Después de recibir tanto comentario negativo de São Paulo, dudamos bastante si ir o no a esa ciudad tan caótica. Nos dijeron que era sucia, estresante, peligrosa y demasiado grande. Sin embargo, ¿cómo recorrer tanto de Brasil y no pasar por una de las ciudades más grandes e importantes del mundo?. Decidimos ir de todos modos, siempre preocupándonos de evitar las zonas de peligro y evitar parecer turistas al máximo.
Así que ese día nos despedimos temprano de nuestros buenos anfitriones en Curitiba y partimos rumbo a São Paulo. Era un largo camino, algo así como 450 km, pero muy bonito con hartas curvas, cerros y follaje tupido. El caos comenzó casi de inmediato debido al gran tráfico de camiones hacia y desde la ciudad.
Llegamos a las afueras de São Paulo alrededor de las 4 de la tarde, por lo que todo bien hasta ese momento ya que había que llegar antes que oscureciera. El problema es que por estos lados oscurece muy temprano, a las 5:30 hay poca luz y a las 6pm ya es de noche.
Entramos por la avenida principal y seguimos derecho todo el tiempo de acuerdo a las indicaciones del GPS, para llegar al centro de informaciones turísticas. Nos sorprendimos con lo desordenado que manejan todos, pero lo peor son las motos! Es una cosa terrible, manejan constantemente entre pistas, zigzagueando entre los autos y tocando la bocina para que los autos se corran. Quizás no suena tan terrible, pero no hablo de unas pocas motos, sino de al menos 15 seguidas en cada semáforo. A nosotros nos pareció muy incómodo y ruidoso, y por lo demás no podíamos manejar como moto, sino como auto debido a nuestro equipaje así que se nos calentó mucho el motor y estábamos desesperados por llegar a destino y bajarnos de la moto.
Debido a un accidente de tránsito, había una congestión vehicular terrible y nos demoramos cerca de una hora en llegar a las informaciones turísticas. Luego de conseguir un mapa de la ciudad y algunos datos no muy precisos de alojamiento, salimos a buscar hotel. Habíamos buscado mucho por internet, pero no sabíamos en que sectores de la ciudad se encontraban ya que ésta es muy grande y compleja. En Argentina y Uruguay los centros de información turística eran muy buenos, nos indicaban lugares de alojamiento con sus tarifas y servicios. Eso es una ayuda tremenda para el viajero... así que nos confiamos que aquí sería similar, pero en Brasil al parecer estos centros turísticos sólo sirven para ver qué visitar en la ciudad y no saben nada de hoteles, lo que es muy malo para nosotros!
Vimos varias opciones, pero fue difícil encontrar algo céntrico en buen barrio, con estacionamiento y que estuviera a nuestro alcance. Finalmente llegamos a un hotel que Roberto había visto el día antes por internet y que estaba casi al otro lado de la ciudad, en el barrio Pinheiros. El hotel no era para nada bonito, ni los recepcionistas simpáticos, pero tenía todo lo que nosotros necesitábamos: una cama, un estacionamiento y un baño limpio. Se podría decir que pasamos nuestra primera prueba de esta gran ciudad al no perdernos y mantener la calma!
Ya era de noche, así que nos cambiamos de ropa y salimos a cenar. A los alrededores habían muchos restaurantes y encontramos un pequeño local donde comimos unos sándwiches muy ricos. El garzón que nos atendió era japonés (y parece que era uno de los dueños), nos habló mucho y nos cayó tan bien que decidimos volver al mismo lugar a desayunar al día siguiente. Por si algún día están por São Paulo, el local se llama Doce & Cia. y es MUY bueno.
Al otro día salimos a pasear para conocer la ciudad y decidimos hacerlo a pie para evitar el tráfico. Tomamos el metro (el cual es muy limpio y similar al de Santiago, con algunas mejoras muy buenas como tener aire acondicionado, permitir bicicletas, y muchas facilidades para los discapacitados) en una estación relativamente cerca al hotel y que estaba en un barrio comercial barato (donde me aproveché de comprar unas havaianas nuevas), y nos bajamos en una estación que según el mapa nos dejaría en pleno centro. Cuando salimos del metro, nos encontramos en una estación ferroviaria muy hermosa y muy llena de gente.
Saliendo de ahí, caminamos en el sentido que nos indicaba el mapa y nos dimos cuenta que el mapa estaba mal hecho!!! Había que ir en sentido contrario. Después de pedirle indicaciones a un policía pudimos retomar el paseo... pero tuvimos que caminar muchísimo para llegar a donde queríamos ir, ya que nos deberíamos haber bajado en otra estación. Maldito mapa!
