, tiene palmeras y todos los locales arriendan asientos y quitasoles. Estaba todo muy tranquilo, por ser temporada baja y nosotros aprovechamos de descansar tirados en la arena bajo la sombra de palmeras.
Como mencionamos en la publicación anterior, en este país hay 2 tipos de cambio respecto al dólar: el oficial y el del mercado negro. El cambio oficial nos perjudicaba tanto, que no podíamos costearnos nuestra permanencia ahí... pero con el cambio no-oficial, si. Los dólares que habíamos entrado al país ya se nos habían agotado, y al retirar dinero de un cajero automático el cambio oficial se hacía de inmediato, así que teníamos que encontrar alguna solución alternativa o sino nos tendríamos que ir de ahí. A Roberto se le ocurrió algo bueno y el dueño del hotel fue tan buena persona que nos ayudó. Le hicimos un traspaso de dólares a través de PayPal y él nos pasó Bolívares Venezolanos al precio de mercado negro! Las dos partes salimos ganando, ya que los residentes venezolanos no tienen muchas formas de conseguir dólares americanos.
Gracias a él, pudimos pagar nuestra estadía y seguir disfrutando de la Isla, sin perjudicar nuestro presupuesto de viaje. La Isla de Margarita es Zona Franca y se dice que es muy buen lugar para ir de compras, así que el otro día fuimos a un mall de la ciudad mas grande de la isla: Porlamar. Vitrineamos y encontramos varias cosas baratas y otras a precios normales. Hicimos unos cálculos y decidimos que podíamos destinar un poco de dinero a comprar unas zapatillas nuevas para Roberto... ya que las suyas ya daban pena y un poco de asco jaja. Como debemos hacer rendir el dinero para que nuestro viaje dure tanto como queremos, generalmente no nos damos este tipo de gustos pero había que aprovechar la oferta! Es increíble lo caras que son las zapatillas en Argentina, Uruguay y Brasil respecto a cuanto cuestan en Chile (siendo que son muchísimo más baratas aún en EEUU).
Ese día almorzamos en una pequeña ciudad y encontramos un pequeño restaurant de comida típica, atendido por sus dueños. Nos encantó el lugar y la comida! Yo probé la sopa marinera y Roberto disfrutó de calamares rebosados. Esto acompañado de rico té-helado natural y postre. Al conversar con el dueño comenzamos a entender un poco la situación del país y el por qué está así. Según nos comentó, la Isla fue realmente turística pero el gobierno actual no incentiva el turismo y comenzó a decaer de a poco hasta su situación actual. Y algo muy cierto es que Venezuela tiene gran potencial para el turismo... tiene paisajes hermosos e increíbles que podrían explotarse muchísimo, pero las personas no quieren trabajar (el régimen socialista extremo de Chávez fomenta el desempleo, ya que los pobres obtienen más beneficios que los ricos) y sólo algunos siguen intentando mejorar el turismo.
Ese día almorzamos en una pequeña ciudad y encontramos un pequeño restaurant de comida típica, atendido por sus dueños. Nos encantó el lugar y la comida! Yo probé la sopa marinera y Roberto disfrutó de calamares rebosados. Esto acompañado de rico té-helado natural y postre. Al conversar con el dueño comenzamos a entender un poco la situación del país y el por qué está así. Según nos comentó, la Isla fue realmente turística pero el gobierno actual no incentiva el turismo y comenzó a decaer de a poco hasta su situación actual. Y algo muy cierto es que Venezuela tiene gran potencial para el turismo... tiene paisajes hermosos e increíbles que podrían explotarse muchísimo, pero las personas no quieren trabajar (el régimen socialista extremo de Chávez fomenta el desempleo, ya que los pobres obtienen más beneficios que los ricos) y sólo algunos siguen intentando mejorar el turismo.
Para volver a tierra firme, volvimos a tomar un ferry. No sabíamos con exactitud los horarios de partida, así que salimos temprano del hotel para atravesar la Isla y llegar al puerto. Por suerte, había una embarcación que zarpaba una hora más tarde y tenía lugar para nosotros y la moto. Los trámites fueron mucho más rápidos que la vez anterior, ya que este puerto era bastante más ordenado. El trayecto de regreso fue un poco más corto y llegamos a Cumaná tipo 5pm.
