miércoles, 10 de octubre de 2012

Ciudad de México, en familia.


Milka nos fue a dejar a nuestro hotel en Oaxaca, y a la mañana siguiente seguimos rumbo a Ciudad de México. Ese día sería largo, nos esperaban muchos kilómetros de "carretera libre", o sea, gratis, y eso de seguro significaba que tendría muchas curvas, reductores de velocidad, entradas a pequeñas ciudades... y así fue. El camino se tornaba más como uno está acostumbrado a ver México en las películas: mas árido y abierto. Cruzamos varias pequeñas ciudades y pueblos y cada una tenía su encanto, muchas iglesias muy lindas y antiguas, puestos de comida, etcétera. Por supuesto el calor estaba presente, y aunque sabíamos que Ciudad de México era mas fría, nos acercábamos cada vez más y el calor no se iba. Pudimos refugiarnos un rato a la hora de almuerzo, donde comimos como hace tiempo no lo hacíamos: mucho!






En Tuxtla Gutiérrez habíamos comprado una tarjeta SIM para poder usar el teléfono celular en México y así facilitar las comunicaciones. Habíamos hablado con mi hermana María José (que por si no lo recuerdan vive en Ciudad de México y nos iba a alojar) y ella había coordinado con un amigo, Pepe, irnos a buscar a algún pueblo en las afueras de la Ciudad y así hacer mas fácil nuestra entrada a la megápolis. Hablamos por teléfono varias veces en el trayecto para coordinar bien y decidimos juntarnos en Tres Marías que quedaba a unos 50 kilómetros de Ciudad de México.


Habíamos logrado permanecer en las carreteras gratuitas, pero ya muy cerca de Cuernavaca, la carretera se tornó demasiado buena para ser gratis, y sin darnos cuenta estábamos circulando por una carretera pagada. Nada que hacer, tuvimos que pagar afortunadamente no mucho dinero.




No queríamos seguir gastando dinero en peajes, y mi hermana me dijo que para entrar a Tres Marías no había que pagar, por lo que cuando vimos la entrada al pueblo nos detuvimos a la orilla de la carretera para comunicarnos con ella. Después de varias llamadas y minutos, logramos entendernos mutuamente: dónde estamos nosotros y dónde están ellos, y luego de cortar la llamada pasaron 2 minutos y apareció Pepe en su flamante moto. Lo seguimos (tuvimos que pagar igual para entrar al pueblo) y en un localcito de tacos estaba mi hermana María José y otro amigo de ellos esperándonos. Que emoción!!! Ver a un familiar luego de casi 6 meses. La última vez que la vi fue en Santiago cuando partimos el viaje, ella estaba de visita en Chile. Nos tomamos unas bebidas y salimos hacia México. En ese momento ya estaba mucho mas frío ya que a medida que avanzamos en la carretera pagada, fuimos subiendo muy rápidamente  El cielo se tornaba gris y luego de poco andar se puso a llover, paramos las 3 motos a la orilla del camino y nos "preparamos" para la lluvia. De a poco fue asomándose la enorme ciudad, ya era de noche y las luces lo hacían más espectacular. Entramos por una zona que se me hizo parecida a Camino a el Arrayán en Santiago, y de un minuto a otro ya estábamos sumergidos en la urbe.


Cuando estábamos en Colombia, mi mamá nos avisó que tenía muchas ganas de vernos y además de ver a mi hermana en México, así que nos pidió que le diéramos una fecha en la que nosotros llegaríamos a la casa de mi hermana. Nosotros calculando a la rápida le dijimos que aproximadamente el 5 de Julio. Pocos días después nos avisa que ya tenía comprados los pasajes para el 5 de Julio así que nos encontraríamos allá, lo que nos dió un poco de miedo porque es muy dificil dar fechas cuando uno viaja en moto, nunca sabes que es lo que va a pasar en el camino. Pero el apuro durante Centroamérica dió buenos resultados y llegamos a Ciudad de México exactamente el 5 de Julio, el mismo día que mi mamá y su esposo Victorio llegaron.

Entonces, cuando llegamos al departamento de mi hermana, fue un gran reencuentro familiar, mi mamá María Teresa, su esposo Victorio, mi cuñado Arturo (novio de María José), María José, Daniella y yo. Fue muy bonito encontrarnos tan lejos y lograrlo al tiempo que debió ser. Muchos abrazos, muchas historias que contar... además mi mamá nos había traído algunos encargos desde Santiago: guantes nuevos para ambos, aceite y un par de repuestos para la moto y algo de ropa de recambio: ropa interior, calcetines y algunas poleras, entre ellas unas que nos mandó a hacer con motivo de nuestro viaje. Por otra parte María José y Arturo nos tenían preparada una semana llena de panoramas.