De todos modos, estuvo todo bien, ya que pudimos conocer mucho más la ciudad y pudimos observar mejor las cosas a pie. El centro es muy sucio, terriblemente cochino, pero la arquitectura es muy bonita. Además se nota que donde está emplazada eran muchos cerros y para evitar tantas subidas y bajadas conectaron todo el centro con puentes, generando distintos niveles de ciudad. Es bien interesante, a veces uno está caminando y se topa con una calle que está por debajo pero jamás se sintió en altura. Lamentablemente tenemos muy pocas fotos por miedo a vernos muy turistas y llamar al robo.
Caminamos muchas horas y volvimos a tomar el metro justo antes de que oscureciera. Nos bajamos en una estación de otra línea diferente al que tomamos en la mañana, para conocer otro sector. Este barrio -Santa Madalena- era muy residencial, de casas muy bonitas. En el mapa no aparecían todas las calles ya que habían muchas que eran solamente peatonales, por lo que caminamos simplemente por sentido de orientación... y llegamos a un sector encerrado por plazas y canchas. Para salir de ahí y llegar al hotel, tuvimos que subir y bajar varias cuadras en cerro... pero llegamos finalmente y fue entretenido a pesar de todo.
Algunos días antes, Roberto consultó información en la página www.horizonsunlimited.com para consejos en São Paulo y alguien le dió los datos de contacto de Atila, quien sugirió que nos juntáramos a conversar y comer algo. Así que esa noche nos reunimos con él, su enamorada Michaela y Oliver (el hermano de ella) para cenar. Nos pasaron a buscar al hotel y nos hicimos amigos inmediatamente. Teníamos mucho de qué conversar, muchas cosas en común y lo disfrutamos mucho. Atila es dueño una empresa de tours en moto llamada Boxer Adventure (www.boxeradventure.com.br) y también es viajero en moto.
Michaela nos invitó a pasar por su casa cuando quisiéramos, ella y su familia tienen una pousada en la playa Toque Toque Pequeno - São Sebastião - SP. Esto queda a 180 km. de São Paulo, en la costa de Brasil. Debido a su gran amabilidad, y a que nosotros ya habíamos recorrido bastante São Paulo... aceptamos la invitación sin dudarlo. Y como si fuera poco, Oliver también nos consiguió una ayuda grande: alojamiento en Niteroi, ciudad vecina de Río de Janeiro, con su mejor amigo George. Estas 3 personas y nuevos amigos nuestros realmente se pasaron! Qué pena, pero no se nos ocurrió sacarnos una foto!!
Así que al día siguiente partiríamos a la playa, pero antes paseamos temprano con la moto por los lugares de la ciudad que nos habían faltado, principalmente el Parque Ibirapuera y el Ponte Estaiada. Todo muy bonito.
Mientras paseábamos, Roberto sintió que la moto se calentaba más de lo normal y se dio cuenta que no estaba funcionando el ventilador del radiador de la moto. Esto había pasado una vez antes, en Santiago mucho antes del viaje, y lo había reparado por lo que sabía como volverlo a reparar. Muertos de calor, pasamos a comprar un pegamento epóxico y volvimos al estacionamiento del hotel donde él desarmó casi toda la moto e hizo el arreglo necesario.
Finalmente, alrededor de las 5 de la tarde estábamos listos para salir de la ciudad... montamos todo y nos metimos a la hora pic del tráfico, demorándonos al menos una hora en salir de São Paulo.
El camino que tomamos a São Sebastião es por la orilla de la costa y Michaela nos dijo que es hermoso. Fue muy triste porque, después de todo, viajamos de noche y es poco lo que pudimos ver y aún así se notaba realmente lindo con las siluetas nocturnas. Llegamos a la Pousada Aparas en Toque Toque Pequeno a las 10 de la noche! Fue un día muy largo, pero la recepción que nos dieron al llegar fue maravillosa. Michaela aún no llegaba desde São Paulo, así que nos recibió su papá. La habitación que nos pasó era de lujo, todo muy iluminado, cálido y espacioso... con aire acondicionado, ventilador de techo, frigobar y balcón. Nos sorprendimos de la generosidad al invitarnos ahí. Fué maravilloso ducharnos y dormir esa noche.
A la mañana siguiente compartimos un poco con Michaela y luego fuimos a la playa (que está perfectamente al frente de la Pousada) y descansamos tomando sombra de los árboles. Después disfrutamos de la piscina... y luego a empacar para seguir nuestro rumbo.
Fue un descanso perfecto. Realmente nos sentimos agradecidos de corazón, y no nos alcanzan las palabras! Definitivamente, los amigos son lo mejor de este viaje.
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