Desde ahí anduvimos un par de horas para llegar a Mochima, un pequeño pueblo de pescadores que nos recomendaron debido a sus lindos paisajes. Ahí encontramos un pequeño hostal donde nos instalamos ya cuando se hacía de noche. Salimos a comer unas empanadas y conocimos a un grupo de Argentinos que andaban vacacionando. Fue agradable conversar con ellos. Sólo nos quedaríamos ahí una noche, para seguir avanzando... pero debíamos conocer lo bonito del lugar antes de irnos, así que la mañana siguiente nos juntamos con "Pollo" para dar un paseo en lancha por las cercanías. Pollo es amigo de Gabriel, nuestro amigo Venezolano quien nos ayudó a planificar la ruta por su país. Mochima es conocido por sus playas cercanas, a las que se llega sólo por agua, y por la condición tan translúcida de sus aguas, que permite hacer buceo y snorkelling con excelente visibilidad. Nosotros nos conformamos con dar un corto paseo en la lancha y nos asombramos de los hermosos paisajes. Es una pequeña maravilla escondida.
Un poco después de mediodía montamos todo en la moto y seguimos nuestro camino. Nos fuimos por la costa, por una carretera con muy lindas vistas al mar donde pequeñas playas aparecían entre cerros. Pensamos quedarnos esa noche en Higuerote, un balneario del camino. Camino hacia allá nos desviamos sin querer y llegamos a otra playa. Encontramos un hotel y entramos para preguntar tarifas... pero fue choqueantemente caro, así que nos devolvimos hacia el camino principal en busca de Higuerote. Cuando llegamos ahí, comenzamos a buscar lugar para alojar... y nos fue muy mal. Muchas opciones muy caras, y unas pocas opciones de muy mala calidad en pleno centro y sin estacionamiento. Ya estábamos bastante cansados ya que llevábamos varias horas andando... pero decidimos seguir camino y buscar una opción mejor. Anduvimos hasta que se hizo de noche, nos perdimos en unos caminos de pueblo tras pueblo donde no había hotel ni lugar para comer y dimos muchas vueltas. Ya cuando estábamos al borde de la desesperación, llegamos a un hotel en las afueras de una ciudad llamada Tacarigua. No tenía muy buena apariencia, pero tenía restaurant y estacionamiento para la moto así que nos conformamos. En la recepción nos avisaron que no podríamos usar el restaurant, ya que estaba reservado para un evento privado: una fiesta "Quinceañera". Esto nos dio muy malas vibras, ya que significaría música fuerte hasta la madrugada y gente bebida en el estacionamiento, lo que pondría en riesgo la moto. Dijimos que iríamos a comprar algo para comer y volveríamos (lo cual hicimos, pero también buscamos más hoteles ya que no nos agradó nuestra única opción). Finalmente volvimos al hotel, ya que no hallamos otro, y un señor nos dijo que llegamos tarde... ya habían arrendado la última habitación. Casi lloramos. Eran más de las 9 de la noche, sinceramente no sabíamos qué más podíamos hacer. Al instante oimos "Oigan, era una broma... yo no tengo idea si se arrendó la habitación, pregúntenle a la señorita! Esto es para que aprendan, deberían haber tomado la habitación en una comienzo."... maldito! El señor ese ni trabajaba ahí, sino que era un huesped borracho. En ese momento conocimos el humor desviado de los Venezolanos... y no fue agradable. Gracias a dios que aún quedaba una habitación para nosotros y nos encerramos ahí para no salir hasta la mañana siguiente. Estaba bien fea, ni siquiera nos dimos duchas y usamos nuestros sacos de dormir porque las sábanas estaban sucias. Al poco tiempo comenzó la música de la fiesta, y otras músicas más en el estacionamiento (los otros huéspedes que armaron fiesta en sus autos). Escuchamos voces toda la noche a través de nuestra ventana y cada vez que se oían cerca, alguno de nosotros se levantaba a ver que la moto se encontrara bien. Ya nos habíamos desconfiado de los estacionamientos en este tipo de lugar después que nos robaran un espejo en El Dorado. Bueno, resumiendo, esa noche no dormimos nada.
