martes, 1 de mayo de 2012

Ouro Preto, historia entre los cerros


La mañana que nos despedimos de George salimos tipo 10am. Nuestro destino: Ouro Preto del estado de Minas Gerais. Decidimos ir a conocer esta ciudad porque muchas personas nos la recomendaron. Es una ciudad histórica... conocida por sus minas de oro y sus antiguas iglesias. 



Ouro Preto no es una ciudad costera así que, a diferencia de las rutas anteriores, nos alejamos del agua y comenzamos a dirigirnos hacia el interior de Brasil. El camino pasa entre los cerros, con mucho follaje y pequeños pueblos que aparecen de vez en cuando con sus puestos de artesanía, muy agradable y tranquilo. 
Llegamos a la ciudad alrededor de las 5:30 pm, para encontrarnos con un maravilloso paisaje de atardecer sobre una ciudad iluminada amarilla entre y sobre cerros verdes. Es simple, nos enamoramos al instante. 



Fue complicado saber donde buscar hotel, ya que está todo disgregado repartido entre los pequeños y empinados cerros. Fue una pequeña odisea subir y bajar las calles de adoquines con la moto totalmente cargada... pero toda vista era tan hermosa que no nos importó. 
Después de preguntar en un par de hoteles que nos parecieron muy subidos de precio, nos encontró un guía turístico que estaba buscando oportunidades al medio de la plaza principal. Él nos dirigió a una posada donde conseguimos que nos hicieran rebaja (y el guía ganó también su comisión). Luego de instalarnos en una habitación subterránea (todos los edificios tienen mucho desnivel), salimos a conocer un poco el entorno cercano y a comer. 
Nuestra intención era quedarnos una sola noche en esa ciudad, para continuar rápidamente nuestro viaje hacia Brasilia. Pero nos encantó tanto el lugar, y había tanto que mirar que no se podía ver ya a esa hora (había comenzado a anochecer), que decidimos quedarnos un día más. Total, así es este viaje... la ruta se puede hacer y deshacer como escojamos de acuerdo a lo que se nos va presentando. Da gusto encontrarse con lugares así. 

Esa noche comimos en un restaurant que vende comida por kilo (cada uno se sirve lo que quiere en un plato y luego lo pesa para saber su valor... algo muy común en Brasil). La comida típica de esta región se llama comida Mineira... y nosotros ya la habíamos probado en otros lugares. Es muy rica y casera. Lo más típico es arroz con feijao (frijoles) y carne en olla. Lo bueno es que suele ser, además de deliciosa, barata. 

A la mañana siguiente salimos a pasear para conocer la ciudad. Salimos en la moto ya que nos habría sido imposible subir y bajar tantos cerros para conocer todo en un solo día. Claramente, dejamos todo el equipaje en la posada. 
Hay muchos museos para visitar y recorrer... pero nosotros teníamos suficiente con recorrer todas las calles. Yo iba sacando fotos desde la moto y cada cierto tiempo parábamos para bajarnos y mirar más de cerca. No podíamos parar de sacar fotos! Cada calle y a la vuelta de cada esquina había una vista espectacular. 



Lo que más nos llamó la atención fueron las iglesias, que eran muchísimas... una sobre casi cada punta de cerro, muy antiguas y de una arquitectura barroca maravillosa que destaca. Además de eso, se notó una dedicación especial en la mantención de las fachadas de todo edificio, desde casas hasta colegios y locales comerciales. Todas son blancas o en su defecto colores pastel claro y las puertas, ventanas y persianas de madera son pintadas de colores. El orden dentro del caos de las calles. 







Todo el día recorrimos, subiendo, bajando y tomando fotos. A la tarde comenzó una pequeña llovizna y guardamos la moto para no arriesgar andar sobre adoquines mojados. Más tarde volvimos a salir, pero a pié. Recorrimos una feria artesanal fija que se adueña de la totalidad de una de las principales plazas. La economía de esta ciudad se basa principalemente en dos factores: el turismo y la minería, por ende toda la artesanía del lugar es de piedras. La feria que visitamos es de esculturas, figuritas, adornos y joyería en piedra, y sus calles aledañas están repletas de locales que venden joyería fina de piedras... todo muy bien trabajado y lindo.





Esa noche también apreciamos lo hermoso que se ve la ciudad iluminada. Después, regresamos a alistar todo para viajar la mañana siguiente... para continuar rumbo hacia Brasilia. Estamos muy felices de haber conocido este lugar, lleno de historia, simpleza y belleza!

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