Al despedirnos de nuestros amigos en Ubatuba, ya conocíamos nuestra siguiente parada: Niteroi (ciudad aledaña a Río de Janeiro), donde nos recibiría nuestro nuevo amigo George.
Como mencionamos en "São Paulo y São Sebastião: del caos al relajo.", Oliver nos contactó con su mejor amigo. Roberto conversó con él por celular menos de 3 minutos y nos extendió la invitación de quedarnos en su departamento cuanto quisiéramos. Fue algo maravilloso, ya que muchos nos habían advertido de los peligros de la ciudad de Río debido a sus favelas.
El camino costero entre Ubatuba y Río de Janeiro es espectacular... muy similar a la ruta hasta Ubatuba desde São Sebastião. Durante el trayecto pasamos por una planta nuclear al borde de la carretera, en las afueras de la ciudad Angra Dos Reis. Fue algo impresionante, ya que nosotros jamás habíamos visto una en persona. En Chile la energía nuclear es un proyecto impensable debido a la gran actividad sísmica que hay, pero cosas así se pueden hacer en Brasil sin problemas, ya que no hay terremotos o temblores aquí. Sin embargo, desconcierta un poco ya que sin duda hay muchas condiciones para obtener energía de formas más naturales en este país, por lo que nos preguntamos si será realmente necesario?
El resto de la ruta estuvo muy bien. George nos indicó que desde que entráramos a Río, debíamos seguir siempre por la avenida principal ya que si uno se sale puede adentrarse en una favela (la parte turística de la ciudad está al final de la Av. Brasil y hacia la costa).
Para llegar a Niteroi, debíamos cruzar totalmente la avenida... y continuar hasta cruzar el Ponte Río-Niteroi (el puente que conecta ambas ciudades). Con 13 km. de extensión, es el más largo de latinoamérica y el séptimo más extenso del mundo. Cruzar ese puente se sintió como un cuento de nunca acabar, ya que más encima era hora pic y ese puente es el único trayecto vehicular entre ambas ciudades. Es algo impresionante.
George nos insistió que teníamos que llegar con luz de día, por lo que cuando lo llamamos para avisarle que llegamos bien, se alivió bastante (eran las 6pm y ya se había hecho de noche). Nos reunimos con él en una estación de servicio en Niteroi, él llegó en su moto KTM 990 adventure R y Roberto se asombró porque esa es una de sus motos soñadas.
Desde un comienzo, hubo muy buena onda entre nosotros. Él es una persona muy alegre y conversador y nos acogió muy bien. Hablamos un poco y nos indicó que lo siguiéramos hasta su hogar. Vive en un edificio muy bonito justo frente a la playa. La moto quedó muy bien guardada en su estacionamiento y nosotros también muy bien en nuestro cuarto. Esa noche, después de tomarnos unas ricas duchas, salimos a cenar a un restaurant cercano donde sirven buffet por kilo (algo muy común en Brasil y que nos agrada mucho). Volvimos temprano a dormir porque habíamos llegado muy cansados.
A la mañana siguiente, nos despertamos, dejamos ropa lavándose y salimos a tomar desayuno. George nos había dejado las llaves del departamento para que pudiéramos manejarnos con nuestros horarios, ya que era día de semana y él tenía que trabajar. Se mudó hace relativamente poco al departamento y no tiene refrigerador, así que todas las comidas durante nuestra estadía -incluyendo el desayuno- fueron fuera. Nos recomendó un mini supermercado que tiene un café al interior con mesas y sirven un poco de todo, buen lugar.
Ese día lo destinamos a ir a conocer la ciudad de Río. No quisimos salir en la moto, así que fuimos a pié. Como alternativa a cruzar la bahía por el puente, existen ferries. Nosotros cruzamos en uno que zarpa desde la playa Charitas, muy cercana a donde hospedamos, y demora 15 minutos en cruzar al otro lado. El lugar donde se compran los pasajes y se espera el barco es un edificio hecho por Oscar Niemeyer (famoso arquitecto brasileño), el primero de cuatro de sus obras que veríamos en Niteroi.
El trayecto en el ferry fue muy corto y los paisajes costeros de ambas ciudades son realmente bonitos e interesantes. Hay muchas cosas en que entretener la vista y no alcanzamos a apreciarlas realmente, ya que las ventanas estaban sucias y no se puede salir al exterior. Este barco está pensado en el ejecutivo, quien quiere llegar rápido a su trabajo o casa... y es muy amplio y con asientos cómodos.