Salimos de ese lugar lo más temprano posible y nos fuimos por una ruta que nos llevaría hacia la costa. Parece que nuestra mala suerte nos siguió porque el camino se encontraba cerrado por reparaciones y, al tomar el desvío, nos metimos a la carretera principal que lleva directo a Caracas (ciudad que queríamos evitar). Pensamos que más adelante podríamos hallar un retorno y en el momento menos pensado, nos metimos a un hoyo del camino. Esto fue el colmo de los colmos: pinchamos la rueda trasera... por primera vez en todo el viaje, y después de 19.000km invictos!!! Lo bueno fue que pudimos detenernos en el único pedacito de berma que tenía una gran sombra para reparar la cámara.
La moto con tanta carga queda muy pesada y entre los dos no podemos levantarla para pararla en su pata central, así que bajamos todo el equipaje (incluyendo las cajas). Roberto es un experto en desmontar y reparar las ruedas porque en viajes anteriores habíamos pinchado varias veces... y la desmontó muy rápido. Ahí nos encontramos con la sorpresa de que la cámara no podía parcharse ya que no se había pinchado, sino que se le había salido la válvula (eso no tiene arreglo). Fue una gran pena, porque esa cámara era una "ultra heavy duty", es decir como cuatro veces más gruesa de lo normal y por lo mismo nos había durado tanto tiempo. Siempre andamos trayendo cámaras de repuesto para estos casos, así que le colocó una nueva y volvimos a montar todo.
Nos habíamos sorprendido de que ningún auto, moto, ni camión se había detenido a preguntarnos si necesitábamos algo... en otros países ya habríamos recibido ayuda. Justamente se detuvo un auto y se estacionó frente a nosotros. Se bajaron 2 mujeres y un niño y nos dijeron que generalmente la gente no se detiene por miedo ya que hay mucha delincuencia. Ellos habían parado porque se les había encendido una luz de "check-engine" y querían revisar los niveles de aceite y agua. Nos pusimos a conversar y resultó que Jorge (el niño) es de padre Chileno! Fue una gran coincidencia... Euker (su mamá) nos dijo que cree mucho en las señales, y que creía que la luz de su auto se habría encendido para que nos conociéramos. Roberto ya había terminado de reparar la rueda... así que estábamos listos para irnos, pero le faltaba un poco de aire ya que el inflador eléctrico no tenía suficiente potencia. Euker ofreció montar algunas de nuestras cosas a la maleta de su auto para que la moto tuviera menos peso e ir juntos hasta una estación de gasolina. Yo me fui con ellos y Roberto en la moto nos siguió. Cuando llegamos a la gasolinera, ya habíamos hablado de todo y ella nos invitó a quedarnos unas noches en su hogar en Catia La Mar -ciudad costera a la altura de Caracas. Yo le había comentado que no queríamos ir a la capital porque nos habían dicho que era muy peligroso para llegar en la moto. Su invitación era a que nos quedáramos a dormir en su departamento y dejáramos la moto ahí para pasear a pié en Caracas. El trayecto entre su casa y el centro de la capital se demoraba máximo una hora y lo hacía todos los días para ir a trabajar, así que nos podía dejar ahí en la mañana y luego también devolvernos juntos en la tarde. Esta vez si que nos sorprendimos con la invitación! Cosas similares nos habían pasado en Brasil, pero no nos lo esperábamos en Venezuela. Nos pareció maravillosa idea, y aceptamos su invitación.
Llegamos hasta su edificio y dejamos la moto guardada para ir a almorzar. Los cuatro estábamos muertos de hambre, ya eran como las 4pm y nadie había comido. Nos llevaron a un puesto a orillas de la playa, a comer un típico plato de pescado "pargo" con patacones, arroz y ensalada. Muy rico!!!
