Disculpándome una vez más por lo tardío de estos escritos... les cuento que ya nos queda tan sólo un poco más de un mes antes de regresar a nuestro país. Llevamos alrededor de 4 meses en Estados Unidos, y ahora intentaremos actualizar este blog al máximo antes de que el viaje concluya!
Para comenzar a retomar esto les cuento que después de mucho ansiarlo, el día 27 de Julio, finalmente llegamos a la frontera con Estados Unidos. Para quienes no lo saben, yo nací y viví hasta mis 10 años de edad en este país y las cosas de la vida no me habían permitido regresar... hasta ahora.
Hasta ese momento, el día había sido muy largo y bastante cansador, y la verdad es que no habíamos tomado el camino más directo ni el más obvio. La frontera de Nogales, que si nos quedaba bastante más cerca, es conocida por ser la más transitada del sector y por ende la más congestionada. Esto quería decir que sería probable tener que permanecer en fila por hasta 2 horas (los trámites se hacen desde el vehículo así que la mayoría de las personas esperan dentro de sus autos y con aire acondicionado, pero nosotros sobre la moto y vestidos con nuestros trajes simplemente nos habríamos calcinado del calor), además al ser tan transitado pensamos que podrían dificultar más la entrada de Roberto al país. Él obtuvo la visa de turista y ambos tenemos todos nuestros papeles en órden, pero aún así preferimos evitar complicaciones. Debido a esto, optamos por tomar una ruta un poco más larga que nos llevaba a la frontera de Agua Prieta (una frontera mucho más pequeña y tranquila).
Al encontrarnos con el muro limítrofe (que mencioné al final del capítulo anterior) nos impresionamos bastante porque se sintió frío y antipersonal pero, de algún modo, lo comprendimos porque siempre han habido problemas de inmigración a EEUU y sobretodo desde México... pero aún así fue extraño.
Como en todas las fronteras, primero debíamos hacer los trámites de salida de México y luego los de ingreso a Estados Unidos. Pero llegamos a la fila vehicular y sin darnos cuenta ni entender nada, estábamos ingresando a EEUU! Debimos explicarle al oficial que nos atendió que no habíamos "salido" de México y nos autorizó a dar vuelta en U y regresar para hacer los trámites. En teoría uno podría salir no más de un país sin tramitarlo ya que no es tan importante en realidad... pero como nosotros habíamos ingresado un vehículo y habíamos pagado una "garantía de salida" de unos considerables $200USD por la moto, debíamos hacer los trámites correctamente. Así que volvimos a la oficina de migración mexicana y felizmente nos dieron los comprobantes de salida, los cuales garantizaban que en máximo 48 horas el dinero sería devuelto a la tarjeta de crédito (lo cual si se cumplió).
Finalmente después de eso pudimos ingresar definitivamente a Estados Unidos. Ahora si pude disfrutar del momento... ver las banderas flameantes y el hermoso atardecer que estaba recién asomándose. Hacer el ingreso como tal al país fue sorprendentemente simple, claramente yo sólo debí mostrar mi pasaporte (tengo doble nacionalidad) y Roberto su pasaporte con la visa estadounidense anexada. Le estamparon el pasaporte y nos dijeron que éramos libres de avanzar. Nos pareció demasiado simple y a Roberto se le ocurrió preguntar si no necesitábamos hacer más trámite, a lo que le respondieron que debía preguntar adentro de la oficina porque tal vez si debía! Resultó que en la oficina lo interrogaron y tuvo que pagar sólo unos $6USD para un permiso de turista (debido a que andaríamos recorriendo el país por harto rato). Después preguntamos dónde debíamos hacer el registro del ingreso de la moto... y no había que hacer nada! Ni siquiera nos revisaron el equipaje!! Fue extrañísimo, muy simple, y nos alegramos mucho por finalmente estar en este país tan esperado y tan diferente a todos los anteriores en los que habíamos estado.