Llegando al puerto en Río comenzó nuestra aventura. Sabíamos lo que todos saben de esa ciudad: queríamos visitar el Cristo, el Pan de Azúcar, y las playas Copacabana e Ipanema... no sabíamos nada más, ni sabíamos cómo llegar a esos puntos turísticos. Debido a eso, nuestro plan era encontrar una oficina de informaciones turísticas y pedir un mapa e información. En el puerto nos indicaron que había una a un costado de la catedral, por lo que caminamos en esa dirección... y no encontramos dicha oficina. Le preguntamos a unos policías y no nos supieron responder. Así que decidimos caminar hasta el aeropuerto (que está dentro de la ciudad, en el borde costero) donde George nos había dicho que de seguro habría atención al turista. Luego de caminar muchísimo bajo pleno sol, llegamos a las informaciones del aeropuerto y no tenían nada de información! Ni siquiera un mapa... super útil.
Conseguimos colgarnos de una red de internet wi-fi de una tienda al interior del aeropuerto y encontramos la dirección real de la oficina CAT (centro atención turista). Por supuesto que esa oficina estaba a unos pocos pasos de donde nos encontrábamos en un comienzo... y nos tuvimos que devolver, una vez más con todo el calor de la tarde. Nosotros definitivamente no estamos acostumbrados a ese calor tan elevado y húmedo, extrañamos el frío!
Cuando finalmente llegamos a informaciones, nos atendieron súper bien y nos dieron mapas y guías con información. Lo fome fue que a esas alturas ya eran las 5 pm, muy tarde para comenzar a turistear. Así que caminamos de regreso al puerto para regresar. El ferry que tomamos a la ida no era la única opción y a la vuelta optamos por un ferry mucho más barato que se toma en el mismo lugar pero atraca cerca del centro de Niteroi, en un puerto más lejano al edificio de George. Este barco es muy distinto al primero que tomamos, es el principal transporte popular. Estaba repleto y el lugar de espera para subirse estaba comparable con la estación Baquedano del metro de Santiago un día viernes a las 6 pm. El barco tiene una capacidad tremenda de personas, tiene asientos al interior y al exterior... y además muchísima gente se va de pié (en el otro barco no se permitían personas de pié). Fue toda una experiencia. Nosotros nos fuimos parados en uno de los pasillos exteriores y estábamos de lo más felices, ya que vimos todo lo que no pudimos apreciar a la ida... sacamos muchas fotos, y disfrutamos de la fresca brisa del atardecer. Al llegar a puerto, buscamos una micro que nos llevara hasta playa Charitas y ya está! Demoramos como una hora el llegar, pero ahorramos dinero y conocimos parte de la vida cotidiana de la gente, muito bom!
George ya había llegado y al rato salimos a caminar. Nos llevó a conocer su club náutico Río Yacht Club (en Niteroi). Es un lugar muy tranquilo y agradable. A diferencia de la mayoría de estos clubes, sólo se admiten embarcaciones a vela (no se aceptan motores). A Roberto le gustan mucho los barcos, pero principalmente los veleros. Cuando chico, compitió bastante en el sur de Chile con muy buenos resultados.
Habían varias personas en el club haciendo uso de la parrilla común y compartimos con algunos amigos de George, mientras cenamos ahí. Fue una noche agradable. Después de comer, regresamos al departamento... (no estaba muy cerca, caminamos 2.2 km de ida y 2.2 km de vuelta) y llegamos a dormir.
Al otro día teníamos determinado conocer todos los lugares de Río que nos interesaban. Así que, ahora con mapa en mano, salimos a pasear con la moto desde temprano. Cruzamos el largo puente y atravesamos el centro de la ciudad para llegar al cerro Corcovado, donde se encuentra el Cristo Redentor. Decidimos ir ahí primero porque se sabe que siempre se llena mucho de gente y es difícil sacar fotos.