Hacía muchísimo calor y lo único que queríamos era cambiarnos de ropa así que volvimos, nos instalamos en su departamento y nos tomamos unas ricas duchas. Euker nos decía que su departamento era una cabina de barco porque era todo pequeñito y cada cosa tenía su lugar exacto. Tiene una privilegiada vista al mar, realmente hermosa. Consta de 2 dormitorios y nos dejó el suyo para dormir, mientras que ella se acomodó junto a su hijo. No nos terminábamos de asombrar con tanta amabilidad con nosotros, unos extraños! Aquí comenzamos a enterarnos de más rarezas generados por el gobierno: los cortes de agua. Tenían un pequeño estanque de agua en un clóset, que había que mantener lleno. Todos los días se cortaba el agua en cierto horario y en esos momentos se usaba el agua del estanque para suplir las necesidades del momento. Nos explicó que hace muchos años hubo un problema y se dañaron las cañerías del entorno... y que en vez de arreglarlas, pusieron esta solución.
Hacía muchísimo calor y lo único que queríamos era cambiarnos de ropa así que volvimos, nos instalamos en su departamento y nos tomamos unas ricas duchas. Euker nos decía que su departamento era una cabina de barco porque era todo pequeñito y cada cosa tenía su lugar exacto. Tiene una privilegiada vista al mar, realmente hermosa. Consta de 2 dormitorios y nos dejó el suyo para dormir, mientras que ella se acomodó junto a su hijo. No nos terminábamos de asombrar con tanta amabilidad con nosotros, unos extraños! Aquí comenzamos a enterarnos de más rarezas generados por el gobierno: los cortes de agua. Tenían un pequeño estanque de agua en un clóset, que había que mantener lleno. Todos los días se cortaba el agua en cierto horario y en esos momentos se usaba el agua del estanque para suplir las necesidades del momento. Nos explicó que hace muchos años hubo un problema y se dañaron las cañerías del entorno... y que en vez de arreglarlas, pusieron esta solución.
La política es un tema de conversación que se da en todos los países. En Chile, por ejemplo, se acostumbra hablar como sobremesa, después de cenar... pero aquí es todo a otro nivel. En Venezuela se conversa de política con todos y por cualquier motivo, si algo está mal inmediatamente comentan que antes no era así, o que eso se debe a Chávez. Al ser extranjeros, lo primero que nos preguntan es: qué nos ha parecido Venezuela y qué nos parece el gobierno. Las carreteras están tapizadas con carteles de publicidad política, las paredes en las calles están todas pintadas con propaganda y casi todos los alimentos envasados tienen el logo del gobierno. Se esfuerzan mucho por hacer ver que tienen mucha aceptación pero, por lo visto por nosotros, es todo lo contrario. Euker nos comentó mucho respecto a su opinión y nosotros nos hicimos la propia. Este gobierno es extremo socialista... por lo que pretenden que todos sean iguales, quitándole a los ricos y regalándole a los pobres. Quedando todos abajo y nadie bien. Se ha transformado en decadencia, haciendo peligrosos los barrios seguros, enseñándoles a los pobres que no tienen que trabajar porque se les dará de todos modos, y haciendo que los opositores de esta realidad quieran arrancar de su país lo antes posible. Ahora entendimos por qué nos habíamos sentido tan poco acogidos en este país hasta ese momento. Pero no hay que generalizar! Porque conocimos a Euker y su hijo... dos personas maravillosas y generosas con nosotros.
La mañana siguiente despertamos muy temprano y fuimos con Euker a dejar a Jorge a su colegio y luego nos dejó en el centro de Caracas. Teníamos varias cosas que ver, pero no nos dimos cuenta de que al ser día lunes muchos lugares estaban cerrados por mantención. Así que lamentablemente no pudimos ir a los grandes parques de la ciudad, ni subir al teleférico de la ciudad. Pero si pudimos recorrer el centro histórico (que es muy bonito y muy ordenado) e ir al mall Sambil que era el más grande de Sudamérica (antes del Costanera Center en Santiago de Chile). Estando ahí, decidimos ir al cine. No habíamos ido en todo el viaje, vimos Hombres de Negro III y la disfrutamos mucho.