Hambrientos todos, salimos a comer, por supuesto, comida mexicana en un muy buen lugar cerca del departamento.



Daniella y yo nos quedamos en el departamento de mi hermana, mientras que mi mamá y Victorio lo harían en un hotel muy cerca.

Al día siguiente salimos a pasear todos (menos Arturo porque tenía que trabajar) a Coyoacán, que es un barrio típico de Ciudad de México, donde hay un muy buen mercado, ferias artesanales y una plaza muy linda llena de ardillas.






Y en la noche, siguiendo con los panoramas organizados por nuestros excelentes anfitriones, fuimos a ver la lucha libre mexicana, increíble!!! Nos reímos mucho y vimos todo tipo de patadas voladoras y saltos mortales. Lamentablemente no podíamos entrar con cámaras fotográficas pero igual sacamos fotos con los celulares. Hasta un enano salió a la pelea! y Arturo me regaló una mascara de luchador... Realmente fue una noche muy entretenida. Luego de eso, camino a casa con una buena lluvia, compramos unas pizzas y nos las comimos en el departamento.




A todo esto, como éramos un grupo grande en nuestra estadía en la capital mexicana, siempre nos movimos en transporte público: buses, metro y taxis, y dado que el departamento de María José y Arturo está ubicado en un muy buen lugar, fue muy fácil, y contrario a lo que dicen en todos lados, muy segura nuestra movilización. Los taxis son increíblemente baratos comparados con los precios de Chile, así como también los precios de buses y metro.

El día siguiente nuestros anfitriones nos habían organizado un asado en el departamento de una pareja de amigos chilenos que viven en México: Claudio y Coca, donde además tenían invitados a otros chilenos amigos de ellos y algunos mexicanos, además de un amigo y colega de María José que era de Costa Rica. Fue muy entretenido y todos muy simpáticos, lo pasamos muy bien en las alturas.






Luego de eso, ya anocheciendo, los 6 junto a Claudio y Coca nos dirigimos a la plaza Garibaldi "la plaza de los mariachis", donde se pueden ver cientos de mariachis vagando, solos o en "conjunto", que esperan a ser contratados para fiestas, serenatas, matrimonios o lo que sea, una imagen muy extraña pero divertida a la vez. Además se pueden ver personajes que sólo se ven en México, como un tipo que se pasea con una especie de batería de auto conectada a dos cables con manijas, al cual tú le pagas, agarras las manijas y te electrocuta, y así demuestras que tan "macho" eres.





En esa misma plaza se encuentra el Museo del Tequila y del Mezcal, y por supuesto entramos.






A la mañana siguiente, recibimos muy malas noticias desde Chile: un Tío muy cercano y querido, Iván, había fallecido de un infarto al corazón, lo que nos choqueó a todos. Fue muy difícil enfrentar la situación y decidir qué hacer, pero a pesar de la pena y de las ganas de devolvernos a Santiago, decidimos quedarnos y permanecer juntos estos pocos días que nos quedaban en México, todos juntos. Ese día pensábamos ir a la Heroica Puebla de Zaragoza, más conocida como "Puebla". Queda a más de 100 kilómetros y los pasajes en bus son caros, y como somos hartos, decidimos arrendar un auto. Fue difícil encontrar uno disponible pero lo logramos, y mucho más tarde de lo acordado, partimos a Puebla todos apretados en un pequeño auto.

Allá nos esperarían otros amigos de mi hermana y Arturo, una familia de chilenas residentes en Puebla. Allí nos juntamos en el mercado, donde comimos la especialidad: Cemitas, unos Sandwich gigantes que tienen carne a elección y MUCHÍSIMO queso de Oaxaca.

Después fuimos a un pequeño pueblito muy cercano: Cholula, donde hay una enorme pirámide precolombina donde los españoles no hayaron nada mejor que hacer que destruir la punta y construir una iglesia en su lugar. En sus alrededores se pueden encontrar todo tipo de vendedores ambulantes y de números artísticos como los "voladores de Papantla".







Al bajar, nos devolvimos a Puebla para conocer su zona central con sus parques, plaza de armas, increíble catedral y sus edificios antiguos, y aprovechamos el comercio que rodea la plaza de armas para tomar once.







Luego de eso nos despedimos de nuestras nuevas amigos de Puebla, recogimos el auto arrendado y nos devolvimos a Ciudad de México, donde llegamos muy tarde y muy cansados, directo a dormir.