Cuando llegamos a los pies del cerro, nos detuvieron unas personas del parque para darnos indicaciones... y nos preguntaron si queríamos un guía para no perdernos. Nos pareció algo extraño y les dijimos que subiríamos solos. Más arriba otras personas más dudosas nos ofrecieron también sus servicios (los cuales tienen precio elevado) y volvimos a rechazarlos. Hacen parecer como que fuera peligroso subir solos, para lucrar con el miedo de los turistas... pero la verdad es que no pasa nada. Sólo se permite el acceso vehicular hasta la entrada al Parque Tijuca. Ahí hay que estacionarse, pagar la entrada, y subir al Cristo en una van gratuita. Todo junto nos salió $39 reales, lo que equivalen a $10.000 pesos chilenos para que se hagan una idea y si uno acepta los servicios clandestinos de guía, puede pagar hasta 4 veces más.
Antiguamente había que subir como 200 escalones para llegar a los pies del Cristo, pero hace tiempo se modernizó y hay servicio de ascensor y escaleras mecánicas. Yo tengo problemas con las piernas al caminar mucho, así que enterarnos de esto fue muy agradable. Subimos y apreciamos la magnífica obra (que al saber que se confeccionó el año 1921 por un escultor francés, y se elevó quién sabe cómo hasta la punta del cerro más alto de Río en aquélla época cuando no existían las grúas de hoy, adquiere mayor valor). Nos tomamos hartas fotos, como es costumbre ahí... y apreciamos también las hermosas vistas que desde ahí se ven. Luego, bajamos por las escaleras y almorzamos en un pequeño local que se encontraba ahí mismo.
Después del Corcovado, quisimos ir al Pan de Azúcar. Esta formación rocosa natural es otra de las "postales" más conocidas de Río. No fuimos al cerro mismo, pero es posible subir en funicular (tiene un costo elevado). En vez de eso lo observamos desde la Praia Vermelha, una pequeña playa que está a su costado. Esta playa nos encantó, está en plena ciudad pero por algún motivo es muy poco transcurrida. Tiene un paisaje hermoso, arena gruesa, palmeras, pocas olas... para mí es la playa perfecta. Si trabajara en Río, iría todas las tardes a relajarme ahí.
En ese lugar probamos por primera vez el coco gelado, no nos gustó mucho... pero es refrescante y había que probarlo!
Al poco rato, seguimos nuestro camino y paseamos con la moto por las famosas playas Copacabana e Ipanema. La verdad es que, con nuestra sorpresa, no nos llamaron la atención ya que hemos visto playas mucho más lindas en Brasil. Seguimos paseando por los barrios turísticos, de ahí nos adentramos un poco al centro para mirar algunas construcciones interesantes, y luego nos volvimos a meter al taco de la hora pic para atravesar el puente de vuelta a Niteroi. Al llegar al otro lado del puente, retornamos a la casa de George por la costanera... para así visitar el "camino Niemeyer". Este arquitecto, reconocido por sus obras fuera de lo común, tenía 4 edificios en Niteroi. El primero ya lo mencioné, y los otros tres se encuentran cerca del puente. El más destacado es el MAC (museo de arte contemporáneo), otro parece que es el museo del Cine o algo así y el otro está clausurado entonces nunca supimos de que era. Todos sin embargo, únicos en su especie.
El día siguiente era sábado y había una regata en honor al aniversario n° 98 del Río Yacht Club. George nos había comentado de este evento mucho antes de que llegáramos, y él participaría. Como ya mencioné antes, a Roberto también le gusta mucho velerear... y George le consiguió un lugar! Así que con mucha alegría, formó parte de la tripulación de un velero de 45 pies (muy grande y lujoso) donde disfrutó mucho y para más remate, obtuvieron el 1° lugar! Fue un gran y bonito evento, y después todos celebraron en el club.
A la noche salimos a dar una vuelta... en las motos de George. El día antes, él adquirió una scooter para transportarse más fácil al trabajo así que ahora tiene 2 motos. La primera moto es la KTM y se la prestó a Roberto para que la probara. Yo probé las dos, jaja. Estoy segura que éste fue uno de los días más emocionantes para Roberto...
Cenamos en la calle, en un puesto de cachorros (hot-dogs) y regresamos al departamento a empacar nuestras cosas, ya que a la mañana siguiente partiríamos temprano a seguir nuestro camino. El domingo montamos todo en la moto y fuimos a desayunar junto a George... y luego nos dijimos adiós.
George es una de las personas que conocimos en este viaje que sabemos que seguirá siendo nuestro amigo. Realmente gracias por todo... esperamos encontrarte en alguno de los caminos futuros, en un próximo viaje tal vez, y de seguro en Chile!