En la tarde nos reunimos con Euker y Jorge y nos llevaron a pasear en el auto y vimos los bonitos paisajes que rodean la ciudad. Pasamos a comprar arepas para la cena, estas son unas masas hechas con harina de maíz muy típicas venezolanas (están en casi todos los platos, como acompañamiento o en vez de pan a modo de emparedado).
La mañana siguiente nos tocó seguir el camino. Realmente nos dio pena despedirnos de ellos, ya que fueron demasiado buenos con nosotros y nos encariñamos, Jorge es un niño encantador y nos dio pena que le diera pena. Salimos a las 6am, ya que a esa hora salían ellos del departamento, así que decidimos que sería un muy buen día en el que llegaríamos muy temprano a nuestro destino (la ciudad de Coro, o Maracaibo dependiendo de la hora). Gabriel nos había recomendado una ruta muy bonita desde Catia la Mar hacia Maracaibo, así que le hicimos caso y tomamos la ruta que va por Carayaca. Es una ruta secundaria que va entre los cerros y pasa por muchos pueblos, dejando entre-ver el mar en algunos momentos, muy lindo.
De a poco nos introdujimos a cerros con bosques y repentinamente nuestra felicidad fue interrumpida: pinchamos la rueda trasera por segunda vez. No supimos bien qué pasó, pero se desinfló. La válvula se veía en su lugar, así que usamos un spray reparador de pinchazos para intentar inflar la cámara sin tener que desmontar todo lo de la moto. Pareció resultar así que seguimos andando, pero unos kilómetros después volvió a desinflarse. Quedamos cerca de una entrada a un condominio, así que nos instalamos ahí y desmontamos todo para revisar la situación. Resulta que una vez más se había salido la válvula. No entendimos por qué había sucedido, pero no tenía solución así que hubo que botar esa cámara también. Ya que no nos quedaba otra cámara de repuesto para el neumático trasero, Roberto le colocó el repuesto del delantero (que serviría para avanzar un poco, a pesar de ser de una medida muy diferente). Retomamos camino y a los minutos volvió a sucedernos lo mismo, por 4° vez!!! Quedamos estacionados afuera de un colegio... desmontamos todo... revisamos, y una vez más se había salido la válvula! Grrr, qué terrible. Lo malo de que se salga la válvula, es que no se puede arreglar con un parche y simplemente hay que desecharla. Esta vez nos quedamos totalmente botados, ya que habíamos usado todos nuestros repuestos. Pensamos en las alternativas y decidimos que yo me quedaría con la moto y Roberto llevaría la rueda a la ciudad (que estaba a sólo 3km) y la repararía. Así que haciendo dedo, se fue. Una hora después volvió con la rueda reparada y 2 cámaras más de repuesto. La medida de las cámaras que compró no era la correcta, pero no habían de la que correspondía así que tendríamos que cruzar los dedos y esperar que no volveríamos a pinchar.
Volvimos a montar la moto y llegamos a la ciudad de Colonia Tovar, una colonia alemana que nos dejó sorprendidos por su belleza. No es sólo la arquitectura tan típica de todas sus edificaciones, sino los cerros en los que se emplaza. Todo se tiñe de un hermoso verde, bañado en haces de luz que aparecen detrás de los cerros. Hay tanta humedad y hace tanto calor que en el momento que pasábamos por ahí sucedió un fenómeno paralelo: estaba lloviendo y al mismo tiempo se estaban formando las nubes desde el pavimento caliente. Tremendamente hermoso. El paseo fue muy agradable entre curvas, subidas y bajadas... casi un descanso.