Al día siguiente nos fuimos temprano a devolver el auto y tuvimos un problema: el día anterior por alguna misteriosa razón la radio dejó de funcionar, quedando atrapado un CD de Arturo. Al entregar el auto, el tipo de la empresa Alamo nos trató muy mal, diciendo que la habíamos estropeado nosotros y que no nos iban a devolver el dinero de la garantía (que YO había pagado!!!) hasta que los técnicos de la empresa revisaran la radio y "deliberaran" qué es lo que había ocurrido, y que eso podría tomar semanas. Nosotros nos negamos a aceptar eso porque no le hicimos absolutamente nada anormal a la radio y porque además no podíamos esperar "semanas" para saber que iba a pasar con mi dinero. El funcionario de Alamo no entendía nuestra situación y se comportó extremadamente agresivo, Victorio y yo discutimos fuertemente con él bastante rato, pidiendo hablar con algún superior, lo que él negaba hacer. Entretanto llegó un segundo funcionario, revisó la radio sin obtener respuesta, le dijo al otro tipo, tratando de que no escuchemos algo así como "cómo haces tanto problema por algo tan pequeño", el tipo agresivo hizo unas llamadas y al final nos devolvió el dinero de mala gana. Sin embargo no sabíamos que iba a pasar con el CD de Arturo, pero algunos días después fuimos otra vez a exigir el CD y nos lo devolvieron. Ya saben, no usen Alamo, al frente estaba Hertz, que costaba muchísimo mas barato pero se le habían acabado los autos. Si andan por ahí ya saben cual elegir.

Al pasar el mal rato, todos juntos recorrimos Ciudad de México, fuimos al centro, al zócalo, las ruinas de Tenochtitlán (que están en pleno centro sepultadas), seguimos comiendo como nunca y disfrutando de esta tremenda ciudad.










Siguiendo con la extremadamente bien hecha agenda de María José y Arturo, al día siguiente partimos a Xochimilco, un lugar dentro de Ciudad de México que aún mantiene una red de canales navegables (así era toda la ciudad hace cientos de años). Está algo alejado pero se llega tomando metro y luego metro-tren. Es un lugar fantástico, donde uno arrienda una especie de góndola con su respectivo gondolero, la cual dependiendo del dinero pagado, te lleva por unos canales al más puro estilo Venecia, pero en el trayecto te encuentras con todo tipo de ofrecimientos que también van en bote: Mariachis con músicos, cocinerías, vendedores ambulantes, todo eso flotando. Si te interesa algo lo llamas y se amarra a tu bote, te presta el servicio y se va. Uno puede llevar su propia comida, sus propios mariachis, te puedes celebrar tu cumpleaños si quieres! Pueden ir hasta unas 20 personas en algunos botes... y es muy entretenido. Luego de un tira y afloja con los precios (mi hermana tenía claro cuánto costaba pero como nos vieron cara de turistas, nos querían cobrar 10 veces más... no sabían que andábamos con una local) nos subimos a una "chalupa" y partimos a pasear.











Más tarde ese mismo día, Arturo y María José habían organizado una once en casa de una amiga Chilena de ellos: Verito, que es la persona que hace las mejores comidas chilenas en todo México. Las hace por encargo y si alguien quiere el dato no dude en preguntarnos. Con ella y su marido pasamos un rato muy agradable conversando y por supuesto, comiendo.

El siguiente era el último día de mi mamá y Victorio en México, se debían volver a Santiago... ya había pasado una semana!!! Pero no nos importaba, había sido una semana que, aunque tuvo momentos muy tristes, había sido increíble. Antes de ir al aeropuerto, fuimos a una feria artesanal muy grande, almorzamos allí y ellos aprovecharon de comprar algunos recuerdos y regalos.


Y finalmente llegó la hora de decir adiós. Muchas gracias mamá y Vito por hacer de esa semana tan espectacular (a pesar de todo)... nos vemos en Enero de 2013 en Santiago.


De vuelta al departamento de mi hermana, por ahorrarnos unos pesos, salimos del aeropuerto a pie para tomar un taxi "no oficial". Nos subimos y en seguida me di cuenta que el taxímetro subía DEMASIADO rápido, como 10 veces lo normal que había visto en nuestros varios viajes en taxi. Pensé que estaba bien sólo porque mi hermana, que iba en el asiento delantero, no decía nada, pero cuando le hice el comentario en secreto para que el taxista no se diera cuenta, ella le dice "déjenos aquí" y nos bajamos en el medio de la nada. Pagamos mas que nunca en un taxi, pero por lo menos no nos siguió robando el descarado!!! Y seguimos nuestro camino a casa en bus.