Se nos había hecho tarde y cuando comenzamos a interiorizarnos al país ya estaba atardeciendo. Los colores eran maravillosos mientras cruzamos la carretera en pleno desierto del estado de Arizona. Al poco andar, ingresamos por primera vez a una carretera interestatal gringa. Se sintió un cambio gigante comparándola con la sufrida experiencia del día anterior (cuando por error habíamos andado en un pésimo camino de tierra por el desierto de Sonora en México). Muy pronto se nos hizo de noche. Generalmente evitamos andar a oscuras, pero ese día definitivamente queríamos llegar a la ciudad de Tucson -donde nos estaba esperando un amigo para recibirnos. Pasamos por varios pueblos pequeños en el camino, lugares que se sentían muy típicos del "viejo oeste" en los que sólo faltaba encontrarnos con unos cowboys o plantas rodantes cruzando el camino. Buscamos un teléfono público para avisarle a nuestro amigo que íbamos a llegar bastante más tarde de lo pensado, pero en cada pueblo había ocurrido algo y no había. Finalmente logramos comunicarnos con él alrededor de las 9pm y nos faltaba más de una hora de camino. La ciudad de Tucson es bastante grande, pero a la vez muy ordenada y nos fue bastante simple encontrar la dirección en la cual nos quedaríamos. Después de un muy largo día y de mucho andar, llegamos fuera de la casa de nuestro amigo a las 10:30pm y todas las luces estaban apagadas. Con miedo de habernos equivocado de casa, tocamos el timbre... y en instantes Pablo (chileno e hijo de una de las mejores amigas de mi mamá) nos abrió la puerta con mucha alegría. Nos explicó que él y su novia debían despertar muy temprano al día siguiente, por lo que se habían ido a dormir, pero que nosotros nos acomodáramos y nos sintiéramos en casa. Qué pena llegar tan tarde! Pero así son las cosas de viaje. Nos pasaron una habitación muy cómoda y dormimos extremadamente bien.
A la mañana siguiente dejamos la moto descansando porque la cadena estaba muy suelta y la debíamos cambiar por una nueva que Roberto había comprado en línea y debía llegar luego a la casa de nuestros amigos. Tomamos prestada la camioneta de Pablo y fuimos a un diner a comer nuestro primer gran desayuno gringo! (consistiendo en huevos, papas, pan y tocino... lo típico).
Hacía muchísimo calor, como suele hacer en Arizona. Llegamos en pleno verano a una de las zonas más calurosas de Estados Unidos y aquí comenzamos a notar la gran dependencia de toda la gente hacia el aire acondicionado y a los autos para absolutamente cada trámite. En esta ciudad prácticamente no hay veredas, ya que en general nadie camina y la ciudad está muy esparcida, todo tiene mucho espacio y está muy alejado entre sí. Volvimos a la casa y nos quedamos ahí todo el día, poniéndonos al día con internet y recuperando nuestros cuerpos cansados. En la tarde Pablo y su novia Danielle nos llevaron de paseo. Fuimos a Mount Lemmon, un hermoso lugar muy cerca de la ciudad, he hicimos un pequeño picnic.
Al día siguiente fuimos todos juntos a tomar "brunch", que es muy típico y significa una comida que une el desayuno con el almuerzo (breakfast+lunch). Y luego salimos a recorrer un poco el centro de la ciudad.
Había llegado ya la cadena de la moto por encomienda a la casa de Pablo, junto a otras piezas que debíamos cambiar pronto (el piñón y la catalina) y además un nuevo espejo! Para finalmente reponer el que nos había sido robado en Venezuela. Roberto comenzó a trabajar en la moto, para hacer un cambio completo de la transmisión final (cadena, catalina, y piñón) ya que todas esas piezas ya estaban bastante desgastadas. Ahí notó que la tuerca del piñón estaba demasiado apretada y además de una medida para la cual no teníamos la herramienta correcta con nosotros. Decidimos ir al día siguiente a comprar un dado de ese tamaño. Era domingo, así que no todo estaría abierto pero nos habían dicho que la tienda Sears podría tener y definitivamente estaría abierto. Supuestamente estaba muy cerca de la casa y llegaríamos caminando en unos 10 minutos. No fue así, ya que el calor se nos hizo imposible y la situación que describí anteriormente de las pocas veredas y la ciudad poco amigable con el peatón nos demoró más aún. Llegamos practicamente deshidratados al mall donde se encuentra el Sears. Al ingresar nos sentimos increíble porque obviamente había aire acondicionado y no quisimos salir más de ahí! Nuestra ida al mall fue muy provechosa ya que ahí,además de encontrar la herramienta que necesitábamos, pudimos adquirir 2 chips de AT&T para nuestros celulares y así tener números propios para hacer llamadas en este país (ya que pretendimos permanecer por varios meses).