Al salir de ese camino de fantasía volvimos a las carreteras costeras normales, más rectas con palmeras a ambos lados y poco después llegamos a la ciudad de Valencia. Ahí nos detuvimos en una estación de gasolina para ir al baño. De pronto escuchamos el sonido de aire y la rueda trasera se desinfló completamente. Esto si que fue extraño, ya que mientras estábamos andando no se desinfló, pero de alguna forma fue mejor. Esta vez decidimos que yo me quedaría en la gasolinera esperando a Roberto, y desmontamos los bolsos más pesados de la moto para que pudiera andar con más facilidad. Supuestamente había una vulcanización a unas pocas cuadras, pero yo me empecé a preocupar cuando habían pasado casi tres horas y aún no había vuelto. Cuando Roberto regresó con la moto fui tan feliz! Resulta que habían tres vulcanizaciones cerca pero las dos primeras estaban cerrando y no lo quisieron atender y en la tercera si lo atendieron pero eran extremadamente lentos. Desde ese entonces decidimos que si algo así vuelve a suceder vamos los dos juntos, aunque sea malo para la moto, ya que no tenemos como comunicarnos en paises extranjeros. El motivo de tanto pinchazo era que se había rajado el neumático con el primer golpe, cerca de Caracas, y eso hacia que se pincharan las cámaras con el propio neumático, así que el vulcanizador lo parchó por dentro además de parchar la cámara.
Este fue el día que más temprano hemos salido a viajar... y ya eran pasado las 6 de la tarde, es decir que llevábamos unas 12 horas en la ruta! Que contradictorio. No queríamos alojar en Valencia ya que es una ciudad grande y encontrar un lugar nos hubiera tomado bastante tiempo, además de que nos habían hablado de sus peligros. Entonces decidimos subirnos a la moto y seguir andando, hasta el primer hotel decente que encontrásemos en el camino. Encontramos uno en las afueras de la ciudad de Morón que era un poco más caro de lo que acostumbramos, pero nos merecíamos dormir bien!
La mañana siguiente partimos temprano. La rueda no se había desinflado en toda la noche, así que nos confiamos un poco más. Al poco andar pasamos una alcabala de policías para entrar a una ciudad y pinchamos nuevamente. Primera vez ese día, pero 6° vez de esta narración y de todo el viaje. Esta vez por suerte, quedamos muy cerca de una vulcanización. Las personas que atendían eran muy simpáticas y parecían entender más de motos que los demás. Nos dijeron que no tenían cámaras de la medida que necesitábamos pero que en la ciudad de Tucacas, que estaba a unos 15 minutos, podríamos encontrar. Así que uno de ellos llevó a Roberto en una moto a conseguir los repuestos mientras que yo me quedé una vez más junto a la moto. Conversé harto rato con las personas de ahí... todos se asombraban al saber que veníamos de tan lejos, pero pasó algo chistoso. Uno no sabía donde quedaba Chile, pensaba que estaba cerca de Canadá (este desconocimiento es más normal de lo que creen), mientras que otro dijo que Chile era el mejor país de Sudamérica (dijo el más ordenado y mejor económicamente hablando). Cada vez nos damos más cuenta que la gente no conoce nuestro país, lo cual nos da rabia y a la vez nos motiva a gritar que somos Chilenos!!
Bueno, nos repararon el pinchazo una vez más y seguimos andando, rogando no pinchar nuevamente. Ese día queríamos llegar a Maracaibo, ciudad donde vive nuestro amigo Gabriel, y decidimos que no pararíamos hasta llegar ahí. Anduvimos muchas horas y llegamos de noche. Tipo 8pm llamamos a Gabriel para avisarle que habíamos llegado a las afueras de la ciudad, y él nos pasó a buscar. Estaba preocupado porque decía que no era bueno que llegáramos de noche a Maracaibo, pero le explicamos que ya no queríamos más guerra. Nos recibió tan bien! Para los que no se acuerdan, a Gabriel lo conocimos en la patagonia de Argentina mientras él estaba haciendo un viaje hacia Ushuaia y nos dejó la invitación abierta a quedarnos en su casa. Nos llevó a su departamento, donde nos tenía una habitación preparada y un rico aire acondicionado, incluso nos invitó a unas pizzas antes de dormir... fuimos muy felices!!!