Mientras mi mamá y Victorio estuvieron en México, nuestra moto la dejamos en su hotel porque el departamento no tiene estacionamiento, así que cuando se fueron dejé la moto por un par de días en el departamento de Claudio y Coca, los amigos de mi hermana y Arturo.

Ahora sin tanta grata compañía, al otro día salimos a pasear en moto con Daniella. Fuimos a las ruinas de Teotihuacán, que quedan a las afueras de Ciudad de México, a unos 45 minutos por autopista. Llegamos un poco tarde ya que almorzamos antes, iban a cerrar luego y además Arturo nos había conseguido entradas para un show de magia: "The Ilusionists" por lo que teníamos muy poco tiempo para recorrer el lugar, que al llegar nos dimos cuenta que es ENORME!!!. Caminamos muy rápido y no tuvimos tiempo de recorrer suficiente, pero para la proxima vez será! Es simplemente increíble, más aún sabiendo lo difícil que tuvo que ser en aquella época el mover los materiales para tan gigantescas construcciones.







Luego, rápidamente fuimos donde Claudio y Coca, donde nos juntaríamos para ir a ver el show. Mi hermana estaría en el lugar del evento esperándonos. Llegamos muy tarde, cuando ya había comenzado, pero de todas maneras vimos la mayoría del espectáculo... lo máximo en magia del mundo!!! (otra vez no nos dejaron entrar con cámaras).



Al terminar, nos fuimos a comer unos tacos a un restaurante y luego cada uno a su casa a descansar.

Al día siguiente, María José, Daniella y yo (Arturo tuvo que viajar fuera de la ciudad el día antes por trabajo, así que no lo veríamos más durante nuestra estadía) recorrimos más aún la ciudad, fuimos a ver algunos edificios que nos quedaron pendientes de nuestra primera visita al centro. Luego visitamos el monumento a la revolución, donde hicimos un pequeño tour y conocimos su buenísima historia (se la recomiendo para que investiguen) y vimos la ciudad desde las alturas. Allí mismo están los mausoleos de los gestores de la revolución mexicana, incluído el mismísimo Pancho Villa.











Más tarde nos juntamos nuevamente con Claudio y Coca para esta vez hacer los tacos en su departamento... más conveniente... no?


Claudio y Coca podían darle cobijo a la moto sólo hasta el día siguiente, por lo que fuí a buscarla y busqué un estacionamiento pagado cerca del departamento de mi hermana y Arturo. No lo había comentado pero en Ciudad de México, en la época del año que nosotros fuimos (primera mitad de Julio) llueve TODOS los días en la tarde... y por supuesto me pilló la lluvia en moto, y cuando encontré el estacionamiento, que fue extremadamente caro, tuve que volver caminando bajo la lluvia inclemente. Al parecer eso, mezclado con algo que quizás comí... hizo que me diera fiebre muy alta, durante toda esa noche y el siguiente día... que se suponía que partiríamos, lo que hizo que nos quedáramos un día más en la Ciudad. Ese día me quedé en "cama" todo el día, y al día siguiente por fin partimos (finalmente Arturo volvió antes de que nos fuimos).

Estar en familia durante esos 11 días en Ciudad de México fué lo máximo, fue como retomar una vida semi normal, por lo menos para mí, por unos días, con el beneficio de no trabajar, estar en un lugar que no conoces y quieres conocer y comiendo comida maravillosa, todo eso con gente que quieres. Mi hermana y Arturo nos recibieron en su pequeño departamento, nos abrieron las puertas de su hogar y fuimos parte de él por unos días y estaremos eternamente agradecidos de eso, con ellos y con su gatita Canela, por hacernos sentir como en casa y prestarnos su suelo (el patio de canela) para dormir. Muchas Gracias Coté, Arturo, Mamá, Vito, Claudio, Coca y todos los que hicieron nuestra estadía en Ciudad de México algo maravilloso!





Y un abrazo para ti Iván, hasta siempre.

4 comentarios:

  1. Buenísima reseña! La esperaba hace tiempo! Gracias! :) El gusto fue de nosotros. No viene usualmente gente a vernos de Chile, por eso, queríamos que cada momento fuera recordable al máximo! Abrazos Daniella y Roberto. Orgullosos de ustedes a mas no poder.

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    1. Perdón por la larga espera! Ya se vienen nuevas entradas. Sinceramente gracias una vez más por ser tan buenos anfitriones!!! Nos vemos en Chile :)

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  2. Hijo relmente increible de bueno tu relato y con mucho sentimiento. Para nosotros con Vito tambien fue lo maximo encontrarnos en familia. Sigan cumpliendo su sueño.
    Te quiero mucho

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    1. Gracias Tía siempre por sus bellas palabras!!! Le queremos mucho!

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