Al parecer en Tucson es algo común que todas las tardes de verano se largue a llover. Así fue prácticamente todos los días que nosotros permanecimos ahí. Protegido del agua bajo la cubierta del estacionamiento, Roberto trabajó muchísimo para soltar la endemoniada tuerca pero no se pudo ya que hacía falta algo firme para hacer palanca y así tener mayor fuerza. De todos modos, procedió a hacer el cambio de cadena y catalina para que pudiéramos hacer uso de la moto.
Al día siguiente aprovechamos que por fin podíamos sacar la moto y nos fuimos por el día al pueblo de Tombstone -un típico pueblo turístico del viejo oeste- que queda a un poco más de 100km de Tucson. El camino fue el mismo que habíamos tomado al ingresar a Estados Unidos unos días antes, pero al recorrerlo de noche no lo habíamos podido disfrutar. Es un camino desértico, con lindos paisajes y pequeños pueblos cada cierto tiempo que llaman la atención por su carácter de vaqueros. Al llegar a Tombstone se nota muchísimo que el pueblo se sustenta al 100% por su turismo. Alguna vez en el pasado fue realmente una ciudad del oeste, con sus cantinas y peleas... pero lo que queda son restauraciones de las edificaciones antiguas, con todo tipo de local turístico y atracciones. Fuimos a un mini teatro donde hacen muestras de "balaceras" típicas entre un vaquero malo y el Sheriff. Es bastante entretenido, y fue un paseo muy divertido y especial para ser uno de los primeros que hiciéramos dentro de este país.
Esa tarde fuimos al Pima Air & Space Museum, que está dentro de la ciudad de Tucson y es uno de los más grandes del mundo. Debido a que llegamos sólo una hora antes de que cerrara, nos dejaron entrar a mitad de precio. El museo consta de más de 300 aeronaves en unos 320.000 m2, así que imagínense lo gigante que es! La gran mayoría de la muestra es al aire libre y también hay mucho que se puede ver dentro de diferentes galpones, pero está todo súper lejos entre sí así que diría no alcanzamos a ver ni la mitad de las muestras. Recomendamos totalmente ir a visitar este museo si es que andan por la zona, ya que no se aburrirán!
Éste fue nuestro último día en Tucson. Al día siguiente nos despertamos temprano y continuamos nuestro viaje. Nos despedimos rápidamente de Pablo y Danielle, ya que ambos debían trabajar. Estamos muy agradecidos de ellos por abrirnos las puertas de su casa y permitirnos sentir en casa por unos días, con perro y todo!
La mañana siguiente retomamos nuestro viaje, con destino al famoso Gran Cañón! Nos despedimos de la ciudad de Tucson y nos interiorizamos al desierto de Arizona.
Algunas horas después, llegamos a la ciudad de Phoenix (la capital del estado de Arizona) y una de las más grandes del país. Fue tanto el calor que hacía y tanto viento caliente, que sobre la moto literalmente sentimos que un gigante secador de cabello nos soplaba directamente a la cara. Creo que ha sido uno de los lugares en los que hemos sentido más calor. Tuvimos que detenernos varias veces para beber algo. Al almorzar, nos detuvimos en un Denny's -cadena de comida, tipo diner que hay en todo el país. Fue la primera vez que comimos ahí, y le agarramos un cariño especial desde ese momento ya que tenía comida muy rica y a precios muy convenientes (opciones desde tan sólo $2USD).
Seguimos atravesando el desierto, hasta encontrarnos repentinamente con unas bellas formaciones rocosas de tonos rojos en las cercanías a la ciudad de Sedona. Casi al mismo instante, nos encontramos de frente con unas tremendas nubes grises cargadas de lluvia haciendo aún más dramático el paisaje... realmente hermoso.