El primer día de estar ahí lo dedicamos a descansar, lavar ropa, lavar los trajes de moto y los interiores de los cascos, actualizar internet, etc etc. Maracaibo es la ciudad más calurosa de Venezuela ya que se encuentra más bajo que el nivel del mar y no le llega viento. Los días que estuvimos ahí hacía un promedio de 46°C, lo cual nos imposibilitó salir a conocer la ciudad a pié como acostumbramos. Para sobrevivir en esa ciudad el aire acondicionado es imprescindible! Todos los hogares, tiendas, autos y demases tienen aire y en el minuto de traspasar de uno a otro sientes que te derrites!
Uno pensaría que ya que no se puede hacer mucho de día por el extremo calor, habría mucha vida nocturna. Pero la verdad es muy distinta. Lamentablemente las personas viven con mucho miedo por la inseguridad... a las 7 de la noche ya no se ven personas en la calle y todos los negocios están cerrados. Así que la vida nocturna se concentra en las casas, los restaurantes y los malls o cines, pero a la medianoche ya uno suele estar en su casa. Nosotros no vimos peligros, pero si notamos la preocupación de las personas. En los espacios públicos hay letreros que indican que en ese lugar se prohibe portar armas, cosa que aún me choca.
Gabriel tiene un muy buen amigo a quien teníamos que conocer, Maximiliano. Él es jubilado, tiene mucho tiempo libre y su pasión más grande es andar en moto y todo lo que se relaciona con las motos. Creó el motoclub más conocido de Venezuela y recibe a todos los viajeros en moto que pasan por Maracaibo. Le encanta intercambiar historias de viaje y constantemente está pensando en el suyo próximo. También Gabriel nos había dicho que tenía un buen mecánico y que cuando llegásemos por allá deberíamos llevarle la moto para que la revisara, así que eso hicimos al día siguiente junto a Max. El mecánico se pasó para bueno y dejó la moto como nueva. Nos regalaron un par de neumáticos de repuesto (que estaban muy usados pero mucho mejor que los nuestros en ese momento) que dejamos puestos inmediatamente, con esos deberíamos estar bien por unos 3.000 km más y además dejamos de lado el neumático trasero que ya nos había hecho sufrir tanto. No sé como lo hizo, pero incluso pintó algunas piezas de la moto y quedó más nueva y limpia que cuando iniciamos el viaje!
Mientras estuvimos en Maracaibo paseamos bastante en auto (con aire), tomamos helados y fuimos al cine. También paseamos por el borde del Lago de Maracaibo, el cual es muy lindo, conocimos la Iglesia de la Chinita, muy característica de la ciudad, donde también vimos una presentación musical de un grupo folklórico. Comimos mucha comida típica y conocimos gente muy buena, como Max, Vilma (la novia de Gabriel), y Serge (hijo de Gabriel). Fue una pausa muy agradable.
Despedirnos de nuestros amigos Maracuchos fue especial y diferente... porque a Gabriel lo habíamos conocido antes así que esta fue nuestra segunda despedida, y Max decidió acompañarnos hasta la frontera con Colombia, que se encuentra como a una hora y media de viaje para despedirnos ahí. Son personas muy especiales, con mentes muy jóvenes y con muchos viajes por delante, así que agradecemos una vez más tanto cariño de su parte y tenemos la certeza de que los veremos muy pronto en Chile. Grandes Maracuchos que nos alegraron el final de nuestra estadía en Venezuela!!
Camino a la frontera, cumplimos los 20.000km andados en este viaje... de aquí a Colombia, América Central... y vamos avanzando!
La verdad que me parece genial lo que estan haciendo, el tramite para el ferry a la isla magarita, es muy diferente si voy con una Hilux?
ResponderEliminarMuchas gracias! El trámite es exactamente el mismo, sólo que es importante llegar con más anticipación porque los cupos para vehículos que no son motos, son limitados para cada ferry. Y la espera es larga. Es recomendable averiguar los horarios antes y llegar como una hora y media antes (aunque suene exagerado, no lo es). Las filas son largas y lentas... así que a armarse de paciencia!
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