Pensamos que habíamos logrado hacer el quite a la lluvia, pero a los pocos kilómetros entramos directamente a la tormenta y no pudimos evitarlo. Tratamos de luchar contra el frío y el agua... pero decidimos que no sería buena idea llegar al parque nacional del Gran Cañón a acampar completamente mojados. Así que comenzamos a buscar un lugar para quedarnos esa noche. Todos los moteles del sector eran extremadamente caros así que aguantamos un poco más y llegamos hasta la ciudad de Flaggstaff, donde encontramos un motel más acorde a nuestro presupuesto. Nos refugiamos en ese lugar y desarmamos todo nuestro equipaje, para secarlo. A la mañana siguiente el tiempo estaba mucho mejor y seguimos camino. Pudimos conocer un poco de Flaggstaff y nos gustó bastante. Es una pequeña ciudad muy diferente a todas las demás del sector. Está al medio del desierto, pero cerca de las montañas y tiene un poco de todo... incluso mucho verde.
Un poco antes de ingresar al parque del Gran Cañón, nos encontramos con un monumento nacional llamado Sunset Crater Volcano e ingresamos de puro curiosos. No pudimos ver el cráter en sí pero el bosque que lo rodea, que es hermoso. En este lugar aprovechamos de adquirir una tarjeta para los parques nacionales de Estados Unidos. Esta tarjeta cuesta $80 USD y sirve para ingresar a todos los parques nacionales del país, durante todo un año... cuantas veces quieras. Debido a que cada parque cobra mínimo $20 USD para ingresar con moto, estábamos seguros que sería una buena inversión ya que planeamos ir a muchos más que 4 parques durante nuestra permanencia en el país.
Al salir del bosque, volvimos atravesar el desierto camino al gran cañón y vimos paisajes hermosos... notándose cada vez más nuestra cercanía a tan importante hito.
Finalmente llegamos al acceso este del parque nacional del Gran Cañón. En un comienzo se ve muy poco del cañón en sí, luego se ingresa a un bosque de pinos. Nosotros estábamos en busca de un lugar para acampar, así que nos dirigimos directamente a un camping que está cerca de ese acceso. El lugar tenía unos espacios disponibles pero no nos agradó mucho como para quedarnos ahí, ya que era un camping muy urbanizado y con los sitios muy cerca entre sí. Según el mapa, había otro camping cerca del acceso sur del parque... así que decidimos continuar andando y ver la opción de quedarnos en ese otro lugar. Pasamos por algunas vistas rápidas del cañón y ya nos comenzó a asombrar su magnitud y belleza.
Llegamos al camping en el cual pretendíamos quedarnos y nos encontramos con un cartel indicando que estaba lleno. Pedimos un poco de ayuda y nos enteramos de otro camping que estaba relativamente cerca, pero que se encontraba fuera de los límites del parque. Nos demoramos alrededor de 15 minutos en llegar desde el pueblo dentro del parque hasta el camping en el cual decidimos quedarnos... y era realmente hermoso. Fue una muy buena decisión, ya que es mucho más tranquilo y menos congestionado de gente y es incluso más cerca de las vistas del parque que el primer camping que vimos en su interior.
Debido a que nos demoramos mucho en instalarnos, se nos había hecho muy tarde para ir a conocer el parque ese día... así que lo dejamos para la mañana siguiente. Tuvimos sólo un día para recorrer todo el parque y se nos simplificó gracias al sistema de buses gratuitos que tiene, eso si que se llenan muchísimo.
En el único día que tuvimos para recorrer el parque vimos practicamente todo lo que se puede ver desde su borde sur (también se pueden hacer paseos en burro, bicicleta o a pie al fondo del cañón, pero nosotros no bajamos). La inmensidad y belleza de lo que verán en las fotos siguientes ni se acerca a lo maravilloso que es este lugar en persona!
Increíble, verdad? Paseamos hasta que oscureció y regresamos al camping a cocinar y disfrutar de las estrellas y la quietud. Al día siguiente nos fuimos del camping y entramos una última vez al parque para sacar unas últimas fotos antes de irnos definitivamente. Qué lugar tan hermoso!!!
Es definitivamente un lugar al que valdría la pena volver, pero en ese momento era hora de seguir camino por la mítica Ruta 66 hacia la Fabulosa Las Vegas! Nos vemos en el próximo reporte!
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